Inés Arrimadas ha encontrado una mina en el pasado de Quim Torra como intelectual orgánico del separatismo supremacista. La líder de Cs en Cataluña ha aprovechado su intervención en la sesión de investidura del sucesor designado por Carles Puigdemont para poner en evidencia su xenofobia etnicista antiespañola ante la opinión pública.
Arrimadas leyó las invectivas, e insultos que dedicó Torra en un artículo de 2012 titulado La lengua y las bestias (2012) a quienes, siendo catalanes de nacimiento o de adopción, tienen el castellano como lengua habitual. “Bestias con rostro humano”, “carroñeros”, “víboras” y “hienas” es lo mínimo que escribió Torra contra la mitad de sus vecinos. Arrimadas, que interpeló a Torra y a los diputados independentistas sobre si eso se podía considerar periodismo, advirtió de que hay "centenares de artículos como ese" firmados por el -en breve- president: "No son cuatro tuits".
Cuando el pasado jueves trascendió que el número 11 de las lista de JpCat estaba llamado a reactivar el autogobierno, enseguida se puso el foco en su actividad como manipulador de la Guerra de Sucesión como gestor del Museo de El Born y su insidia a España, los españoles y los inmigrantes a través de Twitter. La primera autoridad de Cataluña se explayó en las redes sociales cuando ni siquiera soñaba con pasar de subalterno entre los cuadros de mando de la sedición; y, aunque tuvo la precaución de borrar su time line, enseguida se supo que para él los españoles eran “expoliadores”, “colonizadores”, “locos”...
El propio Quim Torra pidió “perdón” a quien pudiera “sentirse ofendido” y desde el separatismo se insistió en la idea de que aquello fueron “cuatro tuits” y que nadie soporta su pasado en Twitter. Ahora Inés Arrimadas demuestra que lo de Torra, más que un desliz es una pulsión irrefrenable.