Quim Torra y Carles Puigdemont, dos hombres para un solo cargo. Este martes, tras su reunión en Berlín, el president electo y el expresident evidenciaban su total sintonía y no escondían su intención de gobernar Cataluña colegiadamente. Nada sorprendente pero sí inaudito. La propia escenografía del acto en la ciudad alemana, con los dos políticos repartiéndose las intervenciones, indica que a partir de ahora habrá dos presidents al mismo tiempo. Y, para ambos, el "legítimo" es Puigdemont, que dictará las órdenes que a buen seguro obedecerá su fiel pupilo.
Dos presidents. Uno en Berlín y otro en Barcelona. Preguntarse cuál de los dos mandará más a partir de ahora genera una respuesta obvia, teniendo en cuenta que fue Puigdemont quien eligió personalmente a Torra. Este martes, en su reunión y su comparecencia conjuntas, ambos mostraron, con sus miradas, sus apretones de manos y sus palabras, que forman una suerte de bicefalia sin parangón en la historia reciente de España.
Si bien Puigdemont afirmaba que "Torra tomará con total libertad las decisiones que atañen al Govern que preside", no puede olvidarse que el planteamiento de Junts per Catalunya consiste en crear un "consejo de la república", presidido por el expresident, que trabajará de igual a igual con el Gobierno de la Generalitat que dirige Torra. Esa estructura paralela de poder es precisamente lo que Gobierno y PSOE denunciaban como inadmisible este martes.
El diálogo, ¿pero con quién?
Los dos socios y amigos reclamaban "diálogo" una y otra vez al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aunque lo supeditaban a la desactivación del artículo 155 y de la intervención financiera. "Marque día, lugar y hora", afirmaba Torra. "La pelota está ahora en el tejado del Gobierno español", agregaba Puigdemont. "Es lo primero que haré en cuanto llegue al cargo", insistía Torra. "Ha enviado una carta a Rajoy", añadía Puigdemont. Los papeles bien repartidos, pero un único discurso.
Rajoy, que estaba en Bulgaria de viaje oficial, aceptaba de buena gana el envite de verse con el president electo pero no mencionaba a su antecesor porque "en Cataluña solo puede haber un presidente". La cuestión es, claro está, que cuando el encuentro se produzca, si es que se produce, Torra será, si no hay una metamorfosis inesperada, una prolongación de su valedor, Puigdemont.
La exigencia de diálogo de los dos políticos catalanes puede parecer más un acto propagandístico destinado a señalar ante la Unión Europea que el Gobierno español es el intransigente en esta pelea. De hecho, Puigdemont afirmaba que "esto es un problema europeo" y volvía a reclamar a la UE su mediación. La célebre internacionalización del problema.
La presión de la CUP y el futuro Govern
Pero, paradojas de la compleja política catalana, lo cierto es que desde la CUP no tardaron en arremeter contra Torra y Puigdemont por plantear una estrategia de diálogo que va contra "el mandado del 1 de octubre", en palabras de David Aragonés, diputado cupaire. "Para el futuro Govern el principal objetivo debería ser el ejercicio del derecho de autodeterminación", afirmaba uno de los diputados que, merced a sus necesarias abstenciones, se han convertido en algo así como los custodios del procés.
Y, entretanto, además de comparecer juntos y teatralizar el estreno de su bicefalia, Torra y Puigdemont contaban que iban a preparar juntos el Govern. Si es el Ejecutivo del president electo, ¿qué tiene que decir al respecto el expresident? Si se abre una nueva etapa en Cataluña, ¿por qué se ofrece a los exconsellers encarcelados repetir en sus cargos? Nada es lo que parece en la convulsa política catalana. Nada, salvo el hecho de que Torra y Puigdemont son dos hombres para un mismo cargo.