La reunión Sánchez-Rajoy de este martes en Moncloa ha sentado las bases de la reconfiguración del bloque constitucionalista sin Cs como tercera pata y con una mano tendida a Podemos, por más que Pablo Iglesias ni está ni se le espera porque ni ha sido invitado a la residencia presidencial ni apoyó en su día el 155.
Con estos mimbres, y un preacuerdo ya cerrado para dejar hacer a Quim Torra, Cs ni puede ni quiere que cuenten con su colaboración. Albert Rivera acudirá este jueves a Moncloa con el discurso hecho y sin demasiado margen para “estar en el consenso”, que es como Rajoy y Sánchez llaman a su posición en Cataluña.
El presidente de Cs ya ha dicho por activa y por pasiva que su partido nació para hacer frente al separatismo y que la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat no permite levantar el 155 sino más bien lo contrario. “Con fotos y comunicados” no se restablecerá la legalidad en una Comunidad en la que “la gente está atemorizada” porque “hay un racista de presidente de la Generalitat”, resumió.
Entre Torra y las cláusulas del 155
El discurso de investidura del sucesor designado por Puigdemont, su compromiso republicano, su lealtad al 1-O y su apuesta por restituir en el cargo a los cesados, imputados y encarcelados por participar en el golpe al Estado cargan de razones a Rivera. Pero también es cierto que las claúsulas del acuerdo del 155 de hace seis meses contemplaban su retirada una vez Cataluña tuviese un nuevo Gobierno.
Superado ese momento, la cuestión es si se puede o se debe aprobar otro 155 como quiere Rivera, o si lo que toca es esperar “vigilantes” a ver qué hace el nuevo president para responder “con proporcionalidad” mientras se fiscalizan las cuentas públicas catalanas -algo que sucede mucho antes del 155-, como ya han decidido y acordado Rajoy y Sánchez.
Rivera lo tiene claro y no va a cambiar ahora de opinión: “Decir que se cumpla la ley no es suficiente, también lo dijimos antes del 9-N y no hicieron caso, y lo volvimos a pedir antes del 1-O y ya hemos visto lo que ha pasado con las cuentas públicas", dijo en alusión al dinero presuntamente desviado para financiar el 1-O.
¿A quién culpará la gente?
En este punto, la cuestión crucial es a quién atribuye la opinión pública la responsabilidad de esa ruptura. Rajoy y Sánchez culparán a Rivera, puede incluso que con la ayuda de Iglesias, que aunque no parece concernido con esta melé, no pierde ocasión de atacar a Cs.
Al presidente del Gobierno le conviene presentarlo como un radical y un outsider sin sentido de Estado para parar la sangría de votos que se van de sus filas a Cs. A Sánchez le beneficia también caricaturizar a Rivera como un duro para no perder a los votantes socialistas hartos de la equidistancia del PSC con el nacionalismo. Y a Rivera no le queda más carta, para zafarse de la pinza bipartidista y no parecer un exaltado, que decir sí a los Presupuestos y recordar que siempre estuvo cuando hizo falta .
Aquí la realidad también parece distinta según el prisma que se utilice. La “unidad de acción” de PP, PSOE y Cs: ¿Ha caducado y no se puede reeditar, se ha roto porque Rivera se aparta, o son Rajoy y Sánchez quienes pretextan reservas técnicas para irse de Cataluña cuando el separatismo vuelve a tener la iniciativa?