Ha sido la directora de comunicación más influyente de la política madrileña en los últimos 30 años. Empezó, como su primer jefe Alberto Ruiz-Gallardón, en la oposición de la Asamblea de Madrid. Y aprendió que en política vale tanto hacer bien las cosas como contarlas con sentido.
Marisa González deja la arena política después de 29 años al servicio del PP más laureado para convertirse en la nueva directora de Comunicación de la Real Federación Española de Fútbol con su nuevo presidente Luis Rubiales.
Seguro que nadie le hará ningún homenaje pero cualquiera, populares y oposición, que hayan sido testigos de su trabajo están seguros de que algo más del 50% del éxito de quienes se han puesto en sus manos se ha debido a su trabajo. Si no que se lo digan a Alberto Ruiz-Gallardón (y hasta a sus cejas, una operación lifting que lo llevó a dar una imagen más moderna, acorde con su política, en un momento clave).
No se puede entender la vida 'política' de Marisa González sin Gallardón. Empezó en 1989 en la Asamblea de Madrid cuando el joven líder de los 'populares' tenía una imagen pija, elitista y hasta un poco rancia.
Sólo dos años después, Alberto Ruiz-Gallardón ganaba las elecciones a la Comunidad de Madrid y se convertía en el caballo ganador del PP hasta que se fue como ministro de Justicia. Por cierto, sin ella. Y ahí empezó el principio del fin del político, no se sabe si porque ya jugaba en otra arena o por si se había dejado en el camino a una de sus asesoras principales.
Pero antes, el tándem Marisa-Alberto llegó al Ayuntamiento, jugaron a que Madrid fuera ciudad olímpica (aunque fallaron), que la M-30 se soterrara, que naciera un río en la capital y que se llenara de parquímetros todo el centro madrileño.
Una gestión inolvidable, por buena para unos y por derrochona para otros; aunque siguió engrosando la leyenda de una 'dircom' única en Madrid, un baúl lleno de secretos de todo lo que ocurría delante y detrás de las cámaras políticas de Madrid.
Dejada de la mano de 'dios', es decir, de Alberto Ruiz-Gallardón entonces, que no consideró que fuera buena para el Ministerio de Justicia, Marisa González urdió a una nueva 'ganadora' en potencia. En 2012 se fue con Cristina Cifuentes a la Delegación de Gobierno, un puesto que ambas querían convertir un trampolín para volver a la Comunidad de Madrid.
Y ambas se convirtieron en las mujeres más poderosas de la política madrileña desde 2015, cuando Cifuentes ganó la Presidencia regional. De hecho, su posición las obligó a llevar 'con dignidad' que en una conversación grabada por la Policía al director de La Razón, Francisco Marhuenda, y a su presidente, Mauricio Casals, la llamaran "zorra" y "puta".
El sueño duró hasta el pasado 25 de abril, cuando la ahora expresidenta del PP madrileño tuvo que dimitir por las irregularidades en su currículum y dos cremas de 40 euros.
Marisa González debió de pensar entonces que dos intentonas son más que suficientes y ha decidido cambiar la política por los balones. Hoy se ha hecho oficial su cese. Su próxima meta, organizar un Mundial de Fútbol en Rusia y conseguir que el nuevo presidente de la RFEF, Luis Rubiales, haga olvidar las 'hazañas' de Ángel María Villar. Suerte, Marisa.