Era martes en el Congreso de los Diputados pero, en realidad, era el "día menos tres". Los diputados acudieron a la reunión del pleno y las comisiones de la cámara con la vista puesta en el viernes, cuando se votará la moción de censura con la que Pedro Sánchez espera catapultarse a la Moncloa y acabar con la vida política de Mariano Rajoy.
Sánchez confía en tener ya 173 de los 176 votos necesarios para convertirse en presidente: los del PSOE, Unidos Podemos, Compromís, ERC y PDeCAT. Ante la negativa de Ciudadanos a auparlo, sólo le queda esperar que los cinco del PNV también se sumen.
Los independentistas catalanes (que suman 17) son cautos sobre su decisión final, aunque pocos dudan en privado de que, si depende de ellos tumbar a Rajoy, no podrán permitirse otro voto que el "sí" a Sánchez, incluso aunque éste haya llamado "racista" y "xenófobo" en varias ocasiones al president de la Generalitat.
Todo depende de la aritmética parlamentaria y esta depende del PNV. No es novedad. Hace exactamente una semana, los nacionalistas vascos mantuvieron el suspense sobre su decisión final sobre los Presupuestos. Entonces, los cinco diputados que comanda Aitor Esteban tenían un acuerdo con Mariano Rajoy para aprobar las cuentas públicas del Gobierno, pero el artículo 155 de la Constitución seguía vigente y ellos habían prometido no dar luz verde a los Presupuestos mientras siguiese activo.
La situación ahora es muy distinta. Sánchez no quiere negociar nada sino que pretende hacer de su moción de censura un plebiscito sobre Rajoy. Así lo aseguró por la mañana en una reunión del grupo parlamentario socialista que presidió en el Congreso. "No hay posiciones intermedias. Es o un sí o un no a la permanencia de Rajoy como presidente del Gobierno", dijo.
El fin del 155
Además, Quim Torra anunció en la noche de este martes un Govern compuesto por consellers viables (no huidos ni en prisión), que podrían tomar posesión antes del viernes. Eso permitiría que el artículo 155 quede sin efecto antes de que los diputados sean llamados a votar en el Congreso. Las aguas podrían volver, aunque sea poco a poco, al cauce de la legalidad en Cataluña.
Aparentemente, no se mueve nada. Sánchez ha planteado un órdago y los demás partidos, salvo el PNV, están más que posicionados mientras el Congreso contiene la respiración y cuenta las horas hacia el desenlace del pulso que el líder del PSOE libra contra Rajoy.
Pero, por detrás, todo es dinamismo. Sánchez busca asegurarse el apoyo de los independentistas catalanes y el PNV. A tal efecto, el interlocutor que el candidato del PSOE ha designado para hablar con los demás partidos, José Luis Ábalos, se reunió durante una hora y media con el portavoz del PDeCAT, Carles Campuzano, según explicó el partido catalán. El apoyo de los ocho parlamentarios del PDeCAT a la moción "está por ver", aseguró Campuzano, que condicionó al discurso de Sánchez el jueves la decisión final que una Ejecutiva comenzará a cimentar en Barcelona este miércoles.
Dos malas noticias para Sánchez
Sánchez no sólo ha hablado con los partidos nacionalistas e independentistas, hoy por hoy los más proclives a apoyar su moción de censura. Ábalos lo hizo también con José Manuel Villegas, el número dos de Ciudadanos, que al terminar lamentó que el PSOE siga adelante con su iniciativa y que no se avenga a retirarla para pactar una moción de censura con el único objetivo de forzar la celebración de unas elecciones generales.
Fuentes consultadas por el PSOE aseguran que Sánchez "no renuncia al apoyo de Cs. Los que parecen renunciar son ellos a un presidente limpio mientras pretenden seguir apoyando a un Rajoy condenado", explican.
Ahí, el objetivo del PSOE y de Ciudadanos diverge: mientras que Sánchez quiere gobernar antes de convocar elecciones, Rivera quiere elecciones para poder gobernar, aprovechando el favor de todas las encuestas en los últimos meses y evitando la posibilidad de que los socialistas ganen terreno desde la Moncloa.
"La novedad es que no hay novedad. Nadie se mueve de sus posiciones", dijo Villegas tras hablar con Ábalos. "El PSOE sigue sin moverse de su posición. No quiere rectificar y que nos sentemos a consensuar una moción de censura para convocar elecciones", según él. En otras palabras: la posibilidad de que Sánchez sea presidente pero con fecha de caducidad, por ejemplo el otoño, sigue sin estar sobre la mesa.
Por otra parte, Pablo Iglesias comenzó a urdir un plan b en caso de que no prospere la moción de censura de Sánchez. El líder de Podemos sigue manteniendo que el "sí" de su grupo es inequívoco, pero no deja de advertir de que Sánchez no puede gobernar sobre la base de los 84 diputados de su partido y de analizar qué pasará cuando el líder del PSOE naufrague.
El plan de Iglesias
En ese sentido, Iglesias tiene reservado para sí mismo todo el protagonismo a partir del sábado si Rajoy sigue siendo el presidente. En los pasillos del Congreso, el líder de Podemos se apropió de la idea de Rivera de una moción de censura instrumental para convocar elecciones y le recordó que Ciudadanos no tiene los diputados que como mínimo exige el reglamento del Congreso (tiene 32 de los 35 requeridos).
Así, será Iglesias el que tome la iniciativa, se sitúe en el centro y trate de hablar con unos y con otros para tratar de desalojar a Rajoy a través de las urnas. Nada impide que diputados distintos a los del PSOE presenten otra moción de censura cinco minutos después de que naufrague la de Sánchez.
Pero eso será después del viernes. Ahora, la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué hará el PNV? ¿Le conviene dar oxígeno a Sánchez en La Moncloa para evitar que llegue Ciudadanos, contrario al cupo vasco y a las concesiones de los Presupuestos? ¿Preferirá tratar de apuntalar a Rajoy? La partida sigue abierta.
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