El nuevo Gobierno echa andar con una gran paradoja: el Ejecutivo que tiene la base parlamentaria más frágil de la democracia es también el que ha sido confeccionado con una mayor libertad por su presidente, Pedro Sánchez. Este miércoles, tras ver al rey Felipe VI, compareció en el Palacio de la Moncloa por primera vez y anunció su composición, con voz tranquila pero con una cierta tensión en su rostro, seguramente fruto del irrepetible momento que hace tan solo una semana hubiera parecido inverosímil.
El nuevo Consejo de Ministros no puede explicarse sin tener en cuenta la arrolladora victoria en las primarias del PSOE, hace un año, que le dejaron las manos libres para actuar con total autonomía. Así lo ha hecho en el partido, sin apenas contestación interna, y así lo ha hecho en el Gobierno.
Sánchez ha decidido utilizar ese margen de maniobra para ir a buscar algunos profesionales sin vida orgánica pero muy conocidos en sus ámbitos profesionales, así como algunos pesos pesados políticos que sitúan al nuevo Gobierno en un claro espacio de centroizquierda, sin concesiones al independentismo, europeísta y, sobre todo, feminista.
La mera elección de 11 mujeres y seis hombres es ya un compromiso con la visibilidad de las mujeres en primera línea del poder, algo inédito y que supera al hito de la paridad de José Luis Rodríguez Zapatero. Nunca un Gobierno había tenido casi el doble de ministras que de ministros. Pero, además, nunca hubo tantas en puestos de absoluta relevancia, en todas las carteras económicas y al mismo tiempo la única vicepresidencia. Nunca antes se asoció a la vicepresidencia el Ministerio de Igualdad, que llevará Carmen Calvo, también presente este miércoles en primera fila cuando Sánchez recitaba los nombres. El suyo y el de Carmen Montón (Sanidad, Consumo y Bienestar Social) son los perfiles más comprometidos públicamente con la causa feminista.
Pero el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez también incluye perfiles con un gran tirón mediático. Los más destacados son Pedro Duque, astronauta, un icono para generaciones por participar en varias misiones internacionales, que irá a Ciencia, Innovación y Universidades, y el periodista, escritor y conocido presentador de televisión Màxim Huerta (Cultura y Deporte).
También mediático es Josep Borrell (Exteriores, Unión Europea y Cooperación), con una sólida trayectoria y un claro perfil contrario al independentismo catalán y el desbordamiento de la ley de los últimos meses. Él y Mertixell Batet (Política Territorial y Función Pública), diputada catalana no sospechosa de hacer guiños al separatismo, son el mejor cortafuegos contra aquellos que acusaban a Sánchez de vender la unidad de España a los independentistas a cambio de que le eligieran.
El equipo económico
Muchas mujeres dirigirán la economía española a partir de ahora. Nadia Calviño (Economía y Empresa) será la voz en Bruselas, donde ahora reside tras muchos años como una de las funcionarias europeas más destacadas, hasta ahora directora general de Presupuestos de la Comisión. María Jesús Montero (Hacienda), uno de los baluartes de la Junta de Andalucía tendrá que convivir con Luis Planas (Agricultura, Pesca y Alimentación) que intentó arrebatarle el liderazgo del PSOE andaluz a Susana Díaz.
Magdalena Valerio (Trabajo, Migraciones y Seguridad Social) es la funcionaria de la Seguridad Social que tendrá el reto de garantizar las pensiones del futuro. Reyes Maroto, diputada en la Asamblea de Madrid, llevará Industria, Comercio y Turismo, mientras que la reconocida medioambientalista Teresa Ribera se encargará de la Transición Energética, donde se engloba Energía. Sólo un hombre, José Luis Ábalos, tendrá responsabilidades de peso en Economía, como titular de Fomento.
El Gabinete lo completan la jueza y hasta ahora portavoz parlamentaria Margariga Robles (Defensa), con control del CNI, el juez Fernando Grande-Marlaska (Interior) y la fiscal Dolores Delgado (Justicia).
¿Cuándo serán las elecciones?
El interés sobre la gran pregunta de hace unos días parece haberse diluido. ¿Cuándo serán las elecciones? El Gobierno de Sánchez nace para durar, sin ponerse fechas, y podría tener la vocación de llegar hasta el otoño o el invierno del año que viene, para así no agotar la legislatura, que expira en junio de 2020.
Si puede durar porque consigue sacar sus políticas adelante, será la mejor prueba de su éxito. Será, también, un grave riesgo electoral para Podemos, al confirmarse que el PSOE recupera la capacidad para provocar cambios tras el amargo final de Zapatero, marcado por la crisis. A Podemos no hay ningún guiño, de ningún tipo, y es más que probable que tampoco entre en los niveles inferiores, por lo que Iglesias tendrá que decidir cuál es el período de gracia que le da a Sánchez.
Pero si no dura, Sánchez tendrá en su Consejo de Ministros su mayor reclamo electoral. Con unos presupuestos heredados, lo que equivale a poca capacidad de acción, Sánchez podrá exhibir potencialidades para pedir en las urnas un apoyo definitivo para acometer los cambios. Se trataría de unas elecciones que el PSOE podría presentar como un plebiscito entre la solvencia y el oportunismo, entre la promesa y el ansia de poder.