Patxi López fue ministro muchos días. Algunos compañeros de partido lo llamaban ya "ministro", medio en broma, medio en serio. Un sinfín de dirigentes del PSOE, también entre los afines al nuevo presidente, asumían que era un valor seguro en el nuevo Gobierno. En el patio del Congreso, los periodistas ni lo dudaban y fue incluido en todas las quinielas. El diputado y exlehendakari era un candidato idóneo para Interior, Defensa, Fomento, Política Territorial o incluso Industria.
A lo largo de las interminables y angustiosas jornadas que siguieron al triunfo de la moción de censura que hizo a Pedro Sánchez presidente, muchos de los ministrables se mantuvieron cerca del teléfono, esperando a que sonara. El caso más surrealista fue el de Constantino Méndez, al que muchos medios, también este, dio por nombrado en Defensa sin que él fuese llamado desde Moncloa.
En el caso de López se especuló con la posibilidad de que su nombre fuese un comodín para tapar algún hueco en el área de Interior o Defensa, donde hubo nervios hasta al final por la tardanza en conocerse el destino de Margarita Robles, otra de las fijas en las quinielas. Tanto se suponía la disponibilidad de López y la intención de Sánchez de contar con él que muchos dirigentes socialistas asumieron que la llamada podría llegar en el último minuto, pero que se acabaría produciendo.
No fue así. Fuentes cercanas al nuevo presidente aseguran a EL ESPAÑOL que, en realidad, Sánchez nunca tuvo intención de contar con él y su nombre nunca estuvo, en realidad sobre la mesa.
¿Por qué? La interpretación que hacen las mismas fuentes es que Sánchez aún no ha perdonado a López que tratase de liderar el PSOE en las primarias del año pasado. El exlehendakari anunció su intención de ser secretario general la misma tarde de enero en la que el Comité Federal había fijado el calendario para el proceso interno. Según Sánchez, sin siquiera avisarle. Según López, sin que Sánchez le cogiese siquiera el teléfono. Era un momento muy sombrío para Pedro Sánchez, que había dejado su escaño el 29 de octubre del año anterior para no investir a Mariano Rajoy.
Nadie sabía qué haría Sánchez, que no contestaba casi ni a los suyos en un proceso de reflexión que llevó a varios de ellos, algunos sentados hoy en el Consejo de Ministros, a convocar una reunión de fieles en plenas Navidades para pedirle que diera el paso.
La 'traición' de López
Pero López se adelantó. Y con él se llevó a los que habían estado junto a Sánchez hasta el fatídico Comité Federal del 1 de octubre en el que dimitió: Óscar López, César Luena, ex secretario de Organización o Rodolfo Ares, un histórico fontanero del partido muy próximo a Alfredo Pérez Rubalcaba. Antonio Hernando, portavoz parlamentario, acabó abandonándolo pero por Susana Díaz. Todos han sido condenados al ostracismo en el PSOE. Ocupan las últimas filas de la bancada socialista, también literalmente. A Sánchez le dolió más la candidatura de López porque a todos ellos los consideraba de los suyos, a diferencia de los que llevaban meses cuestionándolo desde la órbita de Díaz.
En el equipo de fieles de Sánchez producía escalofríos la idea de que cercanos a López le hubiesen recomendado una gran firmeza en el "no es no" o incluso que dejase el escaño, como finalmente hizo, pensando en cimentar sobre su marcha una nueva candidatura que ocupase todo su espacio. El paso adelante de López tuvo el efecto contrario: dos semanas después, Sánchez anunciaba en Dos Hermanas (Sevilla) su propia candidatura ante miles de personas. El resto es historia.
"Pedro no los ha perdonado. La Ejecutiva tiene 49 miembros, pero sólo uno que no lo apoyó: Patxi. Y a él lo incluyó porque en ese momento le interesaba, para tratar de aparentar que integraba a toda una candidatura con un solo miembro. Pero ahora, en el Gobierno, no le debe nada y por eso ni siquiera lo ha considerado", explican las citadas fuentes.
"Vamos a ver, Pedro. ¿Sabes lo que es una nación?" La frase aún resuena, aunque parezca que hayan pasado 100 años, en el imaginario socialista. Fue la lección que el exlehendakari quiso darle a Sánchez mientras se situaba como árbitro entre él y Susana Díaz. Ahora, Sánchez gobierna esa nación y ha decidido hacerlo sin López.