Hay ocasiones en las que los comportamientos de las redes mafiosas esconden también otros delitos más íntimos. Amenazas y presuntos malos tratos como los recogidos por la Guardia Civil en el marco de la operación Sakura contra la distribución de drogas en la costa de Alicante. En una de las conversaciones captadas por los agentes, es uno de los investigados, de nacionalidad británica pero afincado en España, quien habla con su madre. En esa conversación, le explica que finalmente "terminará matando" a su pareja o "incluso llegará a cortarle la cabeza a su hijo" y se la enviará a ella después.
Pero el tratamiento vejatorio contra las mujeres no acaba ahí. En otro momento de la conversación el presunto capo -con antecedentes en España por malos tratos- le explica a su madre que llegó a exigir 25.000 euros en metálico a una exnovia para dejarla en paz y salir de su vida. Además según sus propias palabras, le partió un brazo.
En otra de las conversaciones, registrada en noviembre de 2017, es este mismo investigado, a quien los informes de la Guardia Civil vinculan directamente con la venta de estupefacientes, el que le comenta a su madre que conoce mucha gente a la que puede contratar y que "se divertiría" haciendo daño a su compañera sentimental por 20 euros.
La agresión a su pareja de otro investigado
De hecho, no es el único episodio de violencia contra la mujer que alberga esta trama, desarticulada tras dos años de investigación por la Guardia Civil y que se saldó con la localización de tres laboratorios clandestinos de manipulación y venta de droga y los principales implicados en prisión preventiva mientras prosiguen las pesquisas.
En otro momento, los agentes tratan de localizar a un ciudadano colombiano investigado también por el caso con la sospecha de que había abandonado el país para no cumplir con la Justicia. En entonces cuando se percatan de la denuncia por malos tratos que tiene desde 2011. En esa fecha, una patrulla localizó a dos testigos que aseguraban haber visto a un hombre dándole una paliza a una mujer a las puertas de un colegio. Los testigos fueron incapaces de identificar a las dos personas, por lo que los agentes se marcharon al hospital de Torrevieja para confirmar si alguna mujer estaba siendo atendida allí con lesiones compatibles. Y así fue.
Ante los agentes, la mujer aseguró que no quería presentar denuncia dio una explicación distinta de lo que había sucedido: que una amiga le había empujado sin querer y se había caído por las escaleras. "Minutos después" según el parte de la Guardia Civil cumplimentado en aquel momento, la mujer cambió de versión para asegurar que se había caído sola por las escaleras. Al consultar su identidad en las bases de datos policiales, los agentes confirmaron que se trataba de una mujer que había sufrido ya malos tratos con anterioridad por parte de su pareja, uno de los investigados.