El PP acarrea su pasado corrupto con la misma constancia inservible que Sísifo su pesada roca. Cuanto más parece acercarse a la cima de su expiación, con más ahínco las fechorías del pasado lo precipitan a la sima de la que quiere alejarse. Hasta hace apenas dos semanas los imputados, “esas personas de las que usted me habla”, en lenguaje de Rajoy, eran espantadas como moscas molestas en las comparecencias ante la prensa. Pero todo funcionaba y el poder parecía una ley natural.
Hace 15 días, la primera sentencia Gürtel, que condenaba al PP como “beneficiario a título lucrativo” de una de las piezas investigadas, se llevó por delante a Rajoy y su Gobierno por la vía expeditiva de una insólita -por eficaz- moción de censura. El presidente tardó en reaccionar, pero lo hizo de un modo sacrificial: qué menos después de haber perdido el Gobierno por no dimitir a tiempo. El adiós inesperado de Rajoy, su despedida sin tutelas ni tutías insufló el aire puro de la renovación.
Sin embargo, este lunes, mientras la Junta Directiva Nacional del partido ponía fecha al congreso extraordinario de sucesión -20 y 21 de julio en Madrid-, la Audiencia Nacional imponía penas de cárcel a la banda de Correa y a [sólo] algunos ex altos cargos del PP de la Comunidad Valenciana por la financiación ilegal del partido en las autonómicas y municipales de 2007 y las generales de 2008.
A pagarlo...
Cuatro años de cárcel para el ex secretario general del PPCV en aquellos años de vino y rosas, Ricardo Costa, y prácticamente la misma pena para el ex viecesecretario David Serra. Cualquier que conozca la política valenciana de aquellos años sabe que han acabado pagando los mandaos. También lo saben en Génova. Y este es un detalle importante a la hora de valorar los silencios, las omisiones y la parquedad expresiva con que se recibió la noticia en la Junta Directiva. No es mala conciencia, es patada hacia delante.
El fallo saltaba a los medios prácticamente coincidiendo con la intervención del presidente nacional del partido. Y el asuntillo de la segunda condena Gürtel fue como una bola de arbustos rodando por alguna calle desierta. Rajoy, a lo suyo, puso énfasis en que "estamos arrancando un proceso de renovación y puesta a punto en nuestro partido. No se trata sólo de escoger al nuevo presidente -dijo-, se trata de plasmar a través de esa elección nuestro renovado compromiso de servicio hacia los españoles".
Así que le tocó torear con la prensa a Pablo Casado, que salió de la sede con una carpa de circo a modo de capote: “La sentencia de Gürtel es una lamentable noticia más; hay que hacer un borrón con lo que no ha funcionado en el pasado”. Va de suyo que el vicesecretario de Comunicación del PP se refería a las prácticas corruptas, a la financiación ilegal a cambio de contratos amañados. “El PP ya ha hecho todo lo posible legislativamente para hacer frente a ese tipo de conductas”, concluyó. De leyes y conductas.
Por alusiones, claro, también tuvo que comentar el asunto la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig: "Les puedo asegurar que en el PP en general, y en particular en la Comunidad valenciana, hemos aprendido la lección y estamos trabajando de forma correcta para que estos hechos no vuelvan a producirse".
Luego tiró de catón: “Las personas que aparecen en esa sentencia ya no ocupan ningún cargo orgánico dentro del PP”. Sí fue valiente -sin alharacas- Bonig al admitir que se "acreditan unos hechos" que el partido "reconoce". Pues eso, un partido que rueda como piedra cuesta abajo, o como arbusto empujado por el viento, hacia la gloria de su renovación, a ver si escampa algún días el horizonte judicial.