María Dolores de Cospedal, Soraya Sánez de Santamaría.... y los ecos de Luis Bárcenas se han convertido este martes en los tres ingredientes principales del cóctel para la renovación del Partido Popular. Las dos primeras han dado un paso adelante y han presentado sendas candidaturas para dirigir la formación tras la marcha de Mariano Rajoy. Lucha de titanes. Sin embargo, ambas mantienen un elemento en común: son las presidenciables más expuestas a las bombas informativas que pueda guardar todavía el extesorero del Partido Popular, ahora en prisión.
La sospecha de que Bárcenas pueda marcar con sus revelaciones el congreso que elegirá al presidente del partido los próximos 20 y 21 de Julio ha estado presente en los últimos días en los despachos de la calle Génova. De hecho, el riesgo a un nuevo escándalo ha hecho tambalear durante horas algunas candidaturas. Pero tanto Cospedal como Sáenz de Santamaría saben ya lo que es el desgaste producido por el goteo de Bárcenas y sus amagos de tirar de la manta. Las dos han visto como el extesorero amagaba con hacer pública información comprometedora sobre ellas o su entorno. Sobre la exvicepresidenta, Bárcenas anunció incluso por escrito que tenía mensajes y correos sobre gestiones difícilmente explicables. Contra el entorno político de Cospedal guardaba también datos relevantes.
Sin embargo, la exposición de ambas al problema siempre ha sido dispar. Mientras Cospedal tuvo que asumir las ruedas de prensa más delicadas y las explicaciones más bochornosas sobre la relación de Bárcenas con el PP, Sánez de Santamaría se movió siempre en un segundo plano, con la excusa de que los manejos de aquel señor engominado y con abrigo eran cuestión del partido, y no del Gobierno de que ella era vicepresidenta.
Fue una cortina de humo. Bajo cuerda, la ministra del PP y varios miembros de su gabinete participaron en maniobras discretas para intentar beneficiar al extesorero, con el empresario Mauricio Casals como intermediario. Así lo relató al menos el propio Bárcenas en una carta escrita para la Audiencia Nacional.
Todavía hoy, Cospedal se ha apuntado como tanto su gestión, su oposición frontal al extesorero condenado. De hecho, fue la única que consiguió ganarle en los tribunales y que fuera condenado tras acusarle de cobrar sobresueldos. Por su parte, Sáenz de Santamaría ha sido mucho más parca en palabras en este asunto. Hoy y siempre.
Cospedal: a la defensa de lo indefendible
Fue en febrero de 2013, dos semanas horas después de que se confirmara la existencia de 22 millones de euros a su nombre ocultos en Suiza, cuando María Dolores de Cospedal tuvo que salir públicamente a defender la "indemnización en diferido" que el Partido Popular había pactado presuntamente con Bárcenas.
Sobre el papel, la formación había prescindido de sus servicios en 2010, cuando se confirmó su imputación en el caso Gürtel, pero la prensa descubrió que Bárcenas seguía cobrando del partido y con la Seguridad Social pagada. No solo eso. Además ocupaba la llamada Sala Andalucía de la sede de Génova con su documentación. Allí guardaba también sus ordenadores, que luego fueron fruto de una batalla judicial en la que el PP destrozó sus discos duros, Bárcenas buscó el conflicto y todo quedó en nada cuando el exsenador retiró su acusación justo antes de llegar a juicio.
Aquel día, Cospedal tuvo que defender lo indefendible: que Bárcenas seguía cobrando del Partido Popular por una "indemnización en diferido" que se convirtió en un mantra. Una frase a modo de trabalenguas que pasó de los medios a los memes. Y de allí al acerbo cultural de todo aquel que haya hablado alguna vez de corrupción política en España, erosionando con ello la imagen de la secretaria general del PP casi tan rápido como la del presidente Rajoy al grito de "Luis, se fuerte".
Mensajes con la mano derecha de Santamaría
Sin embargo, en aquellas fechas Bárcenas mantenía contactos más discretos con la Justicia y la policía, con sus compañeros de partido de por medio. Una batalla soterrada que pasaba, según sus propias palabras, por la intermediación de María González Pico, mano derecha de Santamaría en la vicepresidencia del Gobierno y una correa de transmisión: el hombre fuerte de La Razón Mauricio Casals.
Tal y como adelantó EL ESPAÑOL, fue el propio Bárcenas quien de su puño y letra, detalló a la Audiencia Nacional estos contactos, que arrancaron en marzo de 2012 y se prolongaron hasta abril de 2013, poco después de la rueda de prensa de María Dolores de Cospedal. "A lo largo de ese período, Mauricio, con el conocimiento de Rajoy, fue mi interlocutor con Jorge Fernández (entonces ministro de Interior) y Soraya Sáenz de Santamaría" [...] "En el mes de agosto de 2012 recibí una llamada de María González Pico (Jefa de Gabinete de Soraya) para que presentase urgentemente un escrito en la dirección general de la Policía pidiendo que se investigase quién es Luis el cabrón".
La anotación tenía una importancia vital para el procedimiento contra Bárcenas. En esa época, todavía permanecían ocultos los más de 40 millones que el extesorero guardaba en Suiza. Por lo tanto, las principales pruebas en su contra se centraban en la identificación que el contable de Francisco Correa había hecho sobre "Luis el cabrón" en la contabilidad B del grupo, localizada por la Policía. Si Bárcenas podía quedar fuera del procedimiento demostrando que esas anotaciones no respondían a su persona, todavía tenía una opción para que su fortuna oculta no se descubriera. Y de que el escándalo dentro del Partido Popular fuera una detonación controlada que quedara prácticamente sin bajas.
En su escrito a la Audiencia Nacional, Bárcenas reconoce incluso que sus maniobras tuvieron efecto. En enero de 2013 y según la versión de Bárcenas, llegó a haber una versión consensuada para desvincularle de las anotaciones de la caja B de Correa: "No podemos afirmar que Luis El Cabrón sea Luis Bárcenas (En lo básico). El 16 de ese mes. Suiza confirmó el bloqueo de 22 millones de euros a nombre de una fundación vinculada con Bárcenas "Y la policía se desdice". En su escrito reconociendo los contactos, Bárcenas avanza además "hay correos y mensajes míos con Mauricio, María González Pico y Jorge Fernández". Esa documentación, a día de hoy, todavía no ha visto la luz.
Batallas en los juzgados
Las cuentas en Suiza aparecieron, y la esperanza de Bárcenas de frenar las investigaciones en su contra (su mujer llegó a estar desimputada de la causa) se fueron con ellas. Fue entonces cuando se recrudeció su batalla contra el entorno de Rajoy dentro del partido, con Maria Dolores de Cospedal como principal diana.
Medio año después de la rueda de prensa de su despido en diferido, Bárcenas decidió acudir a los tribunales y denunció un presunto despido improcedente. Pidió 900.000 euros al partido a modo de indemnización en un procedimiento que costó la imputación de varios responsables del PP, con el abogado Alberto Durán a la cabeza.
Poco después, el extesorero presentó un recibí firmado presuntamente por el tesorero del PP en Castilla-La Mancha en el que se reconocía la recepción de 200.000 euros. Un dinero que presuntamente sirvió para sufragar la campaña electoral de Cospedal.
El documento fue incluido en el sumario del caso Gürtel, pero en 2015 el juez encargado del caso se inhibió en favor de sus compañeros de Castilla-La Mancha. Allí, el caso fue archivado con el argumento de que la Intervención General del Estado no encontró anomalía alguna en el contrato con el que supuestamente se vinculaba el dinero. Así, la entrega de los fondos quedaría solo en un delito de financiación ilegal de partido. Y ni siquiera eso, ya que en aquellas fechas ese delito no existía penalmente en España. Así, el caso quedó cerrado y nunca se sustanció si realmente se entregaron los fondos.