La intención era que los compromisarios del Partido Popular mencionaran virtudes y defectos del presidente saliente, Mariano Rajoy. Pero no ha sido posible. Ninguno de los entrevistados ha diagnosticado vicios en el hombre que este viernes dejaba el liderazgo de la formación conservadora después de catorce años.
Todos han alabado su “prudencia”, su “saber estar”, “su honradez y honestidad”. En el imaginario de quienes eligen al nuevo presidente del PP, no hay rastro de la corrupción o la gestión catalana. O por lo menos, no en relación a Rajoy. “Ha sacado a España de la crisis”, “logró que no nos intervinieran”… Incluso uno de sus admiradores ha asegurado: “En él son todo virtudes”. Otro se ha atrevido a enumerar “unos pocos defectos”, pero no los ha especificado.
Una compromisaria madrileña, la que ha ido más lejos, ha mencionado como defecto “la timidez” porque “eso dicen quienes le conocen”. A continuación, y ya sobre el escenario, todos los discursos han alabado el trabajo de Mariano Rajoy en La Moncloa. Luis de Grandes ha llegado a afirmar que no quitará su retrato del despacho. Ana Pastor ha aseverado que su “calidad humana” también la han percibido sus adversarios políticos y Cospedal le ha aupado como el hombre que hizo posible el “milagro económico”. Todos ellos le han calificado como el mejor presidente de la democracia y también del Partido Popular. Ni rastro de José María Aznar.