Alberto Aguilar, padre de Patricia Aguilar, temía que su hija no quisiera encontrarse con él: "La han aleccionado para que nos vea a su familia como a un demonio". Aquella frase resumía un año y medio en el infierno de la incertidumbre, de no saber dónde estaba la joven que, con 18 años recién cumplidos, abandonó su casa en Elche para abrazar los designios de un líder sectario en Perú. Una odisea y una búsqueda desesperada que, por fin y pese a los miedos, ha culminado con un abrazo desgarrado, tal y como informan fuentes próximas a la familia a EL ESPAÑOL.
Es posible que Alberto Aguilar no se sienta cómodo con el título de padre coraje con el que se le ha bautizado en estas semanas. Que piense que no ha hecho más que lo que haría cualquier padre. Pero este último año y medio han puesto de manifiesto una entrega hasta los límites. La suya, la de su mujer Rosa María, la de la prima de Patricia, Noelia, que ha actuado como portavoz de los Aguilar.
Entre todos han librado una lucha desesperada contra un dios, el príncipe Gurdjieff. Dios a los ojos de los adeptos de su secta; delincuente recientemente detenido por las autoridades peruanas por sus últimos movimientos. A Patricia la localizaron en el fondo de la selva peruana en un frágil estado de salud, en los huesos y con un bebé nacido hace pocas semanas. Junto a ella, otras mujeres y otros niños subyugados a Félix Steven Manrique, nombre del individuo que se había erigido como deidad.
4 de julio de 2018: el primer encuentro con Patricia Aguilar era crucial. Por eso sólo la trataron las autoridades peruanas y un grupo especializado de psicólogos. Enfrentarse de golpe con su familia podía ser un shock difícil de superar. Por eso se ha esperado casi tres semanas para producirse este encuentro.
El encuentro
La familia Aguilar resume en un comunicado cómo ha sido este primer encuentro en Perú:
"Desde un primer instante la conexión entre padre e hija fue muy buena, recibiéndose con un abrazo y conversando durante un largo espacio de tiempo. Patricia también pudo hablar con su madre Rosa M.ª y su hermano a través de videollamada, y se interesó por el estado del resto de la familia.
Se mostró en todo momento muy receptiva y tranquila. Físicamente está mucho mejor tanto ella como la bebé, de la que no se separa ni un segundo y presenta orgullosa y muy cariñosa a sus padres. También ha expresado algún temor a los medios de comunicación, por lo que aprovechamos para pediros que se siga respetando la privacidad de Patricia en los próximos días".
La familia de Patricia -que agradece el esfuerzo a todos los organismos involucrados- trabaja ahora para resolver los trámites administrativos que permitan el regreso de la joven (ahora tiene 19 años) y del bebé a España. La niña recién nacida no fue asistida por un médico, por lo que no constan documentos que acrediten su identidad. Esperan que esas gestiones puedan resolverse en fechas próximas y gestionar el regreso con el equipo de psicólogos con el que trabajan.
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