La oposición y desde ciertos estamentos de la Unión Europea se acusó a Pedro Sánchez de provocar un efecto llamada al abrir las puertas de España al barco Aquarius, con más de 600 personas a bordo, a principios del mes de junio. Tanto el Gobierno socialista como sus socios han defendido desde entonces motivos humanitarios para ejercer esta labor de acogida. Este jueves, no obstante, el presidente ha lanzado un mensaje dispuesto para enterrar ese efecto llamada: la expulsión a Marruecos de las 116 personas que habían accedido a Ceuta tras un nuevo salto masivo.
La noticia de este jueves sorprendía porque Madrid y Rabat acordaban el cumplimiento de un acuerdo firmado en 1992 que se venía incumpliendo de forma sistemática desde entonces. En ese acuerdo se abría las puertas a que España, de forma legal y tras identificarles, devolviese a los migrantes a territorio marroquí. La presión migratoria, unida a una relación bilateral abrupta en esta materia, habían convertido este acuerdo en papel mojado.
El Ministro de Exteriores español, con Josep Borrell a la cabeza, negoció con Marruecos la aplicación de este convenio tras el salto masivo de la valla del pasado miércoles, en el que 116 personas lograron acceder a Ceuta. Siete guardias civiles resultaron heridos. Los migrantes llegaron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, ya desbordado tras los episodios del pasado 26 de julio: 700 personas saltaron la valla e hirieron a 22 agentes.
Las causas del acuerdo
¿Por qué se recupera ahora ese viejo convenio de 1992? Se trata del Acuerdo entre España y Marruecos relativo a la circulación de personas, el tránsito y la readmisión de extranjeros entrados ilegalmente firmado por ambos países. La pregunta, en parte, se sostiene sobre la cumbre que Angela Merkel y Pedro Sánchez mantuvieron el pasado 12 de agosto en Doñana, en el que traslució que la Unión Europea destinaría fondos a Marruecos y Túnez para desarrollar una materia migratoria común.
Ese acuerdo abrió las puertas a un nuevo escenario. Desde Rabat se mostraron más proclives a abordar una posible devolución de las 116 personas que saltaron la valla en Ceuta, como finalmente ha ocurrido. Agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil fueron los encargados de entregar a los migrantes en pequeños grupos de 10 o 20 personas a las autoridades marroquíes. Fuentes del Ministerio de Exteriores detallan que, en caso de que se produzcan nuevos saltos masivos, habrá que volver a negociar una posible devolución.
"Que no sea hecho aislado"
Con estos movimientos, Sánchez lanza un mensaje: las fronteras de España no son tan permeables como había podido anunciar con la bienvenida del Aquarius. Al menos, Ceuta y Melilla se blindan con una nueva muralla, invisible a los ojos, pero de un fuerte carácter disuasorio.
Por su parte, la Asociación Española de Guardias Civiles, ha aplaudido la decisión del Gobierno de Pedro Sánchez: "Esperamos que no sea un hecho aislado y que mande un mensaje claro y rotundo en contra de las agresiones a los guardias civiles".