"Juzguen lo que quieran juzgar". Ése ha sido el escueto mensaje que Daniel Montaño ha dirigido este jueves al jurado popular que en pocas horas deberá decidir sobre el grado de responsabilidad y cordura con el que actuó cuando asesinó hace dos años en Vitoria a una bebé de 17 meses llamada Alicia, a la que lanzó por la ventana y, según las acusaciones, trató también de matar a su madre, Gabriela, una joven entonces de 18 años vecina de Burgos.
El profesor de saxofón acusado de asesinato y tentativa de homicidio para el que se piden las penas máximas del Código Penal por ambos delitos, incluida por tanto la prisión permanente revisable, ha cerrado con su brevísima intervención, enigmática y balbuciente, la última sesión del juicio oral, destinada a escuchar las alegaciones de las partes.
Las tres acusaciones han coincidido en que no hay una enfermedad mental detrás de la conducta del acusado, ni tampoco arrepentimiento, sino un "acto de pura maldad". Y han solicitado a las seis mujeres y tres hombres integrantes del Jurado que no se sientan intimidados por la magnitud de las penas, ya que es al magistrado presidente del Tribunal a quien corresponde esa función. "La prisión permanente revisable no es una cadena perpetua", ha mantenido el abogado de la acusación popular.
La defensa, que alega enajenación, ha reclamado que se tenga en cuenta la patología mental de su defendido agravada por la ingesta de cannabis y alcohol como eximente completa, o en su caso parcial, y que se le recluya en un centro psiquiátrico pero no en la cárcel. Del mismo modo ha pedido al Jurado que no lo condene de antemano y que "no se deje guiar por las emociones sino por las pruebas".
Además de a una condena que le haría permanecer en prisión entre 25 y 25 años antes de que pudiera ser sometida a revisión, el profesor de música se enfrenta también a diez años menos un día de cárcel por el presunto homicidio en grado de tentativa cometido contra la madre de la pequeña Alicia. La defensa ha modificado sus conclusiones iniciales y rebajado la calificación en este segundo caso a un delito de lesiones.
La última sesión del juicio, por el que han comparecido más de sesenta testigos a lo largo de ocho jornadas, ha estado plagada de llamamientos al jurado, explicaciones didácticas sobre los tipos penales y su aplicación, precedentes judiciales, referencias religiosas y emotivas y algún gesto de teatralidad como el del representante de la acusación popular, Clara Campoamor, que ha realizado su alegato de pie y moviéndose por la sala como en las películas americanas.
La "parábola del león" prueba "irrefutable"
El objetivo de las acusaciones ha sido demostrar cómo la prueba pericial practicada durante la vista contrarresta la apocalíptica declaración realizada por el profesor de música, quien aseguró que mató a la bebé durante una "batalla bíblica" porque ella encarnaba "la semilla del mal" y él es "un trabajador de la luz" en lucha por la salvación del mundo.
El fiscal, Fidel Cadena, ha mantenido que el 25 de enero de 2016 cuando a las 3.30 horas Daniel lanzó a la pequeña por la ventana él era consciente de lo que hacía y que los forenses han declarado que tenía "conservadas en grado suficiente sus facultades volitivas y cognitivas". Es más, ha interpretado el cambio de la defensa de rebajar el ataque a Gabriela a un delito de lesiones como el reconocimiento tácito de que el acusado era capaz de discernir, "ya que tenía capacidad de querer no matar a la madre".
Para el Ministerio Público ha quedado probado que el encausado tiene un trastorno de la personalidad pero no que sufra una patología mental que anule su voluntad y su raciocinio, por lo que no puede aplicársele ninguna eximente de responsabilidad penal.
El fiscal Cadena ha insistido en esta afirmación con el argumento de la ausencia de arrepentimiento mostrado por el acusado. Ha sostenido que "sólo se preocupa por las consecuencias jurídicas" y que esa falta de petición de perdón "es algo antinatural" en una persona que dice "haber hecho algo sin querer".
Luego ha reparado en que ni los ertzainas que detuvieron a Montaño, ni el psiquiatra que lo atendió al día siguiente, ni los especialistas públicos que lo hicieron con posterioridad, tanto en los juzgados como en la cárcel, observaron que no estuviera en sus cabales o padeciera una enfermedad. Y ha enumerado las "contradicciones" en las que ha incurrido Daniel a lo largo del proceso para mantener que el profesor de música, que no dijo nada sobre voces o la semilla del mal cuando fue detenido o atendido en urgencias, ha ido construyendo una historia a lo largo del tiempo para conferir cierta credibilidad a su supuesta esquizofrenia.
Como prueba "irrefutable" de su tesis de que Montaño está fingiendo y no vivía en una realidad paralela cuando tiró a la bebé por el balcón, el fiscal ha aludido a lo que ha denominado irónicamente la "parábola del león". "Si en un brote psicótico dices ver un león y te preguntan dices que huyes del león", mientras que Montaño -ha argumentado- no mencionó al diablo sino que explicó a los ertzainas que había matado a la niña".
"A Alicia no la mató una enfermedad mental llamada esquizofrenia, la mató una enfermedad del alma (…), una persona mala", ha finalizado Cadena.
"Trató de llegar a un acuerdo para eludir la cárcel"
Las abogadas que representan a la madre y al padre de Alicia – la joven pareja está divorciada- se han adherido a las conclusiones de la fiscalía
La primera, en un emotivo discurso, ha incidido en la tesis de Gabriela de que su rechazo a mantener una relación sexual con el acusado fue el "desencadenante" del ataque sufrido. "No hay día en que no se arrepienta de no haber hecho caso a su petición de sexo oral", ha afirmado. Ha desvelado que el acusado trató de llegar al acuerdo del pago de una indemnización a cambio de la aceptación de la eximente por trastorno psiquiátrico, cuando "ningún dinero del mundo puede reparar el daño causado". "Estamos ante una persona malvada, perversa y sin arrepentimiento alguno", ha concluido.
Bajo la misma óptica la representante del padre, -que ha defendido la libertad de Gabriela y su derecho "a confiar" en el acusado "sin que eso suponga ser una mala madre"- , ha incidido en que "el enorme ego" de Daniel no pudo aguantar el rechazo a su petición sexual. También ha expuesto que el acusado lleva dos años y medio en la cárcel "fumando sus porritos de marihuana" de vez en cuando, pero "sin ningún tipo de tratamiento ni brote (psicótico)". "Debe cumplir (la pena) en un centro penitenciario porque está tan cuerdo como yo", ha sentenciado.
La acusación popular, ejercida por la asociación Clara Campoamor, ha incidido además en que los dos únicos psiquiatras que mantienen que el acusado sufre una esquizofrenia son testigos pagados por la defensa. "¿Cuántos ceros sostienen esas afirmaciones?", ha preguntado el abogado José Miguel Fernández advirtiendo que otros siete especialistas niegan la patología.
Este letrado ha explicado cómo una "cuestión técnica" ha permitido que el acusado se "libre de un asesinato por violencia de género" pese a "ser un machista" y a haber atacado a Gabriela "por ser mujer y no querer mantener relaciones sexuales". Ha sido quien ha empleado las calificaciones más gruesas contra Montaño, "un egoísta" y "un psicópata" sin "ninguna empatía" hacia otras personas. "Daniel es un depredador que busca víctimas concretas, jóvenes menores de edad, sin recursos, sin dinero, sin familia, extranjeras (Gabriela es de origen brasileño)….", ha detallado. Finalmente ha rechazado que se pueda aplicar como atenuante el consumo de marihuana porque "el acusado sabía que le sentaban mal los porros".
"La locura no va por la calle con un cartel"
"Ustedes deben valorar las pruebas, no las emociones", ha arrancado el abogado de la defensa, Martín Martínez Guevara, que ha recurrido al género cinematográfico para pedir al Jurado que no "prejuzguen" y no se dejen "engañar" por la estrategia de las acusaciones. Ha buscado el símil con la película Matar a un ruiseñor y se ha presentado como el Gregory Peck que intenta defender al hombre de color, "a esta persona (Montaño) que ha sido ya condenada por los medios de comunicación".
En su alegato final ha subrayado que él no pide la absolución sino la reclusión en un psiquiátrico para los años que determine el juez y ha pedido al tribunal popular que examine las pruebas directas y no los meros indicios para llegar a un veredicto.
Como prueba directa de que su defendido peleó con Gabriela pero no trató de matarla ha recordado que ningún testigo oyó la amenaza y ha referido testimonios de vecinos que sólo vieron como ella se defendía en el balcón agrediendo al acusado. Como prueba directa de que Montaño no finge una enfermedad ha mencionado las declaraciones de una exnovia de que cuatro o cinco meses antes del crimen Daniel le había dicho que "tenía poderes y la misión de salvar el mundo". "Si me pongo una toalla y digo que el mundo se acaba, ¿esto es una extravagancia o una locura?", se ha preguntado en alusión a lo contemplado por Gabriela pocas horas antes del asesinato.
Martínez Guevara ha traído a colación el testimonio del instructor del atestado policial que tomó declaración al acusado tres horas después de su detención y que observó en él “una actitud delirante” y “frases incoherentes”
Ha manejado la tesis de que un porro y una única cerveza pueden causar una intoxicación plena y desencadenar una psicosis cannabica, así como que un enfermo puede vivir una realidad paralela "sin que signifique que no comprenda en qué lugar está".
El abogado defensor ha citado en su intervención a célebres escritores que padecieron esquizofrenia, como Allan Poe, Hemingway, Kafka o Rousseau, para exponer que puede ser compatible con una vida intelectual aparentemente normal, en su intento de desmontar los testimonios de compañeros de Montaño que no habían apreciado comportamientos inusuales. "La locura no va por la calle con un cartel (…) no necesita gestos de exteriorización. Ésa es una visión miope de esta enfermedad mental", ha subrayado.
Después ha contradicho al fiscal y ha animado al jurado a estudiar la valoración de los forenses que no ha sido tan "determinante" y "deja abierta la puerta" a la enfermedad mental y ha recordado a sus componentes que en caso de duda prevalece el principio de presunción de inocencia y que los médicos pueden errar en su diagnóstico.
Para concluir su alegato ha mantenido que la prisión permanente revisable es contraria a la Constitución, que incluye el objetivo de "resocialización" de los presos, y ha interpelado al jurado sobre si pretende volver al siglo XVIII o XIX. "Vamos a meterle ahí (en la cárcel) para que se lo coman (los demás presos)" ha espetado. "Si estuvieran en Estados Unidos siendo negros serían conducidos al pasillo de la muerte; no se dejen llevar por la primera impresión", ha solicitado finalmente al tribunal popular.
El jurado se reúne este viernes para responder al cuestionario de preguntas planteado por el juez y llegar a un veredicto que se espera se conozca a lo largo del día.