El concepto de "guerra asimétrica" también tiene su reflejo en Cataluña. Y más en días de grandes manifestaciones, acoso a la justicia o ataques a las fuerzas de seguridad del Estado. Si hay un sujeto que asume esta técnica en sus planteamientos es la CUP o los movimientos sociales separatistas. Lo explica la profesora de Ciencias Políticas Gema Sánchez Medero, que define así el término: "Es una forma de lucha en la que un enemigo pequeño busca combatir a un enemigo que tiene más recursos y que es considerado imbatible". Muchos de esos conflictos, reseña esta experta, tienen que ver con "cuestiones de identidad nacional o nacionalismos".
Las guerras asimétricas, relata Sánchez Medero, pueden ser de distintas clases: "Normalmente, en el mundo occidental se habla de terrorismo, pero hay otros grupos que también emplean este tipo de lucha, como por ejemplo las guerrillas o los movimientos de carácter étnico".
Con la vista puesta en Cataluña, Sánchez Medero diagnostica así la guerra asimétrica buscada por los separatistas mediante los lazos amarillos o el corte de carreteras: "Llevan el conflicto adonde les conviene. Se camuflan en la oposición civil y tratan de dar la vuelta al malestar social causado por sus acciones para lograr el apoyo del mayor número de ciudadanos".
"Intentan que la lucha tenga lugar en espacios y contextos poco habituales. Idean nuevas herramientas con las que no cuenta el Estado. Su adversario -España- tiene más recursos y ellos lo suplen con esa transgresión de las reglas del juego", esgrime esta profesora.
La batalla no tiene por qué darse de forma visible. Véase la ciberguerra, la guerra química y biológica, los conflictos medioambientales o de seguridad energética... No obstante, y en relación a Cataluña, el concepto de guerra asimétrica coloca sobre la mesa imágenes recientes: los insultos al juez Llarena en un restaurante, la destrucción de coches de las fuerzas de seguridad del Estado o el encierro forzado a un grupo de guardias civiles en la consellería de Economía.
¿Cómo se neutralizan estos envites? "La principal solución es intentar anticiparse a los planes y los golpe. Para ello, los órganos de inteligencia y las fuerzas especiales deben colaborar en el intercambio de información, coordinando acciones conjuntas, etc", narra Sánchez Medero.
Esta profesora de la Universidad Complutense de Madrid acaba de publicar Amenazas pasadas, presentes y futuras: las guerras asimétricas. Un libro en el que han colaborado expertos y estudiosos con experiencia en el ejército, como el exoficial y escritor Federico Aznar, el analista del ministerio de Defensa Ángel Gómez de Ágreda, el politólogo Fernando Díaz Alpuente y el excoronel de Artillería Emiliio Sánchez de Rojas.
Según explica Sánchez Medero, el término de “guerra asimétrica” aparece por primera vez en una publicación especializada en 1995. Aunque la gran obra teórica sobre la materia es el libro La guerra más allá de las reglas. Evaluación de la guerra y de los métodos de la guerra en la era de la globalización, escrito por dos coroneles chinos en 1999.
 
"La cuestión es que a raíz de los atentados del 11-S, cuando Al Qaeda derrota de alguna manera a Estados Unidos de forma diferente a la que estábamos acostumbrados, empieza a resurgir este tema de la guerra asimétrica. Es más, se comienza a pensar que los conflictos del siglo XXI ya no serán guerras convencionales de carácter puramente militar, sino que ahora los ejércitos también deberán enfrentarse a otro tipo de entidades que se caracterizan por su carácter transfronterizo y difuso", ahonda Sánchez Medero.
 
"Con esto no estamos queriendo decir que la famosa triada de Clausewitz (ejército-gobierno-sociedad) no siga estando vigente, pero ya no será válida para estas nuevas formas de guerra, donde el enfrentamiento se da entre adversarios de desigual potencia y con modos de acción no tradicionales. Precisamente, es así como funcionan los grupos terroristas", discurre.

¿Qué ocurre con la inmigración?

Los flujos migratorios han aumentado sobremanera en los últimos meses y ahora encuentran una política distinta al frente del Gobierno de España. Sánchez acogió el Aquarius, pero expulsó semanas después a los más de cien inmigrantes que saltaron la valla de Ceuta.
"Estamos viviendo una gran crisis de inmigración en Europa. Una movilización de población que sale huyendo de unos Estados y recala en otros donde piensa que va a encontrar situaciones económicas y sociales mejores. Pero los movimientos migratorios también pueden ser aprovechados por fuerzas insurgentes para adentrar a personas en un país con la intención de llevar cabo acciones violentas", detalla Sánchez Medero. Una vez más, la aparición de las guerras asimétricas.
 
En este punto, diagnostica esta experta, el mayor problema pasa por el "miedo" de los países a compartir información: "Creen que así se pueden estar revelando cuestiones de seguridad nacional".
"También es necesario establecer una estructura jurídica que siente las bases de captura, cautiverio y reinserción de las fuerzas hostiles. El problema es que el ordenamiento jurídico, normalmente, va muy por detrás de estas nuevas amenazas", concluye esta profesora y escritora.