El Ministerio del Interior ha tomado nota de algunos de los episodios derivados de la operación Copérnico desplegada en Cataluña el año pasado, en plena escalada de tensión por el desafío soberanista. Desde la cartera que ahora dirige Fernando Grande-Marlaska no quieren que se repitan escenas que comprometieron la seguridad de los agentes. Se trata de los escraches y acosos a los que fueron sometidos en sus diferentes alojamientos. Por eso, Interior ha activado un plan para que los lugares en los que se hospeda estas semanas el millar de policías de refuerzo sean lo más discretos posibles.
El escenario actual no es el mismo que el del año pasado. Al menos, desde el punto de vista policial. El calendario está lleno de efemérides, pero no de actos de gran envergadura como el del referéndum del 1 de octubre de 2017. Eso se traduce en cifras reveladoras: si hace un año se desplegaron a alrededor de 6.000 agentes de refuerzo, ahora apenas se ha enviado a un millar de agentes a tierras catalanas, detallan fuentes de seguridad a EL ESPAÑOL.
La sensación imperante es que la situación del año pasado empujó a una cierta improvisación, que se tradujo en alojamientos precipitados y en un puñado de quejas de guardias civiles y policías por sus acomodos. El barco conocido con el nombre de Piolín, crucero atracado en el muelle de Barcelona, es un ejemplo de ello.
Pero, más allá de comodidades, desde Interior se ha tomado nota de algunas situaciones en las que se llegó a temer por situaciones de inseguridad. El alojamiento de policías y guardias civiles en hoteles, como el de Calella, fue crítico. La consigna entre sectores independentistas pasaba por trasladarles un ambiente hostil a base de escraches y campañas de acoso.
La directriz que se ha dado desde el Ministerio de Interior es que esas escenas no se repitan. Las cifras de agentes desplegados no son las mismas, por lo que la orden resulta más asequible. Policías y guardias civiles están distribuidos en acuartelamientos del Ejército y del Instituto Armado.
Los problemas de los agentes
Otra problemática diferente afecta a los guardias civiles y policías que ya estaban destinados en Cataluña y que, con el calendario sobre la mesa, ya deberían marcharse a otros destinos. Interior, no obstante, ha prolongado su estancia, con las consecuentes incomodidades que les pueden acarrear: muchos de ellos habían dado por vencidos sus contratos de alquiler en viviendas y ahora tienen que buscar un parche temporal de alojamiento.
En el caso de los guardias civiles, muchos han solicitado una estancia temporal en los acuartelamientos del Cuerpo, pero ya están en su límite ocupacional por los agentes de refuerzo enviados a Cataluña.
Tampoco han faltado las protestas por situaciones de comodidad. La Unión Federal de Policías (UFP) denunció a través de sus redes sociales el "hacinamiento" en el que residen los policías en el acuartelamiento militar del Bruc.
Más allá de esas protestas, la consigna dada por Interior se centra en la seguridad de los agentes. Que estén alojados en lugares discretos donde no sufran las campañas de acoso que se vivieron en Cataluña entre septiembre y noviembre de 2017.