La lista de los diez políticos más forrados de la Administración está encabezada, no podía ser de otra manera, por Pedro Argüelles, el que fuera secretario de Estado de Defensa entre 2012 y 2016 y que hizo su dinero mucho antes de entrar en el Gobierno, en los tiempos en loS que fue socio fundador de Banco Alcalá o director general del Banco Granada Jaén.
Vicepresidente de Boeing International, presidente de Boeing España y Portugal y ejecutivo en Asturiana de Zinc, fue también presidente de Aena a principios de siglo, dirigió el gabinete del ministro de Defensa durante la primera legislatura de José María Aznar y fue eurodiputado y diputado de la Asamblea de Madrid.
Gonzalo Ortiz Díez-Ortosa ocupa la segunda posición, con 25 millones de euros. Nacido hace casi 70 años en Madrid, y diplomático desde hace 45, lo ha sido todo en la diplomacia española. Fue nombrado en 2014 embajador en Corea.
La pareja de Wert
La tercera fortuna, con 14,6 millones, es la de Montserrat Gomendio Kindelan, pareja de su antiguo jefe, el exministro de Educación José Ignacio Wert, con el que tuvo uno de los destinos más placenteros de la Administración en París. Su dinero le viene por vía de herencia: procede de una saga familiar relacionada íntimamente con el franquismo y su padre, José Manuel Gomendio, contribuyó como constructor al turismo de sol y playa en la Costa del Sol española durante el tardofranquismo.
En todo caso, Gomendio tiene un excelso currículum como bióloga, investigadora del CSIC y exdirectora del Museo de Ciencias Naturales, y una vasta producción científica. Fue secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades hasta 2015, cuando pasó a ocupar la dirección adjunta de Educación en la OCDE.
La revelación de su patrimonio deja claro, eso sí, que su complejo divorcio, que supuso un reto a la hora de llevar a cabo el reparto de bienes al estar casada en régimen de gananciales, no supuso una merma en su herencia.
Fidel Sendagorta, también diplomático y director general para América del Norte, Asia y Pacífico, está en cuarta posición con 12,4 millones. El apellido quizá les suene por la familia vasca fundadores de Sener, que figura tradicionalmente entre las más ricas de España.
La quinta posición la ocupa el expresidente del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, que dejó el cargo en 2015 después de 43 años de servicio y que es otro exponente de la verdad más evidente de la publicación de más de un millar de patrimonios de altos cargos españoles: los embajadores son los reyes y tienen tanto dinero como apellidos.
En el número seis, María Victoria Morera Villuendas, embajadora en Alemania, con 8,6 millones millones y una brillante carrera diplomática que inició en 1982. En su anterior declaración de bienes, como directora general de relaciones bilaterales con países de la UE, países candidatos y países del espacio económico europeo, había notificado 10,4 millones.
María Jesús Figa López, embajadora en Vietnam y que fue la primera mujer en ocupar la embajada de España ante la Santa Sede, notifica 5,9 millones de euros y la séptima posición, seguida por varios otros altos cargos que completan la clasificación de los diez más ricos.
Sebastián Albella, presidente de la CNMV, ocupa la octava plaza, con 5,7 millones, de los cuales la gran mayoría corresponde a acciones, si bien cuenta además con un importante patrimonio inmobiliario.
Juan Antonio Gisbert, presidente de la Autoridad Portuaria de Alicante, tiene la novena posición, con 5,3 millones en activos, de los que la parte del león tiene que ver con 1,7 millones en acciones.
Y por último, en la décima posición, Salvador Meca, secretario general de la CNMV, con 5,2 millones, de los que la mayor parte se engloban en la partida “demás bienes y derechos de contenido económico”, que pueden ir desde planes de pensiones hasta obras de arte.
¿Por qué hay tantos embajadores?
Si llevamos la lista hasta los 50 más ricos nos encontramos, básicamente, con una gran lista de embajadores y con algunos cargos del Banco de España y otros organismos.
Si tenemos en cuenta que hablamos de que un embajador puede cobrar varias veces lo que el presidente del Gobierno, más de 400.000 euros brutos al año sumando todos los complementos, y que básicamente tienen cubiertas todas sus necesidades, hablamos de una profesión en la que básicamente con permanecer muchos años en el cargo e invertir con inteligencia se puede acumular un patrimonio significativo. Más aún en los casos en los que hablamos de carreras diplomáticas que se extienden durante décadas.
Pero es importante destacar que, salvo quienes encabezan esta clasificación, la mayor parte de los “ricos” de entre los altos cargos entran más en la categoría de “personas muy adineradas” que en la de “multimillonarios”. No hay muchos más de medio centenar de altos cargos en España con más de dos millones de euros declarados de patrimonio.
Para hacer una comparación legítima y no rasgarnos las vestiduras antes de tiempo, pensemos que el sueldo medio anual de un consejero delegado del Ibex 35 son más de cuatro millones al año. Al año.