Ésta es la historia de una maniobra final, abortada no se sabe por qué ni por quién, pero que pudo cambiar el signo de la historia reciente de esta España que ve cómo Cataluña se parte en dos. Todo por mor de unos políticos a los que un día se les gastó el victimismo nacionalista y se vieron abocados a azuzar el tigre del independentismo, del que no saben o quieren bajarse.
-Pero yo no me dedico a la política, yo no me meto en esos berenjenales, el que diga eso miente...
Joan Gaspart empieza negándolo todo, incluso antes de escucharlo. El caso es que EL ESPAÑOL ha tenido acceso a una de las piezas separadas del sumario que se sigue en el Tribunal Supremo contra los organizadores y ejecutores del golpe independentista de octubre de 2017. Y entre la documentación que obra en el poder de este periódico consta un correo electrónico que demostraría que el expresident Artur Mas maniobró contra la independencia y a favor de unas elecciones autonómicas anticipadas con el señor Gaspart, que sí que se habría metido en política, aunque él lo niegue.
Gaspart, presidente de los hoteles HUSA, del Consejo de Turismo de Foment del Treball y de la CEOE, de la patronal Cecot, el vocal del Consell de Cambres y, sobre todo, el dirigente máximo del FC Barcelona se ha significado siempre como "un catalanista no independentista", pero jamás ha ocultado su "amistad" con los prohombres de la política catalana. Entre ellos, los responsables del procés: su iniciador, Artur Mas, y su continuador y ahora mesías a la fuga, Carles Puigdemont.
-¡Fake news, fake news, es todo mentira!
-Buenas tardes, señor Gaspart... déjeme primero que le cuente para qué le llamamos.
Así había comenzado la conversación telefónica, atropellando desde el otro lado de la línea telefónica, sin querer escuchar de qué se le acusa. Pero pasados unos minutos, Joan Gaspart ya no desmiente la existencia de ese email.
La prueba del correo electrónico
Situémonos en el 26 de octubre de 2017, la víspera de la proclamación de independencia interruptus en la que Puigdemont asumía "el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república", a la luz del referéndum ilegal montado el 1-O. Aunque 15 segundos después proponía "que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo" con el Estado.
Aquélla fue una semana esquizofrénica, que había comenzado con el presidente del Gobierno -entonces Mariano Rajoy- invocando el artículo 155 de la Constitución para "salvaguardar la autonomía de Cataluña" frente a sus dirigentes que se habían "saltado la Constitución y el Estatuto" y terminó con un viernes de dolores: mientras el Senado aprobaba -por 214 votos a favor, 47 en contra y sólo una abstención- la intervención, el Parlament asistía a la proclamación de la independencia de Cataluña.
Pero en la víspera,
La misiva la envía Marta Romà (PDeCAT), teniente alcalde de Sant Pol de Mar (Barcelona) al buzón oficial de Maria-Reis Quinzaños, secretaria del expresident Mas, en el servidor de la Generalitat de Catalunya. Y en él Romà hace referencia a una conversación previa mantenida con Joan Gaspart en los siguientes términos:
"Reis, he llamado al señor Joan Gaspart, pide que le traslademos al president [Mas], después de las conversaciones mantenidas si le da luz verde para comenzar a mover a la sociedad civil silenciosa para que se pronuncien y den apoyo al president Puigdemont ante el bombardeo que se ha iniciado o iniciará contra su persona en caso de que convoque las elecciones".
En conversación con EL ESPAÑOL, y preguntado expresamente por este mail, Gaspart no ha negado su existencia y se ha limitado a decir que no recuerda haber hablado con Artur Mas en esos términos: "Lo que usted puede decir es que no desmiento mi relación personal y de amistad con el señor Mas, antes y después de ser presidente"
-¿Y nada más? ¿No puede ser que la señora Romà lo malentendiera a usted en el transcurso de una conversación en la que le hablara de sus buenos deseos para el expresident?
-Lo que también puede usted decir es que no desmiento mi conocimiento y amistad con el señor Puigdemont durante su etapa como presidente y después, cuando como todo el mundo sabe, se alojó en un hotel que yo tenía en Bruselas".
El mail que obra en poder de este periódico deja claro, en todo caso, que sí hubo conversaciones previas entre Gaspart y Artur Mas, pues la señora Romà que lo escribe le deja claro a la secretaria del expresident que todo está hablado entre ellos:
"Que no es necesario que hable con él, simplemente que le dé respuesta".
Los términos en los que está redactado el texto evidencian que, efectivamente, Gaspart estaría maniobrando entre bambalinas de la mano de Mas en contra de la proclamación de la independencia.
La cronología de un último fracaso
Aquel jueves 26 de octubre, Puigdemont anunció una rueda de prensa a las 13.30 horas y su oficina filtró que en esta convocatoria el president iba a convocar elecciones autonómicas anticipadas. Las televisiones y las radios conectaron en directo, los periódicos abrieron noticias en vivo para hacer el seguimiento del fin de la crisis... pero pasaron los minutos y Puigdemont retrasaba su convocatoria a las 14.30 h.
Mientras Santi Vila, a esas horas aún conseller de Empresa y Conocimiento, llamaba a Madrid hasta quemar la pantallla de su teléfono para lograr un arreglo, en la plaza Sant Jaume, una multitud se había reunido para "defender la república". Entre esteladas y a gritos de "¡traidor, traidor!" cientos de jóvenes dejaban claro al president que la calle ya estaba incendiada, que no podría bajarse de los lomos del tigre independentista y que, tras el 1 de octubre, ya no había vuelta atrás.
Pero, aunque a las preguntas de EL ESPAÑOL el empresario hotelero ha negado "ser nadie para movilizar a nadie ni tener poder para hacerlo", también queda claro en el correo electrónico que reproducimos en exclusiva que Gaspart sí parece tener capacidad movilizadora y que estaba dispuesto a ponerla en marcha si desde el Palau de la Generalitat llegaba el decreto de convocatoria electoral.
"Tal y como comentaron [Mas y Gaspart, el apoyo] sería con gente de Foment, Cecot, Consell de Cambres, sindicatos, etc.. que hasta ahora no han hecho declaraciones y tampoco saldrán a la calle pero que sí pueden reforzar desde su posición".
También Iñigo Urkullu pasó toda la mañana actuado de mediador y el Gobierno hizo llegar a Puigdemont a través del lehendakari que aún estaba a tiempo de detener la escalada y salvar su Govern. Pero que los procesos judiciales abiertos por el 1-O seguirían adelante en todo caso, cayera quien cayera.
Y así, pasadas las 15.00 horas, desde la sede del Govern se dejó saber, siempre de manera extraoficial, que no habría elecciones, que Puigdemont comparecería poco antes del Pleno del Parlament de las 17.00 horas para explicar que "no se daban las garantías" para convocarlas y el Senado reunía a la Comisión Constitucional para iniciar los trámites del 155.
Esa misma tarde, la Policía Nacional evitaba que los Mossos destruyeran miles de documentos en la incineradora de Sant Adrià de Besós (Barcelona). Alguno de ellos ha ayudado al magistrado instructor del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, a desenredar la trama golpista.
Este correo se salvó de la quema, pero es la crónica del último fracaso: al día siguiente se proclamó la independencia, el Senado aprobó la intervención del Govern y Gaspart no pudo demostrar su capacidad (o no) para movilizar a sus contactos empresariales por una autonomía estable como él: "catalanista, no independentista".