Una comisión de investigación otra vez convertida en un circo. El Partido Popular cree que ya pagó un alto precio por la corrupción con la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy de La Moncloa. Desde que los conservadores cedieron la bancada azul a los socialistas, ya no se callan ante los continuos ataques personales del diputado Gabriel Rufián, acostumbrado a hacer de cada comparecencia un show parlamentario.
El nuevo tono lo imprimió José María Aznar cuando acudió al Congreso como compareciente el 18 de septiembre. El expresidente no se dejó amedrentar por Rufián, que llegó vestido con una camiseta de José Couso, el cámara que murió en la guerra de Irak. El expresidente le acusó de haber roto "el orden constitucional" en Cataluña y de haber apoyado al Gobierno del PSOE, que vende "munición de precisión" a Arabia Saudí. Rufián se refirió al expresidente como el "señor de la guerra" y le acusó de fundar un partido fundado por los "golpistas del 36".
El diputado independentista acusó también al expresidente de "no tener vergüenza" y de ser el jefe "de este cártel" mientras le enseñaba una imagen de su primer gabinete de Gobierno. Aznar criticó su "histrionismo" y le invitó a acompañarle a pasear a su perro. Incluso le animó a que le llamara "Pepe" si así lo quería.
La siguiente comparecencia fue este martes, cuando el exsecretario general del PP, Francisco Álvarez-Cascos acudió también negar la caja b en el partido mientras él estaba en la cúpula. La bronca, esta vez, no fue entre el compareciente y el diputado de ERC. Rufián se enzarzó con la vicepresidenta de la Comisión, Beatriz Escudero, a la que llamó "palmera" en sede parlamentaria.
"Humillada"
Harta de sus descalificaciones, Escudero se levantó de la mesa de la Comisión y abandonó la sala cuando, según su versión, Rufián le guiñó un ojo. "¡No me guiñes el ojo, imbécil!", gritó la diputada antes de abandonar la sala. El diputado no dio su versión de los hechos hasta pasadas las siete de la tarde, cuando Escudero volvió a descalificar el tono del parlamentario acompañada de una veintena de diputadas del Grupo Popular en el Congreso. Reiteró que se sintió "humillada".
Tras convocar a la prensa en el Congreso, Rufián tiró de nuevo de un tono chulesco para desmentir la versión de la diputada ofendida. Según la versión del diputado de ERC, él no le guiñó un ojo, sino que los había cerrado "porque no me creía que defendiera la bandera fascista". Tras las preguntas de las periodistas, que insistían en que por qué no rectificó a la diputada en la misma sesión, el independentista les replicó en el tono habitual: "¿Estáis organizadas e irán a la manifestación del 8 de marzo?".
Rajoy, la línea roja
Los conservadores han denunciado reiteradamente que esta comisión de investigación solo sirve para "linchar" a un PP que "ya ha pagado un alto precio por la corrupción, que ha sido perder el Gobierno. Y aquí no profundizan, solo les interesa nada más que linchar al compareciente", insisten. De momento, la contrarréplica la dan en el Senado, donde los populares abrieron otra comisión de investigación para analizar las cuentas de los demás partidos políticos. De momento, no se libra de desfilar por la Cámara Alta -donde el PP tiene mayoría absoluta- la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que tendrá que hablar sobre los ERE en plena campaña electoral. Esta misma semana, los conservadores anunciaban que también forzarán la comparecencia de Pablo Iglesias para detallar el vínculo de Podemos y Venezuela.
La línea roja que el PP no está dispuesto a cruzar es que la oposición pida la comparecencia de Mariano Rajoy en la comisión del Congreso. El reglamento de las Cámaras indican que los comparecientes no se pueden negar a acudir a esa cita, por lo que si el expresidente del Gobierno es convocado difícilmente puede decir que no, ya que su ausencia conllevaría consecuencias penales. "Si se atreven a traerlo al Congreso... que se preparen", advierten desde Génova. La guerra continúa.