Si quedaban pocas dudas de que el presupuesto firmado por PSOE y Podemos era un asalto al contribuyente y un despropósito económico, la presentación de este lunes por la mañana ha despejado todas las incógnitas. Es un presupuesto completamente desprovisto de credibilidad, destructor y anticrecimiento.
El gobierno anuncia un cuadro macroeconómico que nadie en su sano juicio puede creer. Constata la ralentización y baja las estimaciones de crecimiento pero da unas estimaciones extremadamente optimistas de inversión (formación bruta de capital +4,4%) y exportaciones (+3,4%, un crecimiento mayor al de 2018 en medio de una ralentización del comercio global) y a la vez asume un aumento muy modesto de las importaciones que es inconsistente con el de formación bruta de capital… Eso se hace para que el sector exterior sume al PIB en vez de restar, como en 2018, por mayores importaciones. Nadie serio se cree un cuadro macroeconómico con un deflactor del PIB de 1,8%.
Si atendemos a los ingresos, los presupuestos muestran que las estimaciones de nuevos ingresos están completamente infladas. España nunca ha sido capaz de cumplir sus objetivos de consolidación presupuestaria acudiendo a aumentos de gastos e ingresos, y estos presupuestos no son menos.
. El gobierno pretende recaudar por impuesto digital (que pagamos todos) más del doble de lo estimado hace tres meses y casi tres veces más de lo que recauda Reino Unido, con un mercado mucho más grande que el español.
. En el impuesto por transacciones financieras el gobierno infla las estimaciones a más del triple de lo que recaudan otros países que la implementaron. Recordemos que Suecia recaudó diez veces menos de lo estimado y tuvieron que retirarlo.
. Impuesto de Sociedades. Asume un aumento de ingresos de 1.776 millones sobre la cifra récord de 2018 a pesar de que la ralentización y los beneficios empresariales estimados por consenso (+5%) muestran una evidente desaceleración en 2019.
. El incremento del IRPF en rentas muy altas aparece claramente inflado. Ya explicamos aquí que el impacto positivo en recaudación máximo serían 400 millones y podría llegar a 500 millones negativos. Un incremento del 10% en el tipo efectivo medio sobre las rentas de más de 150.000 euros hundiría la recaudación entre 500 millones y 2.500 millones de euros, según estudios de la Universidad Complutense.
. En cuanto a otros ingresos, están basados, de nuevo, en estimaciones completamente ficticias, incluyendo 500 millones de euros por políticas antifraude internacionales que nadie conoce y 218 millones por limitar el pago en efectivo.
Esta ristra de estimaciones infladas nos lleva a una más realista de un máximo de 1.800 millones de euros de recaudación adicional para un aumento de gastos de 16.000 millones de euros.
. El déficit no baja, sube. El aumento de gastos, efectivamente, estaba manipulado también. El aumento de gasto del conjunto de las administraciones públicas en 2019 es de 16.000 millones, lo que nos lleva a un déficit que partía ya de 27.000 millones de euros de entrada y al que se suma un más que probable desajuste adicional cercano a 3.000 millones y que podría llegar hasta 11.000 millones de euros. De hecho, la historia en España nos muestra que la media de error en estimaciones de ingresos en periodos de crecimiento es de 5.800 millones de euros anuales y hasta 12.000 millones en épocas de ralentización.
El gobierno aumenta los gastos y los impuestos, pone escollos al crecimiento y la inversión y, mientras certifica la ralentización, no solo no asume ningún impacto negativo en la economía sino que se estima que el brutal aumento de impuestos generará un efecto… ¡positivo! en la inversión, el empleo y la recaudación. Completamente inverosímil.
Esto no es social. Llevarnos a una crisis de deuda es anti-social.
No sólo no se cumple el ajuste que exige Bruselas, sino que se fía toda la consolidación a un crecimiento que se ralentiza y a unos ingresos completamente inflados e imposibles.
Los dos grandes asaltados por estos presupuestos son los autónomos y los consumidores. Los autónomos verán, en su inmensa mayoría (un 85%), un aumento de casi el 10% en sus cuotas. Y los consumidores sufrirán la subida del diésel, los productos tecnológicos y las comisiones bancarias.
Todas estas medidas atacan al empleo y la inversión, y van en sentido contrario a lo que están implementando las economías líderes.
El gobierno, que no para de decir que las subidas no afectarán a la clase media, espera en sus cifras recaudar más por la subida del diésel a todos nosotros que a las rentas más altas por IRPF y Patrimonio, mostrando la falacia de que la subida de impuestos no iba a recaer sobre el ciudadano medio. De hecho, la mayor parte de las subidas anunciadas son impuestos a ahorradores y consumidores (disfrazados como verde, transacciones financieras y digital).
Los grandes olvidados de estos presupuestos son las fuerzas y cuerpos de seguridad, a los que se les niega la equiparación salarial; los autónomos, a los que se les vuelve a penalizar; y las pymes, a las que se les engaña con una supuesta bajada de impuesto de sociedades mientras se les cruje eliminando deducciones y aumentando impuestos locales, verdes y regionales.
Son presupuestos profundamente antisociales, porque aumentan desequilibrios estructurales en época de crecimiento, lo que hará que los recortes cuando venga un cambio de ciclo sean mayores y mucho más agresivos.
Este gobierno y sus socios de moción de censura no buscan fortalecer la recuperación ni mejorar la sociedad. Buscan mantener el gasto clientelar, que no se toca en una sola partida, ya que mantienen sin rubor las duplicidades administrativas, las administraciones paralelas y las ineficiencias.
Estos presupuestos no se los puede creer nadie. Bruselas debe conocer en detalle los trucos contables y las falacias en estimaciones. Si aprueba estos presupuestos con los trucos mencionados, el desastre lo pagaremos todos los españoles, y será muy negativo para la propia Unión Europea.