El Gobierno está incómodo con el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Y quiere que se note. Zapatero se vio con Arnaldo Otegi, antiguo líder de Batasuna y condenado por terrorismo, en un caserío de Elgoibar (Guipúzcoa). Fue en septiembre, en una reunión secreta que trascendió este fin de semana cuando la publicó El Diario Vasco, aunque el propio Otegi rechazó confirmarla.
Pero el Gobierno no sabía nada. Al menos así lo dijo este lunes la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. "El presidente del Gobierno no ha tenido información ni antes de la reunión ni después de la reunión", dijo sin abundar en el tema.
El Ejecutivo podría haber dicho que respeta la agenda del expresidente o incluso hacer una loa de la gestión de Zapatero en materia antiterrorista ya que, como a menudo se recuerda, fue en la recta final de su mandato cuando ETA anunció que dejaba las armas. Pero no. Silencio oficial.
"El ciudadano Zapatero"
"El ciudadano Zapatero se reúne con quien quiere", explican fuentes de la Moncloa. "Si tuviéramos que controlar su agenda...", se resignaban colaboradores del presidente. Desde Moncloa hay orden de tratar el asunto con total frialdad sin añadir valoraciones, pero eso es en sí mismo un mensaje, ya que Sánchez tampoco se ha interesado por el contenido de la reunión a posteriori, algo que podría entenderse como una posible muestra de desinterés o de insignificancia del encuentro. "No hay por qué ponerse en contacto con nadie", explicaban las mismas fuentes.
Desde el entorno de Zapatero se lamenta que, casi siete años después de que ETA dejara de matar, dos personas que fueron importantes en el anuncio del alto el fuego permanente no puedan verse y conocerse, ya que no habían coincidido antes. "En un país normal tendrían el reconocimiento de todo el mundo", explica un cercano al expresidente. La idea del encuentro, según estas fuentes, surgió del propio Otegi y no se negoció nada ni hubo misión de Sánchez para que Zapatero llevase a cabo.
Los indultos
Sin embargo, la afirmación posterior del exdirigente de los socialistas vascos Jesús Eguiguren de que en la tregua de 2006 el Gobierno de Zapatero estudió posibles indultos a etarras a cambio de la paz encendió a la oposición. Tanto Pablo Casado como Albert Rivera, presidentes del PP y Ciudadanos, han arremetido contra Zapatero y cuestionado la implicación de Sánchez. Ambos han sugerido que el expresidente podría haber sido enviado a Euskadi para recabar apoyos para los presupuestos, aunque los votos de Bildu no son necesarios ya que los imprescindibles son los de PDeCAT, ERC y PNV.
Varios miembros del Gobierno asisten con consternación a la agenda del "ciudadano Zapatero". Creen que tiene todo el derecho a desplegarla, pero lamentan que tiene un impacto mediático que, por asociación, acaba perjudicando a Sánchez. Así ocurre con Otegi y con la labor de mediación del expresidente en Venezuela. El PP y Ciudadanos, firmes detractores del régimen de Nicolás Maduro, hacen de la cercanía de Zapatero al Gobierno de Caracas un motivo para desgastar a Sánchez.
El expresidente asegura en privado invertir muchísimas horas en unas labores de mediación que lo ponen en tierra de nadie, una posición ingrata a pesar de que se precia de haber logrado numerosos logros, entre ellos la excarcelación de prisioneros de Maduro.
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