El segundo y último debate entre los cuatro principales candidatos a las elecciones andaluzas fue más bronco y más nervioso. No faltaron las acusaciones cruzadas y muy directas. Juan Marín (Ciudadanos) recriminó al PP que le hubiese llamado "perro". Susana Díaz (PSOE) acusó varias veces a Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía, la marca de Podemos e IU) de "muleta de la derecha", Marín a Díaz de no tener vergüenza, Juanma Moreno (PP) a Díaz de mantener una "actitud completamente sumisa" a Pedro Sánchez.
Y, en un momento, Díaz decidió dar un par de lecciones a Rodríguez por lo que ella consideró falta de rigor en sus cálculos. "Ponga los pies en el suelo, que esto no es Juego de Tronos. Esto es gobernar y gobernar no es fácil", le dijo. Pero Rodríguez contestó y le atacó donde más le duele al comparala con Cercei Lannister, el personaje más frío y sanguinario de la serie, por "dar un golpe de Estado en su partido" para dar el Gobierno a Mariano Rajoy, en referencia a la abstención tras la caída de Pedro Sánchez como líder que permitió al líder del PP iniciar su segunda legislatura.
El segundo debate sirvió para demostrar que nadie las tiene todas consigo. Las encuestas dibujan una victoria de Díaz, pero muy insuficiente porque puede ser a costa de perder muchos votos, algunos de los cuales acaban en Adelante Andalucía, que puede verse beneficiada por la ley electoral (IU y Podemos van esta vez juntos).
El resurgir de Teresa Rodríguez
La candidata morada ha hecho esfuerzos por suavizar las formas sin renunciar a su programa. De alguna manera, la Rodríguez de hoy (prominentemente embarazada en pantalla) parece haber adquirido algunas de las dotes comunicativas de Díaz, de la que puede desmarcarse desde la izquierda en asuntos como la corrupción, la inversión pública o la alternancia en el poder. Parece una fuerza en ascenso desde el inicio de la campaña.
Si Ciudadanos y PP pensaban en llegar a este debate para rivalizar con Díaz como clara alternativa, tuvieron que repartir sus tiempos para hacer eso y al mismo tiempo desprestigiar al rival. Sus intervenciones comenzaban muchas veces con un mensaje destructivo contra su socio inevitable (en caso de que sumaran) y sólo después contra la presidenta a la que querían derribar.
Quizás por eso Susana Díaz usó el botón nuclear. Tenía que decidir si ignoraba a Vox para no darle aire o trataba de desgastar con él a PP y Cs a costa de ponerlo en el mapa. Hasta en cuatro veces lo preguntó: "¿Están dispuestos a unir sus votos con Vox con tal de ir contra el PSOE?". Cuando no obtuvo respuesta, ni siquiera un eco en Rodríguez, concluyó por su cuenta que sí. Que es tanto como concluir que Vox va a entrar en el Parlamento para dividir a sus adversarios... pero conquistar espacios institucionales donde en teoría los socialistas no lo querrían. La candidata de Adelante Andalucía se mantuvo al margen.
"Las listas de la corrupción"
Juan Marín comenzó el debate enarbolando dos grandes papeles con logos y nombres de dirigentes del PP y del PSOE. Eran "las listas de la corrupción" de ambos partidos y, de paso, uno de los ejes del suyo, donde cree que tiene más credibilidad frente al bipartidismo en un tema nuclear. Pero Juanma Moreno no se quedó atrás y se llevó dos grandes cajas de cartón donde había cientos de papeles. Él blandió un "tomo" encuadernado con artículos de prensa sobre la corrupción en el PSOE. "Cuando no me podéis sacar nada de mi etapa ni mía como presidenta es porque no hay nada", despachó Díaz.
Si hubiera una categoría de puesta en escena, sin duda ese debate lo habría ganado el candidato del PP, que además llevó numerosas fotografías y gráficos para poner ejemplos de las defectuosas instalaciones públicas, las listas de espera o los principales indicadores económicos y de personal. Si hubiera un capítulo de debate sobre el conjunto de España, ahí habría ganado Marín, que mencionó a Cataluña en varias ocasiones y, casi por sorpresa, el "cuponazo" (el cupo vasco) reformado y apoyado por PP, PSOE y Podemos en el Congreso de los Diputados. Marín hasta recitó los nombres de diputados socialistas andaluces para tratar de sacar los colores a Díaz.
Preguntas sin responder
Si Marín reprochó a Rodríguez que su partido fuese "a una cárcel a negociar los Presupuestos", en referencia a la visita de Pablo Iglesias a Oriol Junqueras, ella le respondió ágilmente: "Para negociar que se suba el salario mínimo a 900 euros, me voy a Marte, a la luna si hace falta".
En ningún momento quedaron claras las posibles alianzas poselectorales. Si PP y Cs necesitaran a Vox para gobernar, ¿aceptarían sus votos? No se sabe. ¿Descarta Díaz reeditar el pacto con Ciudadanos? Tampoco. ¿Cuál será el precio que pondrá Rodríguez al PSOE si ambas fuerzas suman? Ni rastro. Todo puede estar más abierto de lo que parece.
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