¿Y, tras perder la Junta de Andalucía, qué? Si se le pregunta a Susana Díaz por ese escenario que podría comenzar a empedrarse este jueves con la conformación del Parlamento, la respuesta es clara: liderar la oposición. "Por supuesto", respondió el día de Navidad en una entrevista con la Cadena Ser. Sin dudarlo.
Si se le pregunta a alguno de sus asesores, la respuesta se repite, aunque la firmeza ya flaquea. Entre los próximos a la presidenta en funciones se reconoce sin ambages que el tránsito desde la Junta a un grupo de oposición parlamentario será todo menos plácido y que, bajo el argumento de aprender de los resultados, habrá quien pida la cabeza de la líder del partido en Andalucía.
Si se pregunta en Ferraz, la respuesta ya es poco más que un "ya veremos". Desde la misma noche de las elecciones, miembros de la Ejecutiva de Pedro Sánchez comenzaron a considerar inevitable su marcha por su responsabilidad en la más que probable pérdida de la Junta. Algunos, como el portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente, fue claro al respecto. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, le enseñó la puerta de salida a Díaz, aunque al día siguiente acabó entornándola ante la tormenta generada.
La resaca de la conformación del Parlamento
Pero, de momento, Díaz tiene por delante gestionar la resaca de la conformación de la Mesa del Parlamento, donde habrá una amplia mayoría de derechas de cinco a dos, siendo estos últimos los representantes socialistas.
Los anhelos de Díaz de conservar la presidencia del Parlamento de Andalucía o, al menos, de llegar a un entendimiento con Ciudadanos para descolocar y poner nerviosos a PP y Vox no han dado sus frutos. Pero el partido entra ahora en otra fase y, hasta que se vote la investidura de Juanma Moreno, de momento el candidato a la presidencia que más apoyos parece estar en condiciones de reunir, Díaz aún puede jugar sus cartas.
En Ciudadanos escuece el apoyo de Vox a la investidura de Moreno que dará a Andalucía un gobierno bicolor, azul y naranja. "Apelamos a la responsabilidad de todos", volvió a decir Albert Rivera este miércoles al conminar a los diputados de la cámara autonómica a no "bloquearlo".
En la formación naranja no son pocos los que piden marcar distancias con Vox por el riesgo de que mate su discurso centrista, que le ha permitido hasta ahora atraer votos del centroderecha y del centroizquierda. La voz más audible de disconformidad es la de Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, que aunque no pertenece a Ciudadanos sí es su candidato y abjura de los que considera primos de Marine Le Pen.
En ese sentido, aunque el reparto del Parlamento andaluz no hace de él el escenario más probable, Díaz podría explorar la posibilidad de una abstención con el único propósito de que Vox no sea determinante en la política andaluza. Díaz sabe bien de votaciones en principio contra natura, ya que cuando España estuvo bloqueada institucionalmente y se vio obligada a repetir elecciones, ella fue una de las máximas defensoras de la abstención para que gobernara Mariano Rajoy. Le costó el puesto a Sánchez como líder del PP.
Contra las tres derechas
La otra opción de Díaz es la de señalar constantemente el pacto entre lo que considera "las tres derechas" de PP, Ciudadanos y Vox, el camino emprendido hasta ahora en público y que podría ser el definitivo por necesidad. Es el más natural, encaja con su campaña electoral y hasta con el discurso de Ferraz.
Tome el camino que tome, Díaz tendrá que evaluar cómo de dañada se ha quedado su posición en el PSOE y ante la ciudadanía en general, tanto para intentar hacer un "Vara", en referencia a Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, que volvió al Ejecutivo tras una legislatura del PP, o ser una voz determinante en el PSOE después de Sánchez.
Muchos en el PSOE la ven demasiado quemada, pero otros siguen considerándola una política socialdemócrata clásica que tiene más claro que nadie qué debe decir el partido en el debate nacional. En otras palabras, Díaz podría abanderar, desde la oposición en Andalucía, un cambio de rumbo del PSOE, en colaboración con todas las voces que creen que es un despropósito que Sánchez dialogue o pacte con partidos independentistas y que creen que la cuestión nacional puede ser la tumba del socialismo español. Ella ya no tiene casi nada que perder.