La crisis migratoria es un hecho innegable. Se miren por donde se miren, las cifras hablan por sí solas. Y mientras se espera este viernes la llegada al puerto de Algeciras del buque de Open Arms con más de 300 solicitantes de asilo a bordo, rescatados frente a las costas de Libia, cada día Salvamento Marítimo saca de las aguas decenas, cuando no cientos de personas que navegan a la deriva en embarcaciones de fortuna.
Pero la tragedia no siempre es evitable. Al menos 769 inmigrantes han muerto este año al tratar de llegar por mar a las costas españolas, la cifra más alta desde 2006, tal y como ha denunciado la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en el análisis que realiza con los principales hitos que han marcado el 2018 en materia de migración.
En el año que termina, España se ha convertido, según CEAR, en la principal ruta de entrada por mar a Europa, con más de 56.000 llegadas a sus costas, lo que demuestra, según la entidad, que “la solución no es hacer acuerdos con países que no respetan los derechos humanos, porque al cerrar así una ruta se abre otra".
A pocos días de que acabe 2018, CEAR informa de que al menos 2.200 personas habrían muerto en el Mediterráneo y de ellas 769 lo habrían hecho al tratar de llegar a las costas españolas.
Según los últimos datos de los que dispone la Comisión, hasta la fecha, en lo que va de año, habrían llegado por mar a España 56.480 inmigrantes y a Europa 118.423, y de estos últimos habrían perdido la vida 2.241.
El año pasado llegaron por mar a la UE en total 172.301 inmigrantes, en 2016 fueron 362.753 y en 2015 superaron el millón.
Mientras, en 2017 fallecieron en el Mediterráneo 3.139; en 2016, 5.096 y en 2015, 3.771.
El Gobierno de Sánchez "debería ser coherente"
CEAR reclama al Gobierno español que en 2019 "sea coherente" con el Pacto Mundial de las Migraciones, que se decida a poner en marcha vías legales y seguras, que ponga fin a las devoluciones ilegales y se inicie el cierre de los CIE.
En su opinión, aunque muchas decisiones en política migratoria estén condicionadas por las decisiones del resto de países de la UE, las autoridades españolas deberían liderar “una nueva forma de hacer política migratoria real, basada en los derechos de las personas, y no solo políticas de control de fronteras".
España se convirtió en la principal ruta de personas migrantes y refugiadas por mar a Europa en junio, cuando superó las más de 20.000 llegadas, según la organización.
Una situación que se produjo en gran medida a que el número de entradas en Italia y Grecia había descendido notablemente, según argumenta la organización, que lamenta que ante esta situación se propague en muchas ocasiones "una sensación de alarma injustificada".
De ahí, que llame a la responsabilidad a los partidos políticos, para que abandonen “los discursos del odio y del miedo” al migrante que "solo conducen a una sociedad más individualista e insolidaria".