El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viaja este jueves a Malí para efectuar una visita sorpresa a las tropas españolas destacadas en la base de Koulikoro, a las que quiere felicitar personalmente la Navidad y agradecer la labor que desempeñan por la estabilidad de una nación sumida en la violencia en los últimos años.
Tras pasar unos días de descanso con su familia en el Parque Nacional de Doñana, Sánchez, que el miércoles se reincorporó a su despacho en el Palacio de La Moncloa, ha puesto rumbo a Malí a primera hora de la mañana desde la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), acompañado de un grupo de periodistas. En contra de lo habitual en este tipo de viajes para visitar a las tropas, la ministra de Defensa, Margarita Robles, no acompaña al presidente.
La presencia de Sánchez en Malí se limitará a unas horas, pues regresará en el día a Madrid para presidir el viernes el último Consejo de Ministros del año. Además del saludo a las tropas en Koulikoro, el jefe del Ejecutivo aprovechará para entrevistarse con el primer ministro maliense, Soumeylou Boubèye Maïga, y con miembros del contingente español del Destacamento Marfil de Senegal, desplazado para la visita a Malí.
Aunque la pasada Nochebuena Sánchez felicitó la Navidad por videoconferencia a los 3.025 militares y guardias civiles desplegados en misiones internacionales en cuatro continentes, es habitual que por estas fechas al menos el titular de Defensa, cuando no el jefe del Ejecutivo o el propio Rey, visite en persona uno de los contingentes.
En Koulikoro, a unos 60 kilómetros de distancia de la capital, Bamako, está destacado el grueso del contingente de 293 militares que participa desde 2013 en la misión de la Unión Europea para la estabilización de Malí, sumido en la inseguridad tras una rebelión tuareg en 2012 que pronto fue secuestrada por organizaciones islamistas, lo que provocó la intervención de Francia y la firma de un acuerdo de paz en 2015 que no ha conseguido devolver la estabilidad al país.
Los militares españoles se dedican principalmente a adiestrar e instruir a las fuerzas de seguridad locales. También asumen la labor de protección de la fuerza europea desplegada en el país.
La mayor parte del contingente español se encuentra en el centro de entrenamiento militar situado en la localidad de Koulikoro. Allí se focalizan las labores de entrenamiento de las fuerzas especiales malienses, equipos de artillería o morteros.
Un español lideró la misión hasta noviembre
España también cuenta con una decena de militares desplegados en el cuartel general de la operación en Bamako, que está ubicado en el hotel Adazi Nord-Sud, en la zona administrativa de la capital. La misión está actualmente bajo el mando del general alemán Peter Mirow, que tomó el relevo del general español Enrique Millán en noviembre pasado.
La misión de la UE va ya por su cuarto mandato, aprobado el pasado mes de mayo por un periodo de dos años, y coordina su funcionamiento con otras misiones desplegadas en la zona: la operación Barkhane liderada por Francia que lucha contra el terrorismo en el Sahel y el G5, del que forman parte cinco estados --Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger-- con una visión más política y económica.
En este nuevo mandato la misión de la UE ha asumido nuevas tareas, como el apoyo a la fuerza del G5 Sahel con presencia de militares europeos en sus diferentes puestos de mando para labores de asesoramiento, además de los cursos de formación a mandos de la Fuerza Conjunta que ya estaban realizando.
Además, la operación ha ampliado durante los últimos meses su zona de responsabilidad para incluir los puestos de mando de batallón en Niamey (Níger), N'Djamena (Chad) y Nema (Mauritania). El personal total de la misión también se ha aumentado, al igual que el presupuesto, que se incrementa hasta 59,7 millones de euros anuales.
Mientras que las dos primeras fases de la misión estuvieron centradas en ayudar al Gobierno del país a reconstruir su ejército, la tercera puso el foco en el adiestramiento de los militares y la cuarta tiene el objetivo de dotarles de capacidades propias para reestructurar sus fuerzas armadas y ser autónomos en la formación de los nuevos soldados.
Malí ha ido a peor en 2018
El ejército maliense está formado por alrededor de 20.000 efectivos y el objetivo es que alcancen los 41.000 para poder hacer frente a una inestabilidad que se está extendiendo desde el norte al centro del país, hacia donde han ido avanzando los milicianos islamistas.
Según un estudio de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Asociación Maliense de Derechos Humanos (AMDH), el 40% de los ataques yihadistas que se cometen en Malí tienen lugar ya en el centro del país. En este sentido, al menos 1.200 civiles han sido asesinados en los dos últimos años y unas 50 localidades han sido quemadas.
Malí es el octavo país más grande de Africa, con una superficie equivalente a casi tres veces España. Entre sus dos puntos más alejados hay tanta distancia como entre París y Moscú.
La situación de Malí ha empeorado en este 2018. El número de personas desplazadas por la violencia de los grupos islamistas y la violencia entre las distintas comunidades se ha duplicado.
En gran medida el principal responsable de la violencia en Malí es el Grupo para el Apoyo del Islam y los Musulmanes (JNIM, por sus siglas en árabe), una alianza bajo la égida de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y que engloba a Ansar Dine, el Frente de Liberación de Macina y Al Murabitún, que lidera el destacado yihadista argelino Mojtar Belmojtar.
En el centro del país, la actividad yihadista había estado encabezada hasta ahora por Amadou Koufa, un predicador radical y líder del Frente de Liberación de Macina, muerto el pasado 23 de noviembre en una operación del Ejército francés.
Para contrarrestar esta actividad violenta, además de las fuerzas malienses, la misión de la ONU y la 'Operación Barkhane' de Francia, han ido surgiendo con el paso del tiempo grupos de autodefensa, en los que el componente étnico ha sido fundamental.
Si los grupos yihadistas han encontrado en los fulani una buena base de reclutamiento, en el otro lado se han situado los bambara, agricultores, y los dogon, cazadores, generando una violencia intercomunitaria que también está provocando muchas víctimas.