La página tenía la apariencia de una web corporativa de una empresa de fruta. Un reclamo para comprar piñas babaneras y plátanos de Canarias. Pero algo llamó la atención de los agentes. Tanto que tirando del hilo, que investigando a sus administradores y a sus contactos en suelo español, descubrieron un alijo de más de seis toneladas de cocaína y una red de traficantes holandeses que utilizaba la Costa del Sol para mover su mercancía desde Portugal a media Europa.
Las investigaciones arrancaron el pasado 19 de julio, cuando la policía lusa pidió información a la española sobre una empresa concreta. Una sociedad llamada Renxportim SL, con el domicilio social en Marbella y que sobre el papel se dedicaba a la venta al por mayor de frutas. Sin embargo, la sospecha de los agentes portugueses iba mucho más allá. Hasta colocar la sociedad como una tapadera perfecta para introducir grandes cantidades de droga en Europa desde el puerto luso de Setúbal (en Portugal).
"A los investigadores les llama la atención ciertos aspectos de la página web, como su diseño, sencillez, escasez de información, redacción con errores gramaticales, erc, haciendo con ello sospechar que efectivamente la empresa habría sido creada para justificar una actividad ilícita", refleja un informe del Greco de la Costa del Sol enviado el 23 de octubre a la Audiencia Nacional, encargada de instruir el caso.
Según el texto de su página web, la empresa fue creada hace 50 años como una firma familiar para el comercio de frutas frescas que había crecido hasta formar "un grupo empresarial internacional a la vanguardia de la importación y exportación de frutas tropicales". A los agentes les bastó comprobar los datos del registro mercantil para cofirmar que ninguno de esos datos era cierto: La sociedad había sido creada en 2016 para la venta aparatos sanitarios, fontanería y otros materiales de construcción.
Investigado por comprar a policías
El siguiente paso fue visitar la sede central y los almacenes de la empresa, que según los registros estaban en un polígono industrial de Algeciras. Los agentes del GRECO viajaron pero no encontraron rastro de la empresa, de sus almacenes ni de los aparatos sanitarios que supuestamente vendía. Nada. En lugar de eso, en la misma dirección encontraron un concesionario de coches que nada tenia que ver con su investigación.
Además, la página web indicaba que la fruta importada procedía de Colombia, Costa Rica, Brasil, Ecuador o República Dominicana. "Si bien es cierto que los citados países son grandes exportadores de fruta tropical, de la experiencia obrante en este Grupo podrían indicarse como todos estos también son importantes exportadores de sustancias estupefacientes", explican los agentes del Greco a la Audiencia Nacional.
Además, "consultados los registros a esta empresa no le constan vehículos, inmuebles u otros bienes a su nombre, sin embargo, cabría destacar como la empresa es creada con el capital mínimo imprescindible (3.000 euros), indicio que podría señalar que el hecho de su creación no tendría otro fin que el de encubrir una actividad ilícita", mantienen los agentes.
Para cerrar el círculo, buscaron el historial del administrador de la empresa, llamado Rene Soovali y de nacionalidad estonia pero residencia en Marbella. Sobre el papel, el hombre que controlaba la empresa tapadera estaba limpio, a excepción de un delito menor y dos multas por alcoholemia.
Sin embargo, comenzaron a llegar datos de Europol sobre el objetivo. Soovali estaba siendo investigado en Estonia por comprar presuntamente las voluntades de agentes de policía.
Una aguja en un pajar
El 24 y 25 de junio, los agentes monitorizaron una nave del polígono industrial de El Nevero en Badajoz. Una ubicación entregada por sus homólogos lusos y en la que operaban según sus pesquisas otras dos empresas. La madeja comenzó a crecer. Los agentes vigilaron de forma discreta los envíos durante semanas, pero estaban limpios. En las partidas de plátanos y piñas solo había eso: plátanos y piñas. ¿Habían pinchado? Su sospecha era que la red estaba asentando sus tentáculos legales en España antes de comenzar a mover grandes cantidades de droga. Acertaron.
"Los envíos de contenedores, que superan la cuarentena, no tienen otro fin que crear una ficticia apariencia de actividad comercial regular, rutinaria y legítima,. Lo que permite construir un historial comercial que garantiza mantenerse fuera de los circuitos más estrictos de control que sobre las mercancías se lleva a cabo en la aduana del puerto de entrada a Europa", mantiene la Policía Nacional en su petición a la Audiencia Nacional para lanzar el operativo contra ellos.
¿Dónde llegó la clave? En que el alto número de envíos generó un patrón. Y cuando esa tendencia se cambió, cuando un contenedor cambió la ruta habitual por una sorpresiva, los agentes encontraron la aguja en el pajar. "Más concretamente el día 23 de agosto se detecta que uno de los contenedores descargados en el Puerto de Setúbal (cercano a Lisboa) en lugar del patrón habitual, es conducido desde Portugal a la provincia de Málaga".
Ese día, los agentes sospecharon que la organización solo estaba ensayando su ruta y confirmando que nadie les seguía. Pero consiguieron ampliar la madeja y ubicar el lugar seguro de los traficantes en un polígono industrial malagueño.
Cuatro meses después, los agentes detectaron que otro envío se desviaba de nuevo y tomaba rumbo a Málaga. Pidieron a la Audiencia Nacional permiso para bloquearlo y para registrar todas las instalaciones. Así, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, localizaron 6,3 toneladas de cocaína ocultas en un cargamento de plátanos.