Cinco horas de insultos, agresiones, pedradas, lluvia de objetos... Eso fue lo que tuvo que sufrir el grupo sexto de la Brigada Móvil de los Mossos d'Esquadra antes de que uno de sus miembros gritara la ya famosa frase de "¡la república no existe, idiota!". Se la lanzó a un guardia forestal que aseguraba "defender la república" mientras se interponía entre los agentes y los agitadores a los que pretendían detener por provocar los disturbios.
El episodio, que se ha hecho viral, le ha costado al agente una persecución dentro y fuera de la Policía autonómica, y fue la escena final de una verdadera batalla campal. EL ESPAÑOL estuvo allí y reproduce, paso a paso, el vía crucis del agente Octavio y de sus compañeros durante el 21-D en las calles de Barcelona.
1) El pulso de Drassanes
La zona del Paralelo fue el primer escenario de batalla elegido por los sectores más radicales de los Comités en Defensa de la República (CDR) que llamaron a bloquear la Ciudad Condal como respuesta a la celebración del Consejo de Ministros.
A primera hora de la mañana, el grupo más nutrido de sus integrantes formó dos columnas que marcharon sobre dos puntos distintos de la ciudad. La primera columna, llamada Ingovernables, tenía el objetivo de ir cortando el tráfico en su trayecto y bajar hasta la zona acotada de seguridad, que se encontraba al final de La Rambla. La segunda, llamada 1 d'Octubre, debía bajar por Vía Layetana hasta otro extremo de esa misma zona protegida, pero en un punto mucho más cercano a la Llotja, el edificio donde se reunía el Gobierno.
Así, eran las 10.45 cuando comenzaron las cargas en la zona del Paralelo. Los protagonistas eran los integrantes de la primera columna, que intentaban acceder por varias bocacalles a la zona de exclusión. En las redes, los CDR trataban de justificar las cargas alegando que la Policía quería limpiar la zona para que Pedro Sánchez accediera "dando un paseo" al Consejo de Ministros.
Era falso. Ni existió esa intención ni las cargas fueron motivadas por otra cosa que no fuera el centenar de encapuchados que comenzó a lanzar pintura contra los agentes. Del otro lado, era la Brigada Móvil de los Mossos, el grupo especializado en control de masas al que pertenece Octavio, el que intentaba controlar la situación y garantizar que nadie accediera a la zona perimetrada.
2) Barricadas y retirada
El primer encontronazo entre la BriMo y los CDR se saldó con barricadas en los aledaños a La Rambla y un tira y afloja con los antidisturbios, que recibieron entonces una lluvia de piedras. Habían sido arrancadas de los maceteros que pueblan la zona para evitar atentados como el sufrido el 17-A, el año pasado, con una furgoneta suicida.
Antes, varios encapuchados encendieron botes de humo en la vía pública, usaron los contenedores de reciclaje como trinchera y rociaron de nuevo de pintura a los agentes. En ese momento, el Twitter oficial de los CDR hablaba de "desobediencia pacífica activa" para describir estas prácticas.
El pulso en la zona se prolongó desde primera hora de la mañana hasta las 12.36, momento en el que un tuit de los manifestantes llamaba a toda la columna de los Ingovernables a dejar La Rambla y concentrarse en Vía Layetana ¿Por qué?
En ese momento, la cabecera de la segunda columna se aproximaba a la zona de seguridad que estaba más cercana a la Llotja. El punto elegido por los CDR estaba frente a la plaza que se encuentra en la parte trasera del edificio.
De forma casi inmediata, la llamada de los CDR por las redes sociales hizo que la multitud que se concentraba en La Rambla comenzara a tomar las bocacalles aledañas para alcanzar Vía Layetana. Al mismo tiempo, los antidisturbios de la BriMo replegaron sus posiciones y se movieron por dentro de la zona de exclusión. Y otro tanto hicieron los bomberos y agentes forestales del colectivo En Peu de Pau (En Pie de Paz) que formaban hileras para, supuestamente, evitar los enfrentamientos.
3) La ratonera de Vía Layetana
Así, las dos masas de simpatizantes de los CDR confluyeron en la parte trasera de la zona donde se celebraba el Consejo de Ministros. La calle, de dos carriles en cada dirección, se quedó pequeña para contener a tanta gente, y los agentes comenzaron a sufrir una lluvia de objetos y el lanzamiento de sacos de tierra que los más radicales sacaron de una obra cercana.
Al frente de esa zona perimetrada se encontraban de nuevo los agentes de la BriMo, que mantenían un cordón de seguridad con escudos fuera de las vallas. La tensión aumentó cuando un grupo de bomberos y agentes forestales se puso delante de ellos a modo de cortafuegos.
Esos bomberos y agentes forestales llegaron a ese cordón a las 12.59. Y desde entonces, los policías aguantaron en una calma tensa. Cada cierto tiempo caían pequeños objetos como botes de cerveza en medio de insultos, pero la principal preocupación para los antidisturbios era una veintena de personas que se había encaramado a un andamio de obra, justo encima de sus cabezas. A esa hora, había ya cuatro Mossos d'Esquadra de la brigada que habían necesitado la asistencia médica de los servicios de emergencia.
Habría más de un millar de personas en ese tramo de Vía layetana. La primera línea seguía formada por bomberos, pero la segunda y tercera comenzó a poblarse de personas encapuchadas y con la cara tapada. Mal presagio.
Cuando habían transcurrido tres horas de las primeras escaramuzas con los agentes de la BriMo, los CDR decidieron desconvocar oficialmente la protesta. "No tenemos nada que negociar con un Estado que nos quiere someter. Desconvocamos las columnas".
4) Una pelea en dos frentes
Sin embargo, de allí no se fue nadie. Al contrario. Ese mensaje fue como una señal para el inicio de los disturbios más duros. Nueve minutos después de ese tuit, un grupo de unos 200 encapuchados comenzó de nuevo el lanzamiento de objetos a una docena de agentes en una de las calles aledañas a la Vía Layetana. Una calle de único sentido llamada Fustería, mucho más estrecha que la anterior.
Los antidisturbios respondieron con una carga, y los manifestantes se dividieron en dos grupos. Un joven con un golpe en el abdomen pasó a la zona de seguridad para ser atendido por los servicios médicos. Al mismo tiempo, los agentes cargaban también en Vía Layetana.
A las 14.20, tras la primera y única carga en esa zona, aparecieron de nuevo las filas de bomberos. El mando de ese operativo de la BriMo buscó entonces su complicidad para poder retirar a los agentes. Pidió a los bomberos que formaran de nuevo un cordón que garantizara la tranquilidad de los manifestantes mientras abandonaban el lugar. Y lo cumplieron.
5) Retirada y detención
La retirada de este tipo de unidades es siempre uno de los momentos más delicados de sus actuaciones. Generalmente, si los manifestantes siguen aún en la calle, como era el caso, estos suelen interpretar ese movimiento como una victoria.
Eran las 15.03 cuando varios furgones de la BriMo se marcharon por el Paseo de Colón. Pero en su marcha fueron recibidos con piedras por un grupo de encapuchados que estaban fuera del cordón de bomberos, junto a la Calle de la Mercé.
Fue entonces cuando se produjo un hecho clave: uno de los furgones paró y detuvo a uno de los radicales en una de las esquinas de la Plaza de Antonio López. Eso hizo que la gente rompiera el cordón formado por los bomberos para lanzarse contra los agentes. En ese momento, los vehículos de la BriMo se vieron presionados por dos frentes: de un lado, los grupos que todavía estaban en Vía Layetana; del otro, los que corrían tras ellos desde Fustería, que habían presenciado la detención de su compañero.
La situación llevó a los Mossos a utilizar sus furgonetas como elemento disuasorio, y se produjo la escena en la que un manifestante, encapuchado, recibía un golpe con el retrovisor de una de las furgonetas.
6) "La república no existe, idiota"
A las 15.14, tras cinco horas de insultos, apedreos y lluvia de todo tipo de objetos y pintura, la sexta unidad de la BriMo salió junto a sus compañeros a despejar la Plaza Antonio López, para permitir la salida de los vehículos y realizar las detenciones pertinentes.
El barrido, que arrancó de norte a sur, embolsó a muchos manifestantes en unas escaleras de los laterales de la plaza. Fue entonces cuando el Octavio y sus compañeros se encontraron de nuevo con parte del cordón de agentes rurales y bomberos. El policía pidió a uno de ellos que se apartara y le dejara hacer su trabajo, y que si defendía a alguien, que fuera a él, que también es funcionario, y no a quienes tiran piedras. "Yo defiendo la república", le respondió el agente rural. "¡La república no existe, idiota!". Y la frase, pasó a la historia.