María Jesús Montero está de moda. La ministra de Hacienda era, hasta hace unos meses, una de las consejeras más importantes en la Junta de Andalucía, donde tuvo silla ocho años más que la aún presidenta, Susana Díaz. Médico de profesión, se encargó primero de Sanidad y, luego, una vez que se conoció de memoria el Servicio Andaluz de Salud (SAS) y gestionó su potente presupuesto, pasó a ocupar la cartera de Hacienda, ya con Díaz como presidenta.
En Andalucía, conoció a tres presidentes autonómicos y les sobrevivió a los tres. La imagen de los dos primeros, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, se ha ido difuminando entremezclada con la sombra del caso de los ERE, que los llevó al banquillo. La última, Díaz, es aún presidenta en funciones pero los pactos entre PP y Ciudadanos y el concurso de Vox para un cambio de color en la Junta tras 37 años hace que tengan los días contados en el Palacio de San Telmo.
Socialista de carné tardío, a Montero se la ha comparado en múltiples ocasiones con la propia Díaz. Por su fuerte carácter, sus dotes comunicativas, su capacidad de trabajo y su trabajo de hormiga constante, sembrando vínculos hasta el momento en el que dan frutos.
La menos susanista de la Junta, la más susanista fuera del equipo de Díaz, a Montero se la ha descrito en muchas ocasiones como una discreta enemiga íntima de la presidenta de Andalucía: un activo como para desaprovecharla sacándola de la Junta y una carrera en ascenso que debía ser supervisada por si suponía una amenaza.
La cautela de quien no lo descarta
Cuando estos días se pregunta a Montero por el futuro del PSOE en Andalucía, en algún momento u otro acaba recurriendo a la expresión "muy triste", repetida varias veces, que parece cortocircuitar la conversación. ¿Habrá un congreso o gestora en el PSOE-A para dirimir el liderazgo? No le corresponde a ella, alejada de la vida orgánica. ¿Estará a disposición de Pedro Sánchez? Siempre, aunque le gusta ser ministra de Hacienda, insiste.
La cautela de Montero es, exactamente, la actitud de quien está dispuesta a liderar el PSOE-A, la primera federación del partido, o de quien no descarta nada y sabe que, en cualquier momento, puede ser reclamada para el futuro de la formación política. Es un secreto a voces en el Ejecutivo, donde tiene declarados admiradores a pesar de ser la dueña de la llave del dinero. "A mí me gusta para Andalucía, pero tenemos que ver cómo está allí el partido y cómo sale Susana", explica un ministro al que no le ha pasado desapercibida la creciente exposición que Moncloa le concede a Hacienda.
Este 31 de diciembre ella ha sido la encargada de poner voz a la respuesta al discurso de fin de año del presidente de la Generalitat, Quim Torra, que pidió una sublevación a sus ciudadanos y anunció la presunta tramitación de leyes a sabiendas de que exceden las competencias del Parlament. Con esa entrevista Montero fue, a la vez, la designada para hablar el día que lo hacía la propia Díaz. No así Carmen Calvo, número dos del Gobierno y también andaluza, cuya presencia mediática habría sido más que justificada ya que, además de Díaz, otros muchos presidentes autonómicos difundieron sus mensajes navideños.
"En mi pensamiento no hay otra cosa que presentar los presupuestos en enero y conseguir las alianzas para que sean aprobados", dijo Montero este lunes sobre su futuro. Pero la frase más enigmática no era esa.
Montero apoya la "reflexión" que pide Ferraz
El "proceso de reflexión que tenga que hacer el PSOE en Andalucía" y lo que decida el partido contará con "todo" su apoyo, ha añadido. Para Díaz y su equipo no hace falta ni reflexión ni renovación. La culpa de la pérdida de la Junta la tiene, prácticamente a partes iguales, la abstención movivada por errores de comunicación y la propia campaña (una manera de argumentar que no hay ningún problema de fondo) y la política hacia Cataluña de Pedro Sánchez, según el equipo de la presidenta en funciones.
Montero sí cree que hace falta una "reflexión", un eufemismo para hablar de cambios de calado en el partido. Sin embargo, se viven compases de tregua hasta que haya nuevo presidente en la Junta de Andalucía. Después, Ferraz tendrá que considerar si quiere forzar un cambio de era en el PSOE-A antes de las elecciones del 26 de mayo y con las generales pendientes de fecha o esperar bajo el argumento de que Díaz no se irá si no es tras una cruenta batalla desde una estructura construida por ella, ladrillo a ladrillo, desde hace años.
El día de Reyes del Gobierno
A nadie se le escapa que la proyección de Montero va a ir in crescendo como responsable de una labor agridulce: defender unos Presupuestos muy difíciles de aprobar pero que, precisamente por eso, permiten ser expuestos como un gran bálsamo contra todos los males del país mientras se responsabiliza a quienes intenten bloquearlos.
En ese sentido, la presentación definitiva del anteproyecto de Presupuestos, prevista para mediados de enero en el Consejo de Ministros, va a ser el verdadero día de Reyes para el Gobierno, que tratará de presentarlos como la continuación de algunas de sus banderas ya adelantadas en 2018: la subida del salario mínimo, de las pensiones, la cobertura a los autónomos o la universalización de la sanidad.
"Pedro confía en ella y, además, hace bien porque tiene algo que la convierte en un activo muy valioso: no comete errores", explica una fuente socialista. Es una de las ministras más mediáticas y, sin embargo, el traspiés más grave que se le conoce es el de haberse referido a una periodista como "chiqui" en un momento en el que pensaba que no la estaban grabando. Recientemente fue galardonada por los periodistas parlamentarios por la Mejor Relación con la Prensa a pesar de llevar tan solo unos meses en Madrid.
Dificultades de su candidatura
Sánchez sabía desde tiempo antes de nombrarla que la quería en su equipo a pesar de que no fue neutral en el proceso de primarias y apostó por Susana Díaz. Pero eso, en estos momentos, es un activo para su candidatura, que no sería revanchista, o de unas minoría del PSOE andaluz, sino de alguien que la actual presidenta andaluza tuvo en su equipo cinco años y durante dos Gobiernos, el que sacó adelante presupuestos con Izquierda Unida y el que lo hizo de la mano de Ciudadanos. Con Montero siempre como pieza clave y experimentando la geometría variable propia de la nueva política, que es la que hizo presidente a Sánchez.
Fuentes del PSOE-A fieles a Díaz advierten de que, si Montero quiere desembarcar en Andalucía, será recibida con las espadas en alto. Por una parte, es cierto que su control del partido es pequeño, especialmente comparado con la pasión orgánica que siempre ha latido en Díaz, por lo que la operación tendría que ser cuidadosamente milimetrada y ser acompañada de numerosos pactos. No podría llevarse a cabo sin el apoyo de muchos de los que hoy son 'generales' bajo el mando de Díaz.
Por otra, en el partido se advierte de que podrían emerger algunos asuntos relacionados con la gestión para dañar su imagen. "Que a nadie se le olvide que muchos de los problemas de la Sanidad, que nos han pasado factura en las elecciones y que sacaron a miles de personas a la calle en los últimos años, se incubaron con ella como consejera", explica un diputado del PSOE-A.
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