La irrupción de Vox en el espacio político enarbolando la defensa de la tauromaquia y la caza ha provocado en las últimas semanas el debate sobre la legitimidad de estas actividades. Los partidos de izquierda han tratado siempre de situarlas como ocio exclusivo del votante de derecha. Y es cierto que el gusto del electorado está polarizado, influido por las tesis del partido de Abascal que ha acabado por confirmar algunos prejuicios, tal y como refleja la encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL: más de la mitad quiere "prohibir o limitar" las corridas de toros (56,4%) y la cacería (53,8%), con una mayoría progresista clara.

El estudio sociológico confirma que la reacción del sector taurino, segundo espectáculo de masas, y los simpatizantes de la caza, actividad que cuenta con más de 800.000 licencias en España, ha llegado tarde. Ambas industrias han intentado responder a los ataques y hacer pedagogía de sus valores en un contexto complicado por el auge del animalismo y el posicionamiento contrario de algunos líderes políticos, que ahora han endurecido su mensaje como oposición a la postura de Vox. 

El partido verde ha aprovechado para colocarse a la vanguardia de la defensa del mundo rural, abandonado por el resto de formaciones. Los toros y la caza sólo consiguen el 24,7% y el 29,1% del apoyo total, respectivamente. Las diferencias son evidentes cuando se analiza según el recuerdo de voto. A favor de la tauromaquia están los votantes de PP (51,1%) y Vox (70,3%) y respecto a la cacería los resultados son similares, sumando un 43,1% de los votantes que se decidieron por Ciudadanos en las últimas elecciones. 

Frente a ellos, se encuentran los que se decantaron por los partidos de izquierda, que conforman una mayoría que pretende "prohibir o limitar" ambas actividades. Las opiniones de los líderes de Podemos, la actitud contradictoria del PSOE o el silencio de Ciudadanos han resultado efectivos en este caso. Es significativo que el 81,7% de los que votaron a Pablo Iglesias sea contrario a los toros, un 70,2% en el caso de la caza. 

Por su parte, al PSOE, un partido que ha contado siempre con muchos aficionados entre sus militantes, también lo vota una mayoría contraria a las corridas. El 54,3% está en contra y el porcentaje es parecido respecto a la caza.

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La clave para entender al nuevo votante socialista está en la nueva percepción que la sociedad tiene de los animales y cómo la formación ha coqueteado con ideas antitaurinas a pesar de contar entre sus dirigentes con aficionados como Carmen Calvo o Ábalos.

El votante nacionalista tampoco se considera partidario ni de los toros ni de la caza. Quizá por esa visión maniquea que los identifica con el patriotismo español. A pesar de los esfuerzos por dotar a la cultura taurina de un espíritu internacional, existe en varios países de Sudamérica, en Portugal y Francia, el separatismo, sobre todo catalán, ha utilizado la idea de España para atacarla. No ocurre igual en el País Vasco, donde la fiesta de los toros mantiene el vigor social.

La prohibición de los toros en Cataluña en 2010 fue clave: los separatistas entendieron que para reflejar la desconexión con España debían acabar con la tauromaquia. No ocurrió lo mismo con los festejos populares o bous al carrer, que se mantienen vigentes y cada vez con más adeptos. El 0,8% de los apoyos taurinos en el electorado 'indepe' habla por sí solo. La caza es algo más popular (12,3%).

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Es verdad que en todas las formaciones hay un porcentaje importante de indiferencia, que equilibra algo la balanza. De esta forma, la caza tiene todavía un poco más de respaldo que los toros. Entre los abstencionistas la tendencia se mantiene y un 66,8% está dispuesto a acabar con la caza de animales y un 69,1% con la tauromaquia

También hay diferencias en los apoyos cosechados por estas "tradiciones" entre el electorado más conservador. Si en el PP el 51,1% se declara aficionado a los toros, el 56,8% lo hace por la caza. Igual en Vox: el porcentaje aumenta hasta el 76,5% del respaldo cuando se habla de pasar un día en un coto de caza. Un 6% menos prefiere acudir a las plazas de toros.

El PP ha olido la oportunidad política creada por Vox: en los últimos días ha tratado de recuperar el espacio ocupado por Abascal redactando una proposición no de ley a favor de los toros y reuniéndose con la Fundación Toro de Lidia así como dando la cara por los cazadores. 

Hasta ahora, su respuesta a los problemas de la tauromaquia había resultado acomplejada. La prohibición catalana fue un jarro de agua fría entre los votantes populares, que consideraron que su partido se resignó a la utilización política que hizo de las corridas el separatismo.