La mañana se despierta con niebla. La mañana siguiente a la noche en la que Rajoy resumió su legado con la inauguración de una cabina telefónica en una parroquia ignota y galaica. A cero grados, la puerta de IFEMA tiene más periodistas que 'peperos', se fuma mucho y el vaho se mezcla con el humo.
José Antonio Nieto -segundo de Zoido en el ministerio- ha madrugado y camina con garbo sin detenerse en la propaganda que le invita a él y a todos los afiliados a conocer México. Ver a un ex alto cargo pasear por un mural de las ruinas mayas tiene un simbolismo que no alcanzo a comprender.
Es la puerta de IFEMA, la Convención del PP, el día de Aznar, y el cámara que quizá rozó a Inda en los estudios de Telecinco monta guardia junto a los foteros. Minutos antes de que llegue Pablo Casado y cruce en dos pasos del coche al pabellón, un camión con un atrezzo de un molino manchego de PVC pasa regodeándose por la única entrada de la convención. Tres militantes extremeños fuman y se quejan "de que ayer faltó paella" y de lo malo que estaba el vino.
Ana Pastor, entretanto, atiende a la prensa, se le ve cansada -quizá por la entrevista a Rajoy del día anterior- y la rescata del marasmo González Pons, caballero, que la toma del brazo y se funden hacia dentro.
Las cámaras enfocan a los VTC, que vistos a la distancia parecen coches de subsecretario en tanto que no se ve el adhesivo que los identifica. Una militante de Almería desciende como Grace Kelly con un abrigo de pieles y una bolsa de El Corte Inglés de las rebajas. El cámara ha probado el encuadre y ella ha tenido su minuto de gloria.
Los saltitos de Díaz Ayuso
A la entrada se fuma mucho, entre que se abre o no la niebla hay un 'meeting point' en el que se entrecruzan chaquetones estilo 'Juanma Moreno' y pantalones color crema, ceñidos, con unas deportivas de la marca de las tres rayas que también lleva Monago. La niebla se hace más densa y el termómetro pasa del punto de congelación por los pelos. La primera convocatoria era a las 10.00, pero Alicia Sánchez-Camacho entra con su cuero ceñido, "a trabajar" a unas horas poco madrugadoras.
Una pareja de jóvenes señala a Díaz Ayuso, la ungida por Casado para la Comunidad de Madrid, que lleva una blusa en pleno enero y "se le ve nerviosa, da saltitos", como bien apunta un señor calvo con una notable capacidad de observación.
Ya en el interior, por orden alfabético, por cada capital de provincia y a razón de un minuto, los alcaldes o alcaldables rinden pleitesía a Casado y valoran las entrañables bondades de su terruño: algunos con más entusiasmo que otros. La escenografía y la disposición parecen una plaza de toros, una Vistalegre más íntima, donde cada vez que habla X hay una parte del auditorio que se siente representada y jalea, acaso porque "Huelva está en la otra punta del mapa". A diez metros en línea recta, está la carpa del circo de Milikito -Emilio Aragón Jr- y un cartel que anuncia el musical "33", sobre Cristo, que se representa en estos pagos.
Paseo por los stands dispuestos en torno a las gradas: el de NNGG semeja un 'foodtruck' o una camioneta de Scooby-Doo. Unos chicos que se hacen llamar "El club de los viernes", que se dicen apartidistas, me dan un folleto y me convencen de una pinza entre PP, Vox y Cs en torno a las virtudes del liberalismo. El folleto lleva fotos de las trincheras de Verdún y del Desembarco de Normandía; el lema, "Liberalismo en las trincheras".
Mercadotecnia popular
En el mercado transversal del PP cabe todo, hasta esa red social, Freedom, que explica con paciencia didáctica una chica con acento venezolano. Le pregunto en broma si sirve para ligar, se ríe, dice algo del QR y me doy de alta como "Jefe de Zona" dentro de los roles disponibles; al instante recibo un mensaje que me alerta de que "mi solicitud está siendo aprobada por la dirección del partido". A las 11 y 37 ya me han aprobado. Bien.
Otro stand, de Faes, tiene una pantalla donde en bucle van rotando fotos de Aznar -santo del día- con Lilian Tintori y otras personalidades. En vista de la austeridad, aprovecho que son gratis y me agencio unos separapáginas con las caras de Gil-Robles y Jovellanos.
Esperando a que hable Aznar, un chico con un flequiillo de Tintín y su novia, con cierto aire a Victoria Federica de Borbón, se besan en una suerte de área de descanso. En ese mismo momento hay estacionada, en la puerta de IFEMA, una camioneta de Hazte Oir con una foto fija de Pablo Casado a la que le piden: "Rompan con la ley de violencia de género, con las leyes LGTBI, con la ley de memoria histórica..." y así de forma intermitente y en LED.
Llega el mito
Y Aznar llega con aplausos. Desde la organización llaman la atención a un fan cuando el ex presidente sube al estrado y éste aprovecha para retratarse en un selfie para la historia. Él solo. Con Aznar mirando al otro extremo del tendido, fijado para siempre en el fogonazo de una foto virtual y movida.
Y mientras Aznar levanta al respetable, son dos máquinas de humo "Swefog ultimate 3000 dmx" las que le ponen a la escenografía una niebla interior, un algo legendario. "Dos bichos muy potentes que cubren el recinto", me apunta el técnico de la cosa.
Entre que Aznar habla, Tomás Burgos, con un chaleco sin mangas, anda en un vomitorio entre un ajetreo de cables. En ese mismo momento una concentración motera ruge a las puertas de IFEMA con cierto don de la oportunidad y con rumbo no identificado.
Después de que Aznar comparara a Casado con un castillo, de que se homologaran y se identificaran en mocedades castellanas y se acordaran de Ávila. Después del "ni tutelas ni tutías" como guiño histórico al arreón aquel de Fraga, el graderío se vacía en cuanto Aznar sale del tiro de cámara.
Después de Aznar
A la vez que Andrea Levy, Casado, el alcalde de Málaga y Ana Pastor asienten estoicos a una conferencia en inglés, los músicos de la orquestina que hay a la izquierda del escenario se toman un descanso. Cuentan que no cobran, que son estudiantes del Conservatorio aunque creen que el bolo de hoy "es el principio de algo grande". Les pregunto por sus querencias, sus filias y sus fobias ideológicas. Y por VOX. "Eso no es 'redundante' (sic) para su crónica", me argumenta su portavoz con un 'usteo' inopinado.
En la hora de la siesta, NNGG habilita un sofá para digerir tanta regeneración. Un tipo se coloca un casco de Darth Vader y asume que "fue el último que se puso Fraga". Llueve y Feijóo se refugia del calabobos pegando la hebra con unos militantes valencianos sobre "la suma de Compromis" y la izquierda; en honor a la verdad el rostro del presidente gallego tampoco transmite una excesiva congoja.
Vargas Llosa, torero
A las cinco menos cinco hay una marabunta intentando arrancar un canutazo a Mario Vargas Llosa, desde el mostrador de Faes a la primera fila. Nadie le pide al Nobel que le firme un libro, no era el día para lírica. Pero después de su intervención hay hasta quien le llama "torero". Y le asienten tanto como han asentido a Aznar.
En un día en el que todo se ha contado, con un cronómetro gigante para cada intervención, se ha contabilizado una máxima de 6 grados, y ninguna bandera física -todas virtuales-. Al anochecer seguía encendido el luminoso "España en libertad". Se cerraba la niebla -garúa, que escribiria Vargas Llosa- y efectivamente Ávila llegó a Madrid en el recuerdo y en el frío.
Las malas lenguas me confirman que la noche seguirá en el 'Florida Retiro'...