El hemiciclo del Congreso de los Diputados ofrecía este miércoles una extraña estampa. PP y Ciudadanos celebraban el naufragio de los Presupuestos de Pedro Sánchez. Lo hacían sin mucho entusiasmo porque, en realidad, a muchos de los que estaban allí no les convienen las elecciones. En algún caso, se trata de motivos estratégicos.
Ciudadanos está muy lejos de aquellos tiempos en los que lideraba las encuestas y a Albert Rivera aún le escuece la decisión que tuvo que tomar el domingo, en la plaza de Colón de Madrid, cuando en la manifestación contra Sánchez tuvo que optar entre hacerse una foto con Santiago Abascal y Pablo Casado o ser noticia precisamente por lo contrario.
El PP es ahora el principal grupo de la cámara, pero su composición fue decidida por Mariano Rajoy, casi un recuerdo lejano para la nueva dirección de los populares. En otras palabras: muchos de los que jaleaban la caída de los Presupuestos (algo que sólo tiene un precedente en los que Felipe González presentó en 1995) saben que no volverán al hemiciclo tras las elecciones que se antojan inminentes cada hora que pasa. Por una parte, porque nadie cree que el PP pueda superar el 30% de los votos (ahora tiene el 33%) y muchos de los 134 escaños se esfumarán. Por otra, porque la dirección ha cambiado y Casado querrá renovar la bancada.
¿Y los partidos independentistas? En el Congreso había caras largas. En público, tanto ERC como PDeCAT culparon al Gobierno del fin del sueño presupuestario antes incluso de que las cuentas públicas llegaran a tramitarse. En privado, varios de los 17 parlamentarios independentistas en la Cámara Baja lamentaban la decisión tomada por sus respectivos partidos.
Derrota para los moderados
Los portavoces de ERC, Joan Tardá, y del PDeCAT, Carles Campuzano, se inscriben, con gran claridad, en los sectores más moderados en sus partidos. Llevan ya muchas legislaturas en Madrid y están acostumbrados a llegar a acuerdos sin renunciar a sus convicciones políticas, incluso desde la transición de sus formaciones políticas desde el nacionalismo al independentismo y desde el independentismo a la defensa de la unilateralidad.
Un diputado socialista lo resumía así: “Tengo la misma situación que cuando antes del 27 de noviembre de 2017, cuando el Parlament hizo la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). Han ganado los mismos, los que quieren romperlo todo”, lamentaba.
En el grupo socialista existe la percepción de que los Presupuestos han mordido el polvo por la ya larga competición que ERC y el PDeCAT mantienen en Cataluña por liderar el espacio independentista. Es ese factor, según diversas fuentes, el que ha hecho que lo que parecía una etapa de moderación haya vuelto a estallar. Le pasó a Mariano Rajoy con la operación diálogo y le ha ocurrido a Pedro Sánchez con su diálogo formal en el que llegó a ofrecer, haciéndolo público por escrito, una figura de mediación para una insólita mesa de partidos que debía elaborar una propuesta sobre el futuro político de Cataluña.
“A ERC le convienen elecciones en Cataluña, eso es lo que evidencia este gesto. Se adelantó presentando antes que nadie la enmienda a la totalidad y ha aprendido que, cuando intenta cooperar con el Gobierno, llega Puigdemont y les roba la victoria”, explica otro parlamentario socialista.
Similitudes con la DUI
En noviembre de 2017, Rajoy utilizó diversos mediadores, incluyendo el lehendakari, Iñigo Urkullu, del PNV, para tratar de evitar una declaración de independencia que forzase la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La previsión constitucional se utilizó nada más fracasó esa estrategia. Entonces, se trataba de convocar unas elecciones en Cataluña para evitar un escenario peor. En el de ahora, se trataría justamente de evitarlas por el riesgo de que en unos comicios de ámbito nacional sumen PP, Ciudadanos y Vox, dispuestos a aplicar en el primer Consejo de Ministros (de nuevo) el artículo 155.
El calendario ha jugado una mala pasada a Pedro Sánchez. Así lo reconoció la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en su primera intervención en el debate de Presupuestos, antes de que nadie le preguntara. El juicio a los dirigentes independentistas en el Tribunal Supremo ha influido en la decisión de ERC y PDeCAT hasta el punto de hacerles renunciar al relator y la mesa de partidos ya sobre la mesa y a sabiendas de que aún podían tumbar los Presupuestos, ya que lo que se votó este miércoles fue sólo si se tramitaban.
Según el análisis de algunos diputados independentistas en Madrid, desolados por el fin del diálogo, se impuso de nuevo la emoción a la razón, el miedo a ser considerado un traidor a los riesgos de no romper con Sánchez.