Era martes, 4 de febrero de 2003 cuando el agente especial Anthony E. Angeli comenzó a prestar declaración y a relatar la investigación que durante años le llevó a seguir la pista de José María Clemente por medio mundo. Antes de tener al financiero español como objetivo, desde su puesto de agente de campo en Miami había participado en "docenas de operaciones" contra el tráfico de drogas.
Contra el banquero español, que entonces residía en Suiza, la agencia anti-drogas estadounidense (DEA) atesoraba una montaña de escuchas telefónicas, cuentas bancarias, partes de entradas de hoteles, pasaportes, y sobre todo la versión de cuatro testigos confidenciales, arrepentidos y colaboradores de la DEA que le colocaban como el hombre que lavaba presuntamente el dinero de la familia Ochoa, uno de los mayores clanes del cártel de Medellín.
Según su versión, fue en diciembre de 1996 cuando la DEA puso el foco en José María Clemente, un financiero nacido en noviembre de 1955, que se movía por el mundo con dos pasaportes distintos y que años después pasó a apellidarse Stuart para borrar su pasado, esta vez con el consentimiento del excomisario José Villarejo.
Según la versión de uno de los arrepentidos del clan de Medellín, Clemente mantuvo presuntamente una reunión con ellos en 1997 para encargarse de la recaudación del dinero obtenido con la venta de cocaína en España, Francia, Italia y otros países europeos y lavarlo en bancos andorranos.
Para acreditar su versión, el testigo secreto confirmó a la DEA que Clemente le habría devuelto limpios parte de los fondos, tras restar su comisión personal. Poco después y según la versión del agente, otros dos miembros del clan comenzaron a tratar también con El Escorpión. Fueron detenidos y pasaron a engrosar la lista de colaboradores de la investigación, por lo que sus nombres no fueron desvelados ante el juzgado "por cuestiones de seguridad".
Un pacto cerrado en Riad
Según la DEA, fue en 1998 -hace ahora 20 años- cuando uno de esos confidentes puso en contacto a Clemente con Ivan López Vanegas, un narco que tenía la intención de hacer un gran porte de mercancía aprovechando el pasaporte diplomático de un príncipe saudí llamado Nayef Al-Shaalan. El enlace con el miembro de la familia real saudí era una amante que el jeque tenía en Miami, llamada Doris Mangeri.
Así, en septiembre de 1998 se organizó en Marbella una reunión entre narcos del cártel de Medellín y el príncipe saudí, con Clemente como anfitrión. Poco después, Al-Shaalan invitó a sus colaboradores a un viaje a Riad, donde según la DEA se cerró en transporte de grandes cantidades de cocaína desde Venezuela a París con escala en Riad. Todo gracias al avión privado que servía al jeque para moverse por el mundo, un Boeing 727 con bandera saudí. A cambio, el miembro de la familia real árabe recibiría "la mitad de los beneficios de la venta de esa cocaína en Europa, estimada en 20 millones de dólares", según la DEA apuntaba en 2003.
En ese viaje, el jeque árabe llevó a los narcos y a Clemente al desierto. Allí, todos participaron en una serie de fotos que sirvieron luego a los agentes anti-droga para identificar a los participantes. Una de ellas, con El Escoprión vestido con turbante en el lado derecho de la imagen, ilustra este reportaje.
Según las investigaciones estadounidenses, después de este encuentro en Arabia Saudí, el príncipe y Clemente viajaron a Ginebra y allí, Al-Shaalan visitó el Kanz Bank, donde entonces trabajaba el financiero español. La DEA coloca así a Clemente como la correa de transmisión entre los narcos y el jeque árabe a la hora de mover tanto la droga como el dinero.
190 kilos de droga en España
En abril de 1999, Clemente se habría encontrado en Madrid con uno de los confidentes de la DEA. El objetivo del español era entregar documentos de parte del jeque saudí. A mediados de mayo y tras la visita con el financiero, este mismo colaborador (que entonces no había sido detenido) se encontró con el príncipe saudí en Caracas para cerrar el envío de 2.000 kilos de coca escondidos en maletas que fueron transportadas en su avión privado.
El 16 de mayo de 1999 el avión del jeque árabe aterrizó en París y la partida de cocaína, según el relato del agente Angeli, fue sacada del avión y separada en distintos envíos. Parte de esa droga, según la documentación de EEUU, fue enviada a Italia y España, donde la Policía española logró decomisar 190 kilos. La incautación de la droga en suelo español dio lugar a una investigación por parte de la Audiencia Nacional. El caso cayó en manos del entonces juez Baltasar Garzón.
Los agentes de la DEA detectaron además en sus escuchas cómo tras las operaciones policiales que dieron con parte de la droga, los miembros del clan intentan rescatar presuntamente parte de los fondos que estaban en manos de El Escorpión, como era apodado Clemente por el comisario Villarejo. Como pago parcial a los narcos, Clemente envió a Miami dos cuadros. Dos obras de arte que fueron decomisadas por la DEA en cuanto pisaron suelo americano.
El 13 de diciembre de 2002 Clemente fue detenido en Barcelona por orden de la Fiscalía Anti-Drogas. Arrancó ahí una cascada de imputaciones en su contra. El 3 de marzo de 2003, Suiza abrió una investigación contra él por presunto lavado de dinero procedente del narcotráfico. Pronto, Estados Unidos pidió su extradición por la causa que se seguía contra él desde 1996, pero los tribunales españoles se negaron a su entrega.
En 2008, los informes de la Audiencia Nacional le vincularon con el presunto manejo de fondos de un traficante gallego y el 3 de diciembre de 2014 llegó una condena en Francia de cinco años por asociación ilícita y una responsabilidad civil de dos millones de euros.
La sentencia considera probado que Clemente se sirvió de una sociedad en Suiza llamada Bamer Financial Trading Corporation para mover el dinero vinculado con el envío de diez toneladas de cocaína a territorio europeo.
Así, la sentencia contra él se hizo firme en 2014. Aun así, poco tiempo después Clemente, el hombre de los contactos, al que la DEA consideraba un agente secreto inglés y buscado presuntamente por tener conocimientos sobre el movimiento de fondos de grupos yohadistas, estaba ya operando en España, con otro nombre y en busca de nuevo dinero.