Tres mujeres jóvenes y de imagen inmaculada contra dos presidiarios acusados de un golpe de Estado y un abogado de okupas y radicales islámicos simpatizante del separatismo. A la espera del nombre del cabeza de lista por Barcelona de Vox, el contraste entre las candidatas por Barcelona de Ciudadanos, PP y PSC y los candidatos de JxCAT, ERC y Catalunya en Comú para las elecciones generales del 28 de abril no podría ser más desfavorable para el nacionalismo.
La foto de las candidatas constitucionalistas, en oposición a la de los candidatos separatistas, funciona además como metáfora de las distintas tácticas de los dos bloques políticos actualmente existentes en Cataluña. Pero también de su forma de afrontar el conflicto identitario. El guante de seda forjado en hierro como arma de los partidos fieles a la Constitución de 1978. El cóctel molotov como arma de los partidos separatistas y populistas.
Pero no todo es fachada. Por detrás de la llamativa imagen que ofrece la comparación entre Inés Arrimadas (Ciudadanos), Cayetana Álvarez de Toledo (PP) y Meritxell Batet (PSC), por un lado, y Jordi Sánchez (JxCAT), Oriol Junqueras (ERC) y Jaume Asens (Catalunya en Comú), por el otro, fluye el mensaje que los dos bloques han querido lanzar a sus electores.
Con la elección de Álvarez de Toledo, el PP busca frenar el impacto provocado por el desembarco de Inés Arrimadas en el Congreso de los Diputados, pero también la posible huida de parte de sus electores catalanes hacia Vox. Las encuestas actuales apenas otorgan un escaño al PP en Cataluñaa, por los cinco con los que cuenta en la actualidad.
Enmienda al nacionalismo
Con Álvarez de Toledo, Pablo Casado lanza también un mensaje claro a los ciudadanos españoles en contra de ese vetusto tabú provinciano que exige que los cabezas de lista por una determinada circunscripción sean nativos de esa circunscripción y/o profesen devoción por el folclore local. Puede que Inés Arrimadas y Manuel Valls se adelantaran al PP en este aspecto, pero los populares han decidido no quedarse atrás lanzando una enmienda a la totalidad del nacionalismo cuyo resultado en la práctica se comprobará el próximo 28 de abril.
Y es que Cayetana, aunque tiene una estrecha relación con la Ciudad Condal, no habla catalán. Una ventaja competitiva innegable para el PP en cuanto que permitirá a la candidata presentarse como el mejor antídoto posible contra las dudas provocadas entre los simpatizantes populares por los coqueteos del partido con las políticas lingüísticas del nacionalismo en Galicia, Baleares y Valencia.
Las elecciones de Arrimadas, Batet y la independiente Álvarez de Toledo, tres mujeres de aseado historial democrático y moral, choca, en fin, con ese ordeno y mando mediante el cual Oriol Junqueras ha decidido nombrarse a sí mismo cabeza de todas las listas electorales posibles de su partido, del cesarismo con el que Carles Puigdemont ha purgado a los moderados de su partido en favor de sus afines, o de la sumisión al nacionalismo demostrada por Pablo Iglesias y Ada Colau al nombrar como cabeza de lista de los comunes a un partidario del separatismo que llegó a asesorar a Puigdemont en su huida a Bélgica.
Si las elecciones se decidieran en base a la semiótica, la victoria aplastante de Cs, PP y PSC frente a los partidos separatistas y populistas en las próximas elecciones generales ni siquiera cotizaría en las casas de apuestas.