El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) controlado en 2002 por el diplomático Jorge Dezcallar puso en marcha una operación para prevenir una posible venganza de Marruecos tras el incidente del islote de Perejil. Así lo mantiene al menos el excomisario José Villarejo, que en un escrito enviado desde prisión a la Audiencia Nacional identifica este proyecto de inteligencia con el nombre AVM-02.
"Según me explicaron, la A era de Alerta, la V de venganza y la M, tenía varias explicaciones", explica Villarejo en su escrito, que obra ya en manos del juez Manuel García-Castellón. El exagente sostiene que sus fuentes dentro del servicio de Inteligencia español le explicaron que la última letra del nombre correspondía a la palabra "Marruecos y/o Mohamed".
Hay, sin embaro, una segunda teoría, "porque fonéticamente en el vocablo marroquí el término venganza suena como montakim y Dezcallar, gran conocedor del Magreb, quiso así dar un guiño a lo que se temía que podrían estar organizando en el otro lado del Estrecho. Predicción en la que para nuestra desgracia acertó".
Desde los últimos compases de febrero, el excomisario Villarejo, acusado de cohecho, revelación de secretos y organización criminal por la Fiscalía Anticorrupción, trata de justificar parte de sus operaciones, investigadas ahora por la Audiencia Nacional, con supuestas pesquisas para investigar los atentados del 11-M.
"Dinero en efectivo sin control"
En un primer escrito, Villarejo acusó directamente a los servicios secretos marroquíes y franceses de estar detrás del atentado, y este jueves amplió su testimonio con nuevos datos más concretos. Explicó que el ataque se habría organizado en un palacete cercano a París propiedad del rey Mohamed VI y que los servicios españoles eran conocedores de la información por medio de un escrito de la Inteligencia francesa, que se publicó después en un libro de investigación periodística.
Además, Villarejo mantiene que la cúpula del CNI ideó un plan de alerta frente a una posible venganza marroquí por el incidente del islote de Perejil, y lo complementó con varias acciones diplomáticas en suelo marroquí. "Solo tres meses después del incidente, Dezcallar viajó a Marruecos para tranquilizar a los servicios secretos de dicho país, que habían detectado un especial acercamiento [español] con Argelia y temían un efecto pinza contra Marruecos", mantiene el excomisario, investigado por facturaciones millonarias al BBVA que él vincula con la investigación de estos atentados. Dezcallar, por su parte, califica la teoría de Villarejo de "disparate inverosímil" y afirma que "nunca habla de lo que el CNI hace o deja de hacer".
En el escrito presentado al juez García-Castellón Villarejo afirma que "también hablaron de abonar importantes cantidades de dinero en efectivo sin control, para evitar el tráfico de pateras hacia España, el alejamiento de agentes españoles con los señores de la droga Quetamy, así como de los disidentes bereberes y de la corriente Tabrig practicada en la zona fronteriza con España y distinta al islamismo ortodoxo institucionalizado oficialmente", prosigue el excomisario.
"Por parte marroquí se aceleraron los proyectos para estrangular económicamente a Ceuta y Melilla potenciando el puerto de Tánger", explica el excomisario sobre las presuntas motivaciones de Marruecos para propiciar el atentado. "Al mismo tiempo, Marruecos obtuvo importantes mejoras armamentísticas gracias al apoyo financiero de Arabia Saudí, obtenido por petición personal de Mohamed VI al príncipe sultán en 2003".
"Aparentemente se restablecieron las relaciones diplomáticas llegando a mediar Colin Power y, pese a la mejora del ambiente, el ministro de Exteriores marroquí Benaissa llegó a reprochar a su colega española Loyola de Palacio que avisaran hasta a la prensa inglesa para que se humillara a los marroquíes firmando el asalto a Perejil", argumenta Villarejo sobre las tensiones entre España y Marruecos en los meses anteriores al atentado.