A la hora de la verdad, la mayoría de la moción de censura sólo fue imprescindible en uno de los seis decretos-ley que este miércoles se sometieron a votación en el Congreso de los Diputados: el que modificaba las normas sobre el alquiler, una norma que se salvó de morder por segunda vez el polvo de la arena parlamentaria.
Las votaciones, tras más de seis horas de debate sobre las medidas del Gobierno, se llevaron a cabo a mano alzada. Según explicó la presidenta del Congreso, Ana Pastor, se hizo así porque aún no se ha instalado el sistema informático necesario en la sala Constitucional de la Cámara Baja. Si en el momento de alzar la mano, los representantes de ERC, PDeCAT, PNV, Compromís y EH Bildu la hubiesen guardado en el bolsillo, todos los decretos del Gobierno salvo el del alquiler habrían salido adelante igualmente gracias a la posición adoptada por el partido de Albert Rivera.
Ciudadanos votó a favor de tres decretos: el de las medidas ante un Brexit duro, el que amplia los permisos de paternidad de cinco a ocho semanas y uno sobre la financiación de comunidades autónomas y ayuntamientos. Se abstuvo en dos, el que garantizaba subsidios a los desempleados de más de 52 años y el que modificaba las condiciones laborales en el sector de la estiba. Sólo el PP votó "no" a todo. Resultado final: el Gobierno aprueba todos sus decretos. Júbilo en Moncloa y, quién sabe, ensayo para la próxima legislatura.
El partido naranja decidió ser extremadamente contundente en su crítica a Sánchez. Cada portavoz denunció el electoralismo, las mentiras y las cesiones al independentismo que denuncian en el presidente del Gobierno. "Se han convertido ustedes en un grave peligro para la democracia", llegó a decirle la diputada naranja Patricia Reyes a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, durante el debate sobre los permisos de paternidad.
Francisco de la Torre acusó a Sánchez de suplicar el voto de EH Bildu, formación dirigida por Arnaldo Otegi, para que éste "hiciera que pasara. Haz que pase, que pase el real decreto", relató evocando el lema de campaña del PSOE ("Haz que pase") para las elecciones generales. Lo que Ciudadanos no quiere es "que vuelvan ustedes ni sus socios de Gobierno", advirtió.
Por la mañana, Rivera había sido muy claro en un desayuno informativo. "Fuerza, ánimo Pablo, no vamos tarde, se les puede ganar", dijo refiriéndose a Pablo Casado, líder del PP.
Rivera no quiere pactar con el PSOE. Incluso aunque muchos no se lo crean por el Pacto del Abrazo que firmó con Sánchez en 2016 o porque también dijo que no investiría a Mariano Rajoy, algo que acabó haciendo. En esta campaña, sin embargo, el líder naranja ya ha ofrecido directamente a Casado formar un Gobierno conjunto si dan los números.
La clave está en que los números den. Y para eso necesita también al votante más moderado de su partido, que hubiera digerido mal el voto en contra del permiso de paternidad. En ese sentido, Reyes reivindicó que la igualdad o el feminismo no tienen por qué ser patrimonio de la izquierda. Los otros dos decretos que votaron a favor, el del Brexit y el de las autonomías y ayuntamientos, son menos mediáticos pero permiten a Cs mostrar una imagen de lealtad institucional.
Puede que estén contra Sánchez con todas sus fuerzas, pero con la misma intensidad anhelan convencer a los votantes más moderados para que abandonen las filas socialistas y se pasen (o se queden) en Ciudadanos.
En esa dinámica se inscriben los fichajes de Soraya Rodríguez, ex portavoz socialista y ex secretaria de Estado con Zapatero, para un puesto de máxima relevancia en su lista europea. Lo mismo ocurre con el exministro Celestino Corbacho o el exdirector de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida. O incluso con el apoyo público que ha mostrado el exalcalde de A Coruña Francisco Vázquez.
Esos fichajes, unidos a medidas sociales que Ciudadanos ha venido desgranando o pretende promover, son enmarcadas por algunos en un giro al centro para lograr expulsar a Sánchez de la Moncloa... gracias al electorado socialista más tradicional y moderado.