A menos de un mes de las elecciones generales del 28 de abril, el Gobierno se queda sin uno de sus máximos altos cargos con responsabilidades sobre la comunicación del Ejecutivo. Alberto Pozas, director general de Información Nacional de la Secretaría de Estado de Comunicación, presentó este jueves su renuncia y ésta ha sido aceptada este viernes, según ha informado él mismo a los periodistas que cubren la información de Moncloa.
El excomisario José Manuel Villarejo declaró en sede judicial que fue Pozas, cuando era director de la revista Interviú, quien en 2016 le dio una tarjeta de memoria o pen drive con información comprometedora sobre Pablo Iglesias. Según Villarejo, fue Pozas quien le dio una copia de la información extraída de la tarjeta de un teléfono móvil sustraído a la jefa de gabinete de Pablo Iglesias en su etapa como eurodiputado.
"Estoy siendo utilizado para atacar al Gobierno y al Presidente, y eso no lo puedo permitir. Encima, la situación me impide poder siquiera opinar sobre lo que está pasando", ha explicado a los periodistas.
Pozas, con una dilatada trayectoria como periodista, era la mano derecha de Miguel Ángel Oliver, secretario de Estado de Comunicación, y su cargo lo convertía en el número dos de la comunicación del Gobierno.
"A partir de ahora espero que pueda redimensionar el asunto que me ha atropellado. Que quienes han creído que podían mezclar mi nombre con la conocida como "policía patriótica", vean que estaban muy equivocados, algunos a sabiendas. Y que quienes se dejan ofuscar por la tinta del calamar se den cuenta de la labor de despiste y puedan perseguir al calamar", ha dicho en el citado mensaje.
Una década director de Interviú
Pozas fue durante una década el director de Inverviú, una revista del Grupo Zeta ya desaparecida, y antes ocupó numerosos cargos directivos en otros medios de comunicación. Precisamente el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio, declaró también en la causa que dirige el magistrado Manuel García Castellón de la Audiencia Nacional.
Pablo Iglesias ha denunciado que una trama de policías corruptos fabricaron pruebas contra él, además de espiarle, con el único objetivo de perjudicarle políticamente. Esos agentes, conocidos como la "policía patriótica", podrían seguir órdenes de los máximos responsables de Interior, en aquel momento bajo control del PP.
"Aunque hubo muy poco tiempo para aceptar el puesto que me ofrecían, hicimos un breve repaso de las cosas pendientes que heredaba de la dirección de Interviú, y en ningún momento fui capaz de valorar que un asunto que en otras circunstancias podría ser menor, fuera a convertirse en una especie de bomba informativa en plena campaña electoral. Pensé que conocía la política, pero he aprendido una nueva lección: con las urnas cerca, hasta el arco iris puede verse en noche cerrada", ha dicho Pozas a los periodistas en su despedida.