Cuando el PSOE perdió la Junta de Andalucía tras 37 años de presidentes socialistas, primero saltaron las chispas entre Ferraz y el partido en Andalucía y después se impuso una tregua en las hostilidades. La desconfianza entre Susana Díaz y Pedro Sánchez sigue siendo patente, algo que se evidenció en la conformación de las listas para las elecciones generales, en las que muchos de los partidarios de la expresidenta de la Junta fueron laminados. "Tomo nota", dijo entonces Díaz.
El adelanto de las elecciones generales no hizo sino espesar una tregua destinada a durar exactamente hasta el 26 de mayo, fecha de las elecciones municipales. Estos meses han hecho que se desvanezca la posibilidad de una renuncia de Díaz al liderazgo del PSOE andaluz.
Lejos de caer en una depresión tras la severa derrota que supuso perder la Junta, Díaz se muestra animada en sus tareas de oposición y asegura estar viviendo la cuenta atrás hasta su vuelta a San Telmo, sede de la presidencia. Hasta agradece haberse deshecho de la presión del poder, algo que ha hecho que tenga más tiempo para su familia y amigos y menos preocupaciones.
La espinita sacada
Su presencia a lo largo y ancho de Andalucía sigue siendo constante, algo favorecido por la cantidad de mítines que el partido organiza en este largo ciclo electoral. Ha estado en la mayoría de actos de Sánchez para las generales. A él le ha prometido que se iba a "dejar la piel" para sacarse "la espinita" de haber perdido la Junta en diciembre. Finalmente, el PSOE obtuvo 24 de los 61 diputados en juego, cuatro más que en las elecciones de 2016. Pero los votantes no expresan en la urna si votan más por Díaz o por Sánchez y, naturalmente, los partidarios de una y otro se atribuyen el mérito.
Ahora, con las elecciones municipales, Díaz se enfrenta a su enésima prueba, quizás la definitiva. Para empezar, por el resultado electoral en sí. Sánchez ya no estará tan presente en Andalucía y equipo de la líder regional tiene la impresión de que ella se la juega más sola. Un muy buen resultado en las municipales, sobre todo si supera las marcas en el conjunto de España, apuntalaría a Díaz. Un mal resultado le sería sin duda reprochado y su posición quedaría en entredicho.
Por eso estos días Díaz llama a "rematar la faena" y a considerar a los alcaldes como el "primer cinturón de seguridad de la democracia" ante Vox. La estrategia de alertar contra la extrema derecha, que no le funcionó a ella cuando la puso en marcha en los últimos días de campaña, sí reportó a Sánchez unos buenos resultados. Las municipales se vivirán en esa clave.
Dominio institucional local
Además, el dominio de Díaz del partido en la actualidad hace que muchos de sus colaboradores con cargo institucional estén precisamente en el ámbito municipal. Su derrota debilitaría a aquellos que sostienen a Díaz, abriendo paso a renovación municipal de cara a un relevo regional. El 26 de mayo se eligen 785 alcaldes en Andalucía y el Centro de Investigaciones Sociológicas apunta a que Juan Espadas podría retener para el PSOE la alcaldía de Sevilla, la joya de la corona. Aumentaría su representación y gobernaría con el espacio de Podemos.
Más en duda está lo que pasará en las demás capitales, para las que el CIS no hay proyectado escaños. Los socialistas gobiernan en minoría en Huelva, Córdoba y Granada, además de Sevilla. El PP, en Jaén, Málaga y Almería. La marca de Podemos, en Cádiz.
El resultado de las elecciones es visto en Ferraz como definitivo. Después no hay más elecciones y el equipo de Sánchez podría plantearse una renovación del PSOE andaluz. La candidata más obvia a pugnar por él es la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con la vista puesta en Andalucía y muy promocionada desde el Gobierno. Salvo los que incluyeron a Sánchez, Díaz y Montero no han compartido mitin alguno para las generales, a pesar de que la ministra de Hacienda encabezaba la lista por Sevilla, provincia también de la líder regional. Ambas se siguen los pasos en la distancia.
Montero nunca desmiente que puede querer ser presidenta de la Junta de Andalucía, pero su interés por la vida orgánica del partido es mucho menor que el de Díaz. Así, Montero podría seguir en el Ejecutivo, con aún más poder del actual, a la espera de su momento. Una derrota de Díaz el 26 de mayo o un congreso regional extraordinario propiciado por Ferraz (el ordinario no toca hasta 2021) podría empujar a Montero a competir por el liderazgo autonómico antes de tiempo.