Las ministras Carmen Calvo, Margarita Robles y Meritxell Batet son las favoritas dentro del PSOE para presidir el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez no ha desvelado el nombre del sucesor de Ana Pastor como tercera autoridad del Estado y los pesos pesados del su entorno apenas han dado pistas. Se espera que se sepa en una Ejecutiva del PSOE que se celebra este viernes en Ferraz. Sin embargo, las tres ministras, muy cercanas a Sánchez y ya en su Gobierno, están en todas las conversaciones entre dirigentes socialistas.
La opción de Margarita Robles ha ganado peso en los últimos días como opción. Fuentes cercanas a Sánchez ven improbable su continuidad al frente del Ministerio de Defensa y otras fuentes del Gobierno describen un paulatino enfriamiento de las relaciones entre ella y Sánchez desde que se conformó el Gobierno, en junio del año pasado. Su presencia mediática ha sido muy discreta durante la campaña y su gestión de la venta de armas a Arabia Saudí acabó con una matización del propio jefe del Ejecutivo.
En el otro lado de la balanza, Robles tiene un perfil idóneo para el puesto. Tiene una larga experiencia en las instituciones como magistrada, ha sido portavoz parlamentaria del PSOE y es capaz de asumir desde el primer día el rol protocolario e institucional. Sin embargo, en caso de que Sánchez prefiriese renovar el Gobierno, la presidencia del Congreso no es ni mucho menos un castigo sino un puesto de gran visibilidad y presencia, aunque carezca de poder ejecutivo.
El otro gran nombre en todas las quinielas es el de Calvo. La vicepresidenta del Gobierno tiene poderosos adversarios internos dentro del Gobierno y no pocas fuentes señalan sin ambages a una animadversión correspondida entre ella e Iván Redondo, jefe de Gabinete de Sánchez y gurú estratégico y comunicativo. Su marcha al Congreso sería una más que honrosa salida del Gobierno para una catedrática de Derecho Constitucional que tendría como vigía del hemiciclo un lugar de privilegio para seguir desarrollando su pasión por la política.
La salida de Calvo de la vicepresidencia no podría en ese caso interpretarse como una defenestración en sentido estricto, pero permitiría a Sánchez elegir a otro equipo ahora que él ya atesora experiencia de gestión, algo que no tenía en junio del año pasado. Las especulaciones dentro del Gobierno son diversas, pero apuntan a que el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, podría ascender como vicepresidente político del Ejecutivo mientras que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, podría ser la vicepresidenta económica. El entorno de Sánchez no suelta prenda, en cualquier caso, y el presidente del Gobierno lleva los nombramientos con exquisita discreción.
Batet para compensar que Iceta no va al Senado
El tercer nombre en liza es el de Meritxell Batet, ministra de Política Territorial y Función Pública. Sería el Miquel Iceta que los partidos independentistas no quisieron para el Senado, pero en una cámara todavía más relevante y presente en la vida política de los españoles.
El mensaje político sería potente, pero la presidencia del Congreso suele ser un puesto de llegada o término, no un trampolín para nuevas responsabilidades. Y Batet ha demostrado al frente del Ministerio eficacia en un contexto explosivo por la relación con los independentistas. Lo que es más importante: no ha cometido errores, ni de comunicación ni políticos, a diferencia de Calvo, quien a menudo asumió el peso de las negociaciones en detrimento de la ministra del ramo, que era Batet.
Batet encabezó la lista por Barcelona al Congreso y es vista desde hace tiempo como un relevo natural para Miquel Iceta, líder del PSC desde 2014 y diputado en el Parlament desde 1999. Su frustrada marcha al Senado iniciaba la cuenta atrás para el proceso de sustitución como puntal del PSC en Cataluña y Sánchez perfectamente podría nombrarlo ministro en su nuevo Gobierno. En el nuevo Ejecutivo no estará Josep Borrell, candidato a las elecciones europeas, y si Batet se convierte en presidenta del Congreso, Iceta sería una opción obvia.
Si Batet es la candidata del PSC para unas elecciones autonómicas en Cataluña que podrían celebrarse a finales de año, tendría que dejar la presidencia del Congreso y eso es algo que dificulta su nombramiento, ya que el PSOE debería reunir de nuevo una mayoría para sustituirla con la legislatura ya empezada.