Pedro Sánchez se lo advirtió. "¿Está dispuesto a dimitir hoy, aquí, ahora? Dimita, señor Rajoy, y todo terminará; podrá salir de la Presidencia del Gobierno por decisión propia ¿Va a dimitir, señor Rajoy? ¿O va a continuar aferrado al cargo debilitando la democracia y debilitando y devaluando la calidad institucional de la Presidencia del Gobierno?"
Mariano Rajoy prefirió atrincherarse en un céntrico restaurante con su núcleo de colaboradores y compartir una larga sobremesa mientras su escaño, el del presidente del Gobierno, el bolso de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, hacía las veces.
Hace un año que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno. El primero a través de una moción de censura que el entonces jefe del Ejecutivo y hoy colmado registrador de la propiedad se negó a evitar con una dimisión. Su renuncia habría bastado para que su partido tratase de impulsar a otro candidato que le sustituyese, aunque no son pocos los que creen que las cartas estaban echadas. Ciudadanos era, según todas las encuestas, el primer partido de España y anhelaba con todas sus fuerzas unas elecciones.
Sánchez ganó la moción de censura, la primera de sus dos grandes decisiones estratégicas en las que ha tenido mucho que ver su jefe de Gabinete, Iván Redondo, fichado después de su victoria en las primarias internas de mayo de 2017. Si el primer acierto fue aprovechar la sentencia sobre la Gürtel y presentar la moción, el segundo fue la construcción de una imagen de moderación, casi inofensiva, al mismo tiempo que zarandeaba a la derecha para que se desintegrase en medio de una competición por ver quién era más contundente.
Vox fue, en ese sentido, casi un aliado. Al tiempo que erosionaba y desconcentraba al PP y, en menor medida a Ciudadanos, iba haciendo que el electorado socialista apretase los labios, deseando salir a votar. El naufragio de los Presupuestos lo liberó del corsé independentista. Ahí, probablemente, se selló su victoria en las urnas. Sólo hacía falta esperar y no cometer nuevos errores.
Sorpresa en el PSOE: todo sale bien
En el PSOE están realmente sorprendidos con este año, que los ministros del Gobierno han vivido en algunos casos con una presión y cargas de trabajo insoportables. La falta de mayorías, la presión por Cataluña y la posibilidad de que PP, Ciudadanos y Vox sumasen en España y en el resto de plazas repartidas el 26 de mayo recorrieron la espina dorsal del partido.
Y, sin embargo, Sánchez ha logrado salir del paso reforzado, logrando situar al PSOE exactamente donde estaba el último PP de Rajoy en diputados (123), emprendiendo un rumbo que, en principio, será ya de medio plazo y no provisional, y convirtiéndose de paso en una referencia para la socialdemocracia en Europa. En el Parlamento Europeo, la delegación española será la más nutrida de cuantas se integrarán en el grupo socialista europeo.
"Es increíble. ¡Todo le sale bien! Es casi como la gallina de los huevos de oro", explica un dirigente socialista que recuerda que, incluso algunos de los barones que intentaron derribarle van a seguir en el puesto en parte gracias a la coyuntura general, con un PSOE al alza, que lo facilita.
Ximo Puig, president de la Generalitat valenciana, unió su destino al de Sánchez y será de nuevo presidente, algo por lo que no muchos hubieran apostado hace años por el tirón de Mónica Oltra y Compromís. Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), uno de sus críticos más feroces, logró la mayoría absoluta, barriendo a Unidas Podemos del Parlamento regional y sin que entrase Vox. Guillermo Fernández Vara (Extremadura), comenzó a colaborar con Sánchez cuando ganó las primarias, pero también estuvo entre los que apoyó a Susana Díaz. También ha logrado la mayoría absoluta. Javier Lambán (Aragón), el más antisanchista de todos ellos, podría seguir gobernando tanto con un acuerdo de izquierdas como con Ciudadanos, si los pactos llegan a buen rumbo.
El dominio del PSOE es total y cuenta con grupos parlamentarios a su medida. Tanto es así que su principal rival interna, Susana Díaz, no tiene más alternativa que colaborar con él desde que perdió la Junta de Andalucía y ya no tiene anclaje en una administración. Por eso muchos en el entorno de la andaluza creen que, o es capaz de abrazar el liderazgo de Sánchez de manera honesta, o no tiene más recorrido que el que Sánchez quiera darle antes de impulsar a un sustituto o sustituta.