Un día normal en la vida de Gonzalo Pérez Jácome, nuevo alcalde de Ourense, debe de estar repleto de enormes sorpresas. Quizás protagonice una tertulia lisérgica (o directamente etílica) en Auria TV, su tele pirata online. O puede que termine retando a un policía local a que le atropelle. O a lo mejor, acaba presentando su gran arma ofensiva de la campaña electoral: un flamante robot que pide el voto a pie de calle repitiendo como un papagayo el grito de guerra: "¡Fuera, caciques!".
En su vida podrían suceder (y suceden) muchas de estas cosas, pero un axioma general e inmutable, lo que de verdad le representa, tiene que ver con la crítica voraz y exacerbada hacia el PP de José Manuel Baltar, el último elemento de una estirpe que controla la Diputación de Ourense desde tiempos inmemoriales. O sea, desde hace 32 años. Quizá por eso su partido, Democracia Ourensana, pacta ahora con ellos para perpetuarles en el poder.
No escatimó piropos, Jácome, hacia Baltar júnior a lo largo de estos últimos cuatro años. Le llamó "loco", "showman", "cacique", "elemento", "psicópata", "psicópata con corbata", "una persona que vive en la China", etcétera. Sus seguidores, apuntaba, eran "palmeros". No solía perder el tiempo, así que siempre que tenía ocasión, durante los plenos, extraía de la chistera el caso de la condena a su esposa a un año de cárcel por falsedad documental para tirárselo a la cara. Parecía ir en serio. Ahora, el bastón de mando es suyo, con los votos del PP a cambio de salvaguardarles a ellos al frente de la Diputación.
Es posible que nadie haya criticado más a Baltar que el propio Jácome a lo largo de todos estos años. Su azote ha resultado implacable. Un auténtico látigo para los populares en la provincia donde ostentan un mayor arraigo y donde su poder omnímodo a veces parece una sombra inamovible.
Buena prueba de la intensidad de sus calificativos pueden encontrarse en ese delirio que Jácome posee a modo de canal de Youtube. Se trata de un cajón desastre donde hay desde debates regados con ribeiro en un carcomido plató hasta los anuncios electorales de la formación política. Un cuadro. En uno de los fragmentos del vídeo titulado "El increíble duelo de Gonzalo Jácome contra J.M. Baltar", una especie de remix western basado en alguna escena de la última película de los Coen, el ínclito e ilustre señor Jácome le da bien de lo suyo al hijo del gran señor del PP de la provincia. Disparos, un doblaje realmente delicioso, único en su especie, y altas dosis de violencia. Un mensaje, claro, de alta política. El montaje -puede verlo, querido lector, algo más arriba- resulta absolutamente indescriptible.
Incluso un programa de enorme éxito al que denominó 'Planeta Baltar'. En uno de esos spots, grabado frente a una enorme valla con el rostro del líder del PP en Ourense, Jácome decía lo siguiente:
-"Tengo 49 años. Estamos en 2019 y cuando yo era adolescente los Baltar ya gobernaban la Diputación de Ourense. Hace unos años, Baltar padre le dejó la diputación a su hijo como si fuese una herencia personal. Creen que la diputación les pertenece".
El empresario estrafalario
Gonzalo Pérez Jácome no parece un político, y esa baza es la que ha venido jugando estos últimos años. Es empresario, regenta la tienda de música que heredó de sus padres y una cadena de televisión. En ella emite una y otra vez los plenos municipales en los que él aparece. Su voz lleva años repitiendo el leitmotiv de la corrupción política en el PP nacional, en el autonómico y en el de la provincia. Nunca se ha mordido la lengua. No tuvo problema en tildar a una concejala del PP en el pleno del Ayuntamiento de "enchufada". A su antecesor en el cargo, Jesús Vázquez, le llamaba "pato cojo".
Jácome llegó al ayuntamiento de Ourense en el año 2011 bajo las siglas de una formación montada en la década anterior y con una idea nacida fruto de las tertulias emitidas en su televisión pirata. Cuatro años antes de su estreno en política, trascendió la imagen de un Jácome dicharachero en una comida con Alberto Núñez Feijóo. También estaba presente José Luis Baltar, el patriarca, al que ha venido definiendo como cacique mayor desde su entrada en el ayuntamiento hace casi una década. Entonces este último le prometía, no sin cierta retranca, que si Democracia Ourensana obtenía representación, el PP se abriría a pactar con ellos. Los Baltar siempre fueron dos pasos por delante del resto.
En 2015 llegó el pelotazo. La popularidad de su personaje había aumentado de tal modo que se disparó en las urnas de 2 a 8 concejales. Nadie pactó con él, así que se quedó en la oposición al gobierno del PP.
A mediados de mayo, justo antes de las elecciones, Jácome aseguró que se abrirían a pactar con cualquiera, incluso con el PP, pero no de cualquier modo. "Siempre exigiríamos la cabeza de Baltar", aseguró, si bien no llegó a especificar dónde la terminarían colocando, ni que esa cabeza la pondrían, precisamente, en el mismo sitio en el que estaba: en su despacho de toda la vida, en la rúa do Progreso, junto a las llaves perpetuas de la Diputación.
"Pactar con el diablo" para salvar Ourense
Llegó a pronosticar el final de los Baltar en Ourense tras las municipales del año 2015 y ahora es él, su mayor crítico, quien logra que la saga continúe. Tras las elecciones del 26M el partido de Jácome perdió uno de sus ocho concejales, quedándose en 7 y con 1.500 votos menos. La caótica situación apuntaba a la salida del PP en el consistorio.
Había esta vez una diferencia con respecto a las últimas municipales: los dos diputados provinciales de Democracia Ourensana podrían ser claves para completar una mayoría en la Diputación. Y ahí es donde los Baltar le han servido el jugoso pastel del apoyo en la alcaldía a cambio del apoyo en el feudo tradicional provincial. Y Jácome ha aceptado.
Hace un mes, Jácome salió en una entrevista en COPE Ourense a tranquilizar al personal cacareando que su partido haría todo lo posible por ir al rescate de la ciudad, que "pactaría hasta con el diablo con tal de salvar Ourense". Luego le dirán que no avisó.