En Moncloa se viene diciendo insistentemente en los últimos días. "La última palabra en Navarra no está dicha. Todo puede dar aún muchas vueltas", explica alguien muy cercano a Pedro Sánchez. En Moncloa creen que el escenario para la investidura de Sánchez puede deparar muchas sorpresas y que una de ellas puede estar en Navarra si fracasa la operación de los socialistas en la comunidad para hacerse con el Gobierno foral. Este jueves deparó tres movimientos, en Pamplona, Madrid y la cárcel de Lledoners (Barcelona) que confirman que hay partido.
Las últimas semanas han evidenciado más de un titubeo en la posición de Pedro Sánchez sobre la comunidad foral. Primero, Ferraz trató de anular la intención de María Chivite, la líder del PSN, de negociar su investidura, ya que para eso es necesario el concurso de EH Bildu. Eran los días en los que Javier Esparza, líder de UPN, ofreció a Pedro Sánchez sus dos escaños en el Congreso a cambio de que los socialistas navarros se abstuvieran e hicieran posible un Gobierno de Navarra Suma, la coalición que componen la propia UPN, PP y Ciudadanos.
Después, sin explicar por qué y de repente, los dirigentes del PSOE cambiaron de criterio. Pasaron a defender el derecho de Chivite a intentar ser presidenta, ya que tiene "toda la legitimidad", en palabras de José Luis Ábalos, siempre que no medie una negociación y un pacto con la formación que dirige Arnaldo Otegi. Ahí quedó todo y todo pareció quedar en nada. Se alejaba la posibilidad de una abstención ante Navarra Suma y, por lo tanto, de un trueque de investiduras. Chivite comenzó a negociar su investidura.
Pamplona: negociaciones en punto muerto
Este jueves, sin embargo, quedó patente que su intento está por el momento en punto muerto. El presidente del Parlamento navarro, Unai Hualde, concluyó la primera ronda de consultas con los distintos partidos. A día de hoy "no se dan las condiciones para proponer un candidato a la investidura", lamentó. Así, el presidente de la Cámara esperá hasta que alguien reúna los apoyos para convocar el pleno. Tiene como fecha tope el 26 de agosto. Si no, se repetirán las elecciones.
Eso ocurría en Pamplona. Las otras dos piezas del puzzle hay que buscarlas en Madrid y en la cárcel de Lledoners (Barcelona).
"Le pedimos a Sánchez que acepte la mano tendida que le hemos ofrecido desde Navarra Suma. Estamos dispuestos a que esta plataforma participe en su investidura a cambio de que él se abstenga para el Gobierno foral y que no dependa de los herederos de ETA, de Bildu, y tampoco del nacionalismo anexionista del PNV y de Geroa Bai", dijo en Madrid Pablo Casado, líder del PP.
Casado ha modulado su discurso, quizás tras pasar una hora y media con Sánchez en Moncloa este lunes. Hace semanas había que recurrir a los acuerdos electorales entre el PP y UPN para concluir que la decisión de una abstención que facilite la investidura de Sánchez corresponde al partido navarro, que sería el más beneficiado al garantizar que su líder, Javier Esparza, sería presidente. Es decir, que UPN podría abstenerse mientras el PP, antagonista del PSOE, miraba para otro lado.
Ahora, Casado ya hace la propuesta abiertamente y la defiende. La publicita en su Twitter y le pide a Sánchez que la acepte para ser investido. Puede que el líder del PP no quiera por el momento escuchar a las voces que dentro de su partido le piden que se abstenga. Pero también puede que no sea necesario hacerlo si cristaliza la vía navarra, beneficiosa para su partido en la comunidad foral y que le permitiría a él salvaguardar su imagen de líder de la oposición a Sánchez. Todos ganan.
Lledonders: los abstencionistas
El mismo día, ya por la tarde, trascendía que los tres dirigentes independentistas en prisión preventiva que además son diputados de Junts per Catalunya en el Congreso, Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, abogan por la abstención de su formación política (que cuenta con cuatro escaños más) para que Pedro Sánchez pueda ser presidente. La noticia fue adelantada por Nació Digital y reconocida por fuentes de la formación que dirige Carles Puigdemont, huido de la justicia española en Waterloo. JxCat está dividida entre quienes creen que hay que dejar gobernar a Sánchez y los que defienden el "no" ante la lógica del cuanto peor, mejor, o con la expectativa de lograr importantes concesiones del presidente del Gobierno. Artur Mas, padre político del espacio del que nació JxCat, estaría en esa tesis, pero no Puigdemont.
En realidad, poco importa lo que hagan los otros cuatro diputados de JxCat. Lo importante es que estos tres expresan un criterio propio y que, además, están suspendidos de sus funciones. Es decir, que no pueden votar en el Congreso. Sus tres escaños en este momento son tanto como una abstención y sólo podrían convertise en un "no", si esa fuese la decisión final del partido, si renuncian a su acta para que entren otros, algo que han asegurado no querer hacer.
Si ellos quieren la abstención para que Sánchez sea presidente, no tienen más que no renunciar a sus escaños, porque sus votos ya contarán en la práctica como una abstención. En otras palabras: la carta de los tres dirigentes de JxCat lo que puede querer decir en realidad es que ellos no van a dejar sus actas, algo que ya facilita enormemente las cosas a Sánchez.
La aritmética de la vía navarra
Una abstención de los dos diputados de UPN y que no renunciasen a sus escaños los tres presos de JxCat haría posible la investidura de Sánchez siempre que se asegure los síes de Unidas Podemos, PNV, Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC). Con este último, que tiene un escaño, ya ha formalizado el pacto, pero con Unidas Podemos hay un bloqueo total en estos momentos.
La aritmética es la siguiente. PSOE, Unidas Podemos, PNV, Compromís y PRC suman 173 escaños. Con la abstención de UPN y la ausencia de los diputados de JxCat, todos los demás partidos sólo pueden sumar, en el mejor de los casos, 172. En segunda vuelta, cuando Sánchez sólo necesita más síes que noes, sería elegido presidente.
La operación tiene varios condicionantes. El primero, llegar a un acuerdo con Unidas Podemos. El segundo, permitir que Navarra Suma gobierne, algo que podría complicar las cosas con el PNV, que es un partido integrante de Geroa Bai, la tercera fuerza y aliado potencial de Chivite. Pero si el problema es EH Bildu, si es Bildu en quien se puede focalizar la responsabilidad de que no haya Gobierno de izquierdas, la abstención del PSN ante Navarra Suma sería más digerible para todos.
Como dicen en Moncloa, "la última palabra en Navarra no está dicha. Todo puede dar aún muchas vueltas". Cada día es una aventura.