Las pesquisas en torno al asesinato de Carlos Machín, en el municipio tinerfeño de San Cristóbal de La Laguna, se basaron en llamadas realizadas con una red de teléfonos ocultos empleados casi en exclusiva para perpetrar el crimen. Los investigadores hallaron el soporte de una tarjeta SIM junto a la víctima y, tras arduas comprobaciones, llegaron hasta el conocido empresario Evaristo González, socio y amigo del asesinado, detenido por ser el presunto autor intelectual de los hechos.
Nos remontamos al 17 de abril de 2018. Son las 22.15 cuando Carlos Machín entra en su vehículo, estacionado en el aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas de San Cristóbal de La Laguna. Un individuo se le aproxima y dispara once veces contra él; seis impactos alcanzan al objetivo, que muere por las heridas de bala.
El autor material del crimen huye del lugar con la ayuda de otro hombre que le espera en un coche. El vehículo -o más bien, sus restos- es hallado del todo carbonizado apenas a dos kilómetros de distancia.
Con esos elementos, la Policía debía componer un puzle al que le faltaban demasiadas piezas. ¿Quién había matado a Carlos Machín? ¿Por qué? ¿El criminal había actuado solo o tenía el apoyo de alguna infraestructura? ¿Era un sicario a sueldo o había matado por iniciativa propia?
Un hallazgo crucial
Los policías que se personaron en el lugar de los hechos hicieron un inventario de todos los bienes que encontraron junto a la víctima, por si alguno de ellos pudiera servir a los investigadores. Entre los bienes intervenidos figuraban dos teléfonos móviles, que no arrojaron luz a la investigación. Pero también había un elemento que sería crucial: el soporte plástico de una tarjeta SIM para un terminal móvil.
La Brigada de Homicidios de la Policía tiró del rastro. Encontró que Carlos Machín tenía otro terminal rudimentario, lejos de los smartphones actuales y sin conexión a Internet, oculto en un cajón de su vasa. La pista apuntaba hacia el empresario Evaristo González, conocido entre sus allegados como Tito Tacoronte. Tito, abreviatura de Evaristo, y Tacoronte, por el municipio tinerfeño del que procede.
¿Qué hizo a la Policía mirar hacia este conocido empresario tinerfeño? Primero, que la tarjeta SIM estaba a nombre de J.D.S.H., hijo de un colaborador habitual de Evaristo González. Y segundo, que 798 de las 1.188 llamadas registradas desde este terminal se dirigían a un número del empresario.
Aquel terminal rudimentario suponía el "único punto oscuro" en la vida de la víctima, según los investigadores. Ya existían las sospechas en torno a Evaristo González. Pero era imposible atar ninguna conclusión o atribuir responsabilidades; había que seguir reuniendo pistas en torno al crimen.
La red de teléfonos
La Policía siguió la pista de las llamadas telefónicas y detectaron una red de comunicaciones que Evaristo González y su entorno trataban de ocultar. Eran terminales que, como el de la víctima Carlos Machín, se empleaban casi en exclusiva para llamarse entre sí. Varios de ellos estaban a nombre de la misma persona, J.D.S.H.
El rastro existía, pero la Policía necesitaba aportar pruebas para que el caso tuviera consistencia ante los tribunales. Así, los investigadores se centraron en una serie de llamadas que Evaristo González mantuvo con Ernesto Inocencio, autor material del crimen. También se detectaron varias llamadas en momentos cruciales entre el asesino y Julio David, quien conduciría el coche en el que se dieron a la fuga.
Al puzle todavía le faltaban varias piezas. Porque el autor de los disparos y el conductor del coche habían permanecido ocultos durante varios días con algún tipo de apoyo. Y también era probable que hubieran recibido algún tipo de ayuda para obtener el coche empleado en el asesinato.
El rastro de llamadas siguió dando sus frutos. La Brigada de Homicidios detectó que Julio David, el conductor del coche, llamó hasta en ocho ocasiones a un individuo llamado José Manuel en la noche del crimen, quien habría actuado como encubridor junto a otro compañero llamado Dámaso Agustín.
El coche. Faltaba saber de dónde había salido el vehículo. La red de llamadas permitió localizar a otros dos individuos, J.J.M.C. y R.D.A.F., que habían protagonizado movimientos extraños la misma noche en la que se denunció la desaparición de un coche. Las cámaras de seguridad del aparcamiento grabaron el robo del vehículo.
La detención
Las comunicaciones entre el empresario Evaristo González y la víctima Carlos Machín a través de los teléfonos ocultos comenzó cuando el segundo pasaba una serie de estrecheces económicas.
Las pistas eran lo suficientemente sólidas como para explotar la operación, que el pasado 29 de mayo de 2019 culminó con la detención de Evaristo González, Tito Tacoronte, a quien se le acusa de ser el autor intelectual del crimen. Los investigadores dieron por culminadas las pesquisas dos días más tarde, el 31 de mayo.