María Chivite, recién investida presidenta de Navarra con la abstención clave de EH Bildu, afronta su primer desafío con las fiestas que bañan la Comunidad Foral en estas fechas. Porque en muchos de los municipios gobernados por los abertzales se han organizado actos en homenaje a los presos de ETA; asociaciones de víctimas, grupos representativos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y oposición le exigen que impida actos que, a su juicio, vulneran la "dignidad" de quienes han sufrido la lacra del terrorismo.
"Respetaremos todas las maneras de sentir", aseveró María Chivite en su toma de posesión del pasado martes, al mismo tiempo que apelaba a la "responsabilidad" para una "convivencia pacífica y diálogo". Un discurso aplaudido por quienes la auparon a la presidencia de Navarra: Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra.
Bakartxo Ruiz, de EH Bildu, recordó a Chivite la fragilidad en la que se sostiene su Gobierno. Y le lanzó una advertencia: "No somos una fuerza irrelevante, tenemos la llave para cerrar o abrir puertas, eso está en nuestra mano".
Ahora, la Navarra gobernada por EH Bildu pone a la presidenta foral frente a su primer desafío, apenas unos días después de haber prometido su cargo. Porque en los pueblos en los que gobiernan los abertzales se han organizado varios actos en apoyo a los presos de ETA, ya sea en actos oficiales o en un programa de fiestas paralelo preparado por asociaciones vecinales -sin que los Consistorios lo impidan-.
Etxarri, Leitza y Bera
Etxarri Aranatz constituye uno de los ejemplos más mediáticos de los últimos días. La asociación Dignidad y Justicia pidió a la Audiencia Nacional que impidiese los actos recogidos bajo el llamado Día del Inútil, auspiciado por varios grupos sociales de este municipio de 2.500 habitantes y en el que se expresa el rechazo hacia Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, principalmente la Guardia Civil.
La Justicia, no obstante, permitió que se desarrollasen los actos, entre los que figuraban el tiro al fatxa, un juego en el que se lanzan objetos contra figuras que representan a diferentes autoridades.
El Ayuntamiento de Etxarri Aranatz, además, celebró un brindis en homenaje a los presos de ETA; escena que quedó reflejada en una imagen en la que se podía leer, con letras sobreimpresionadas, Maite Zaituztegu! ["¡Os queremos!"], como contó El Independiente.
Los actos de homenaje a presos de ETA se repiten en diferentes municipios de la Navarra gobernada por EH Bildu. Así, en el cartel de las fiestas de Leitza (2.900 habitantes), se anuncia una manifestación bajo el lema Euskal preso ta iheslariak etxera! ["¡Prisioneros y refugiados vascos, a casa!"].
La plaza principal del pueblo, presidida por un gran mural que pide la libertad de los presos de ETA, acoge los principales actos de las fiestas, entre los que también se incluye un brindis. "No se aceptarán actitudes sexistas, racistas u homófobas", reza el cartel.
El programa oficial de actos en Bera (3.761 habitantes) también recogía un "acto solidario" en la plaza de Altzate bajo el eslogan Etxera! ["¡A casa!", frase repetida por el entorno abertzale para exigir la liberación de los presos de ETA].
Petición a Chivite
Son algunos ejemplos de la serie de actos que, según asociaciones de víctimas y otros grupos sociales, se repiten en los diferentes municipios gobernados por EH Bildu. "El clima social que pretenden generar los movimientos abertzales que dirigen estas campañas demuestra que, aunque ETA se haya disuelto, existe un proyecto que hereda el señalamiento, persecución y acoso a los guardias civiles y policías nacionales”, apuntan en un comunicado conjunto la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) y el sindicato Confederación Española de Policía (CEP), en relación a los actos celebrados en Etxarri Aranatz por el Día del Inútil.
No son los únicos que elevan la voz. La asociación de víctimas Dignidad y Justicia también ha exigido que se impidan la celebración de estos actos. Y el Partido Popular navarro, ahora integrado en Navarra Suma, pidió a Chivite que los impidiese.
Apenas unos días después tras constituirse el Gobierno foral, la presidenta afronta su primer desafío lanzado por la formación que, con su abstención, propició su nombramiento.