Pablo Iglesias ha emplazado a Pedro Sánchez a una negociación cara a cara para intentar desbloquear la investidura: "Sentémonos usted y yo y empecemos a trabajar". El líder de Podemos ha afeado al socialista que no le haya llamado "ni una vez" desde la fallida investidura de julio y ha señalado que su insistencia en un gobierno en solitario es "una falta de respeto a los cuatro millones de votantes de Podemos".
En su turno de respuesta al presidente del Gobierno en funciones, Iglesias ha recordado que en la pasada legislatura el PSOE "no fue capaz de aprobar los presupuestos generales" y por eso, "a día de hoy seguimos con los presupuestos de Montoro". "¿Eso es lo que pretenden ustedes con un gobierno en solitario? Sin un Gobierno de coalición no se aprobarán los presupuestos", ha señalado.
En un día repleto de enfrentamientos personales, pero en público y desde el atril, ésta era la segunda oportunidad de hacerle un gesto a Sánchez, porque aún le quedaba la pregunta de la sesión de control. Ésa que emplaza al presidente a decir cuál es su balance de los meses de gobierno en funciones... una cuestión planteada en abierto, en previsión de que hubiera acuerdo o ruptura en la reunión de este martes.
Ese cara a cara que quiere en Moncloa el líder de Podemos lo tuvo luego en la sesión de control, como él mismo se había encargado de preparar al registrar una pregunta al presidente en funciones. Era la primera y más que probablemente última sesión de control de la legislatura. Porque si ésta sigue, sólo será recuperando la condición de "socio preferente", y -claro- no habrá tanta beligerancia como la de este miércoles en el congreso.
Era una pregunta abierta, "¿Que balance haces usted de sus meses como presidente en funciones?". Y se había elaborado a la espera de que hubiera una reunión entre los equipos negociadores de PSOE y Podemos y la cosa avanzará o se rompiera. Y la cosa fracasó, así que Iglesias tenía su tercera oportunidad del día de poner más peso en los reproches o en las lisonjas.
Era un cara a cara para, por fin, verse y hablarse, aunque fuera en público y sin poder avanzar en las negociaciones. Y Sánchez se lo tomó como una provocación. Porque si el morado le reprochó su falta de "palabra", el socialista le acusó de "evitar un gobierno progresista votando con la derecha, como en julio". Si el de Podemos le recordaba los presupuestos de Montoro vigentes, el del PSOE le señalaba por querer "estar en mi gobierno para controlarnos".
Argumentario repetido
Ambos tiraron de argumentario, repitieron lo de las humillaciones y los vetos y lo de las cinco ofertas diferentes y el desprecio. "Yo creo que usted nunca quiso el acuerdo", abundó Iglesias, "pero le descolocó que yo me retirara, y se encontró negociando algo en lo que no creía".
En la réplica al presidente del gobierno en funciones a su comparecencia para informar a la Cámara sobre los Consejos europeos de verano, Iglesias volvió a defender su apuesta por el modelo italiano -el de hoy, ese que suma al hermanos de Podemos, el M5S, con el Partido Democrático, socio del PSOE-, cuya Constitución inspiró la nuestra y que Italia fue una democracia desde 40 años antes, "aquí había una dictadura, no parece prudente criticar el sistema italiano, señor Sánchez".
Pero lo cierto es que Iglesias jugó a hacer algunas bromas para distendir el ambiente, eso sí, chascarrillos en busca de las contradicciones del líder socialista.
La principal, la de la negativa a la coalición de gobierno. Le puso de ejemplo las seis Comunidades Autónomas con presidente socialista que han pactado una coalición con Unidas Podemos. "¿Es que eso también son dos gobiernos en uno? ¿Le va a decir eso a sus compañeros?".
"Con quién quiere pactar"
Después, Iglesias se ha quejado de "los 40 minutos que le ha dedicado a la derecha y los sólo cinco con los que nos ha despachado a nosotros". Para el líder morado eso demuestra "con quién parece querer usted pactar... y no es con Unidas Podemos".
Le ha reprochado que los suyos en Moncloa "no han sido 12 meses de avances", como defendía el presidente, sino "que seguimos con los presupuestos de monitor". Le ha enseñado, después, el espejo de sus 123 diputados cuando pide "un gobierno fuerte y estable", porque eso solo puede significar, sostenía Iglesias, que "quiere nuestros votos gratis, pero para luego pactar con el PP".
Y, finalmente, ha subido el tono, ya crispado, cuando ha defendido "el respeto a los cuatro millones de votantes de Unidas Podemos" frente a los siete "que le votaron a usted". Para dejar la traca final con el último reproche, casi una bronca por "haberme llamado vero veces desde la investidura fallida de julio".
Y es ahí, en el punto álgido, en el que ha vuelto el Iglesias político, pragmático y quizás temeroso del 10-N. El secretario general de Podemos ha hallado un nuevo modo de decir lo mismo que lleva repitiendo desde la vuelta de verano y, en lugar de pedir, "retomarlo donde lo dejamos", ha propuesto "que ni usted ni yo nos echemos atrás".
Es decir, "usted me vetó y yo acepto mi veto, mantengo mi palabra, porque usted dijo que yo era el único escollo... ahora le toca a usted respetar su palabra, partamos de lo que dijimos los dos y hay una posibilidad de evitar las elecciones". Ahora, si la pelota estaba en el tejado de Unidas Podemos, como pretendió este martes Adriana Lastra, Iglesias la ha lanzado al presidente: "Llámeme... o ya le llamo yo".