Zubair al-Ansari y Okasha al-Ansari habían planificado cada detalle del atentado. Uno de ellos se precipitaría con su vehículo contra la base que la Unión Europea tiene en Koulikoro, con un fuerte despliegue del Ejército español. El otro, aprovechando la brecha abierta, se lanzaría con su furgoneta cargada contra los militares. Iban cargados de explosivos y pretendían perpetrar una masacre.
Habían pasado unos minutos de las dos de la madrugada. La noche era cerrada y se escuchaban los ruidos habituales: un perro ladrando, el fluir del río que circula junto a las instalaciones militares y, de vez en cuando, el ruido de algún motor.
Nada hacía pensar que los acontecimientos se desatarían con esa fiereza: la región más inestable de Mali está en el norte, y la base de Koulikoro -en el centro del territorio- nunca había sufrido un ataque de esa magnitud.
La guardia les correspondía a los soldados Daniel Gómez (28 años) y Richard Ríos (30). El primero se mantenía alerta en la torre del su vehículo blindado Lince; el segundo, a pie, armado con su fusil HK.
Esas eran sus armas para evitar la masacre yihadista.
Han pasado poco más de siete meses de aquel episodio -ocurrió en la madrugada del 24 de febrero- y los soldados Daniel Gómez y Richard Ríos atienden a EL ESPAÑOL para detallar cómo fue su intervención. Hablan desde la tranquilidad de la base General Morillo, en Pontevedra. Integrados en la Brigada Galicia VII, ambos han sido condecorados con la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo en una ceremonia presidida por la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles.
Una distinción que, según afirman, es un “honor”: “Pero no deja de ser nuestro trabajo y actuamos así porque somos militares”. Con la serenidad de esa sentencia, detallan los pormenores de su actuación.
La primera misión
Mali fue el bautizo de ambos. Era la primera vez que participaban en una misión en el exterior. Junto a otros 241 efectivos del Ejército español se desplegarían en la localidad de Koulikoro, donde la Unión Europea tiene unas instalaciones dedicadas a la instrucción del Ejército local en su lucha contra el yihadismo y otras amenazas.
Daniel y Richard lo afrontaban con “ilusión”: “Es para lo que nos preparamos día a día”, afirma el primero. “Nos sentimos realizados al ir de misión”, añade el segundo.
Y todo lo que llevaban aprendido dentro de las Fuerzas Armadas lo tuvieron que aplicar en la noche del 24 de febrero. También una buena dosis de instinto de supervivencia.
El comienzo del relato
A continuación, alternamos los testimonios de los soldados para componer el relato de lo que ocurrió aquella noche.
Soldado Richard Ríos: “Yo estaba abajo, en la puerta de acceso principal. Iba armado con mi fusil HK. Siempre estás pendiente cuando te toca guardia, pero en Koulikoro era difícil imaginar que pudiera haber un ataque y mucho menos de esa envergadura. Era un sitio en el que nunca había pasado nada”.
Soldado Daniel Gómez: “Yo estaba en la torre del vehículo Lince, que está equipado con una ametralladora del calibre 12,70, especialmente preparada para abrir fuego contra vehículos o elementos bien protegidos”.
Soldado Richard Ríos: “Por la noche siempre se escuchan sonidos; coches, motos, camiones con mucho ruido por las chapas. Los primeros que oyeron algo raro fueron un cabo y un soldado en el otro acceso de la base”.
Soldado Daniel Gómez: “Eran tiros, estaba claro. Estaban a un par de kilómetros, al otro extremo de la base”.
Soldado Richard Ríos: “Nuestros compañeros preguntaron por radio a nuestro sargento si había algún ejercicio programado. Este lo comprobó y lo negó. Enseguida se empezaron a escuchar disparos por mi zona, abrían fuego por fuera”.
Llega el primer vehículo
Recordemos que Richard Ríos se encontraba a pie, armado con su fusil HK, y que Daniel Gómez se encontraba en la torre del Lince. Estaban acompañados de dos militares malienses que les acompañaban en las guardias.
Soldado Daniel Gómez: “El soldado Ríos lo vio primero, estaba en otra perspectiva”.
Soldado Richard Ríos: “Como la carretera es transversal, no vi el vehículo hasta el momento en se que cruzó para entrar a la base [el acceso a la base estaba adecuadamente iluminado]. Venía a bastante velocidad y, como había escuchado los disparos, enseguida tuve claro que venían a por nosotros. Cuando se abalanzó hacia nuestra posición, lo único en lo que pensé fue en abrir fuego. Todo fue muy rápido y actúas de puro instinto”.
Soldado Daniel Gómez: “Entonces la vi. Era una furgoneta tipo 'pick up'. Apunté con la ametralladora de mi Lince e hice nueve disparos”.
Entre Richard Ríos y Daniel Gómez lograron abatir al conductor del vehículo. La furgoneta quedó atravesada en el acceso principal a la base. Los dos militares pidieron refuerzos por radio. El ataque aún no había concluido.
La explosión
Soldado Richard Ríos: “Me había replegado y desde mi posición no la vi, fue el soldado Gómez el que la detectó”.
Soldado Daniel Gómez: “Era más grande y pesada que la anterior. La furgoneta pasó por delante de la puerta y veo que ahora intentaba entrar en la base. Todo fue muy rápido y chocó con el anterior vehículo”.
La segunda furgoneta iba cargada con una gran cantidad de explosivos, los informes apuntan a varios cientos. Una carga letal que los yihadistas planeaban estallar en pleno centro de la base. El choque entre los dos vehículos propició la detonación de la carga.
Soldado Richard Ríos: “No notamos una explosión muy fuerte porque quedamos dentro de la onda expansiva. Había mucha polvareda, no se veía nada. Yo me mantuve en mi posición. Solicité apoyo por mi medio de comunicación y me quedé para asegurar la zona y el punto de acceso”.
Soldado Daniel Gómez: “La verdad es que no vi nada. De pronto se puso todo negro, me cubrí con la protección. No vi ningún fogonazo”.
Un antes y un después
La explosión causó daños graves en la puerta de acceso de la base de Koulikoro, tal y como atestiguan las imágenes del episodio. La onda expansiva, además, reventó las ventanas de las instalaciones y hundió los techos de algunos de los edificios.
El atentado yihadista marcó un antes y un después en la base. El atentado fue reivindicado por Jama'at Nasr al-Islam Wal Muslimeen, facción integrada en Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI). Dos militares malienses resultaron heridos, aunque quedaron fuera de peligro. El contingente español, junto al resto de fuerzas de la Unión Europea, reforzaron la seguridad en la base de Koulikoro.
Richard Ríos y Daniel Gómez siguieron varias semanas en Mali y continuaron con sus labores de patrulla y protección. “La familia estaba preocupada e intenté ocultárselo: 'No fui yo, eran otros compañeros…'. Pero cuando empiezan a salir los nombres en los medios de comunicación, ya es imposible ocultar nada”, afirma el primero.
El segundo añade: “Yo les dije que el ataque había sido en otra base, mis padres no se enteraron de lo que había pasado hasta que volví a España”.
- Y una vez se ha sabido, ¿cuántas veces han tenido que contar esta historia a sus amigos y compañeros?
- ¡Uf…! ¡Unas cuantas! (Ríen).
Desde entonces, los militares desplegados en Koulikoro han reforzado los accesos a la base y la han dotado de nuevos sistemas de vigilancia. Mali y el África subsahariana, afirman desde las Fuerzas Armadas, constituyen la "frontera avanzada" de Europa. Las misiones en las que participa España en la región impiden que la inestabilidad se propague a otras zonas.
Convencidos de esos preceptos y sólo siete meses después del ataque, Daniel y Richard, insisten en que están “preparados” para irse de misión al exterior cuando se les requiera: “Para eso estamos en el Ejército”.