La ministra de Hacienda María Jesús Montero, se levantó, se dirigió al atril y se preparó para hablar de los retos y la función de la buena información en un coloquio organizado por la Asociación de Periodistas Europeos. Venía de presentar, conjuntamente con Nadia Calviño, la titular de Economía, la revisión de los objetivos macroeconómicos remitidos este martes a Bruselas.
Podía haber comenzado hablando del periodismo o de economía, pero no. "Las últimas horas no están siendo fáciles para nuestro país. Por eso, yo quería reivindicar la normalidad para celebrar una jornada como esta", dijo. "La deriva independentista ha copado la actualidad desde hace demasiado tiempo, por ello me van a disculpar si empleo algunos minutos en hablar de este tema, creo que la gravedad de la situación lo requiere. La sentencia del procés es el mejor ejemplo de que este país funciona como un Estado de Derecho, donde las decisiones judiciales tienen que acatarse y respetarse".
A partir de ahí, Montero se empleó motu proprio y a fondo para recordar que en España no se juzga a nadie por sus ideas, que no hay presos políticos o que "la actuación de la Justicia tenía que llegar". Cargó contra "los empeñados en abonar el terreno de la confrontación", citando específicamente a los dirigentes independentistas y a Vox por "alimentar el odio". Pero también a Pablo Iglesias. "No puedo dejar de mencionar que el posicionamiento de Unidas Podemos ha dejado claro por qué no era posible un Gobierno de coalición", aseguró. "¡Ya está bien! Cataluña necesita pasar página. España necesita pasar página", explicó. No se le olvidó, tampoco, citar en su introducción la posibilidad de aplicar el artículo 155.
La veda quedó abierta. La mayoría de las preguntas versaron sobre Cataluña en todas sus vertientes: la de la seguridad, la política o la económica.
La agenda del Gobierno
Atrás ha quedado el día en que Cataluña era un asunto incómodo para el PSOE. Atrás han quedado los mítines en los que no se la nombraba, los programas electorales en los que se esquivaba la cuestión (ejemplo de manual, la campaña andaluza) defendiendo que cualquier medida política para España lo es también para Cataluña. Atrás ha quedado la denuncia de que la derecha o el independentismo trata de explotar los réditos de la sobreexposición.
La agenda del Gobierno de este martes contenía 11 entrevistas o momentos dedicados a atender a la prensa por parte de cinco ministros. La vicepresidenta, Carmen Calvo, tuvo dos entrevistas radiofónicas. Montero, una televisión y el citado coloquio. Los ministros de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el de Fomento, José Luis Ábalos, tenían tres compromisos cada uno en medios de máxima audiencia, tanto en Cataluña como en el conjunto de España. Y, además, ninguno de los dos, como tampoco Montero, tenía ningún otro acto en todo el día dentro de su agenda pública. "Ahora, España", dice el lema electoral de los socialistas.
El PSOE es consciente de que, en plena campaña electoral y desde el Gobierno, la cuestión catalana es la cuestión española. Y la cuestión española es el 10-N. Por ese motivo, el equipo de campaña socialista está decidido a no evitar el debate sino, al contrario, tratar de ganarlo ocupando todo el espacio. El mediático y, a poder ser, el de una amplia centralidad que haga que sus adversarios en las urnas parezcan o bien extremistas (independentistas, Vox), bien equivocados (Unidas Podemos) o bien inexistentes (PP y Ciudadanos).
¿Mueve voto Cataluña?
Hay un amplio debate en el PSOE sobre si Cataluña influye en el resultado electoral del 10-N. O, más bien, si puede influir más y a partir de ahora. Algunas fuentes socialistas alejadas de la dirección creen que en Cataluña, una posición de firmeza puede hacer crecer al PSC hasta el punto de hacerle ganar las elecciones. En las últimas, ERC logró 15 escaños y los socialistas 12, pero la distancia en votos no fue notable. Ahora, ERC tiene nueva competencia en la izquierda independentista (CUP) y soberanista (Más País). Y los socialistas aspiran a capitalizar el descontento del electorado con Ciudadanos, en caída libre en todas las encuestas. En la última de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, perdería tres de sus cinco diputados en la comunidad. Aquí hay batalla.
¿Y en el resto de España? Las opiniones varían entre los que creen que hay votos que ganar, de nuevo a costa de Ciudadanos, gracias a un mensaje de firmeza contra el independentismo, y de otros caladeros gracias a la imagen de un Gobierno solvente que gestiona bien la crisis. "Ahora, Gobierno", dice también el lema electoral del PSOE. Otras fuentes creen que Cataluña está muy amortizada como acicate en el resto de España salvo que haya algún gran incidente porque existe un hartazgo sobre el asunto, ampliamente digerido ya por el elector.
Pros para el Gobierno
Hay varios elementos que pueden ponerse de parte del Gobierno a la hora de presumir de gestión de crisis. En esta ocasión, los Mossos d'Esquadra sí están actuando como Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado gracias a una coordinación que el Ejecutivo considera perfecta. "No queremos escenas como la del 1 de octubre de 2017. Si tiene que haber palos, que los den preferiblemente los de negro y rojo [los Mossos], que se vayan acostumbrando, y no los de verde o azul [Guardia Civil y Policía]", resumía recientemente una fuente gubernamental implicada en el operativo de seguridad. El Gobierno cree también haber aprendido a evitar algunas imágenes bochornosas para la imagen de los cuerpos del Estado, como los barcos, alguno con la imagen de Piolín, en los que fueron alojados buena parte de los agentes.
El control del operativo policial puede trasladar la impresión de que, en realidad, en esta ocasión los violentos no son los agentes, como el 1 de octubre de 2017, sino los manifestantes y que los Mossos o la Policía sólo están actuando como reacción. Por último, el Ejecutivo ha lanzado una campaña de comunicación internacional. Desde el propio presidente Sánchez, el único de la democracia capaz de hacer un discurso en inglés en un momento de crisis desde la Moncloa, o hasta el de Ciencia, Pedro Duque, haciendo gala de sus conocimientos de ruso.
Sánchez quiere que si la gestión de la sentencia moviliza voto, sea a su favor. Y, para ello, su equipo ha neutralizado uno de los mensajes que PP, Ciudadanos y Vox utilizaron en la campaña del 28 de abril, aunque no les sirviera para lograr una suma suficiente. Como recordó Sánchez en una entrevista con EL ESPAÑOL publicada este domingo, el indulto fue "uno de los elementos de debate de la oposición durante las elecciones del pasado 28 de abril". El lunes, una frase sirvió para anular el debate: "El acatamiento de la sentencia significa su íntegro cumplimiento". Pablo Casado y Albert Rivera sólo pudieron pedirle que fuese un poco más claro en su planteamiento mientras le pedían medidas adicionales que tuvieron menos fortuna copando los titulares del día.
¿Y después del 10-N?
La "e" del PSOE ha vuelto, como dice Sánchez. Y, sin embargo, no está claro si la actitud del presidente del Gobierno será la misma tras el 10-N en caso de que vuelva a depender de los partidos independentistas (especialmente ERC, cuyo líder acaba de ser condenado por sedición) y Ciudadanos y PP no se abstengan.
Sobre ese particular fue preguntado en la entrevista publicada por este periódico. "Si la gobernabilidad depende de que a usted le apoyen los independentistas, porque lo importante es gobernar, no sólo la investidura, ¿usted no será presidente del Gobierno después del 10 de noviembre?". Su respuesta fue menos tajante. "No puede poner a la política en ese callejón sin salida porque, entre otras cosas, primero habrá que esperar a que los españoles hablen y voten".