Las cúpulas del Gobierno y los tres principales partidos de España no se quisieron perder la fiesta de Los Leones de EL ESPAÑOL, los premios del periódico nativo digital líder en España. Las inmediaciones del Comité Olímpico Español (COE) se llenaron de coches oficiales, haciendo del aparcamiento para los demás un deporte apto sólo para los más audaces. Una vez dentro, todos aparcaron sus diferencias para coincidir, en el animado cóctel posterior, con el director, Pedro J. Ramírez, en que España necesita moderación y transversalidad. En los numerosos y concurridos corrillos hubo no pocas ideas acerca del cómo lograr el objetivo.
Una representación al más alto nivel tanto del Ejecutivo como del PSOE, PP y Ciudadanos hizo de la gala el evento político del día. José Luis Ábalos, ministro de Fomento y número tres del PSOE, Margarita Robles, ministra de Defensa y exportavoz en el Congreso, Fernando Grande-Marlaska, titular de Interior, y Pedro Duque, de Ciencia, Investigación y Universidades, acudieron a la cita.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no pudo asistir al encontrarse en Viladecans (Barcelona) en un acto de partido, pero sus dos asesores más destacados sí acudieron a la cita con este periódico: Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Sánchez, y Félix Bolaños, secretario general de la Presidencia. También estuvo otro hombre clave: el máximo responsable de la comunicación del Gobierno, el secretario de Estado Miguel Ángel Oliver.
El PP también estuvo presente con su plana mayor: su presidente, Pablo Casado, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el secretario general, Teodoro García Egea, la número dos por Madrid y expresidenta del Congreso, Ana Pastor, los vicesecretarios generales Antonio González Terol e Isabel García Tejerina, entre otros, arroparon a la cabecera y a los premiados. La exalcaldesa de Madrid Ana Botella también acompañó a la familia de EL ESPAÑOL.
Albert Rivera llegó con un nutrido grupo de dirigentes naranjas que incluyeron a Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, Miguel Gutiérrez, secretario general en el Congreso, Marcos de Quinto, el responsable económico del partido, Fernando de Páramo, estratega en jefe y gurú comunicativo, o Juan Carlos Girauta, exportavoz parlamentario y diputado. El concejal en Barcelona y ex primer ministro francés Manuel Valls tampoco se quiso perder la cita.
En el aire flotaba la convocatoria electoral. Este jueves por la noche arranca la campaña electoral, esta vez de una semana, sin que casi ninguna encuesta dibuje un fácil panorama de pactos tras los comicios. Pedro J. Ramírez no dudó en recordar que el liderazgo de EL ESPAÑOL en la prensa digital española, con 17 millones de usuarios únicos mensuales según la empresa independiente Comscore, se basa en perseguir valores amplios y básicos.
"Transversalidad y moderación"
"Si alguna aspiración tiene hoy nuestro periódico, por encima de todas las demás, es la de contribuir a la estabilidad del sistema constitucional, fortalecer su centro de gravedad, fomentar la transversalidad y encauzar la moderación", dijo el director y presidente ejecutivo de la empresa editora.
"Sea cual sea el resultado, sea cual sea el vencedor, España necesita que el 11 de noviembre se empiece a trabajar en un gran pacto de Estado entre los partidos que defienden integralmente la Constitución del 78. Ese gran pacto de Estado debe garantizar la gobernabilidad, afrontar en común la crisis catalana, paliar el cambio de ciclo de la economía e impulsar la mejora de la Sanidad o la Educación", propuso.
Los partidos despliegan estrategias y mensajes muy diferentes, pero entre varios de los principales dirigentes políticos del país hubo asentimiento sobre la necesidad de grandes pactos de Estado. No en vano, el conocido como plan antibloqueo de Sánchez contiene ofertas en ese sentido, el PP ha propuesto hasta una decena de pactos y Ciudadanos se erige como puente entre ambos partidos para lograr un amplio entendimiento.
En ese sentido, el evento sirvió para poner las luces largas y pensar un poco en el día después de las elecciones, en el que el entendimiento sobre grandes cuestiones de Estado seguirá siendo imprescindible y ya no habrá excusas para no abordarlo.