El mejor tesoro de Milagrosa Andrés de Paúl son los cuadros y dibujos de su hijo. En el salón de esta profesora de francés, se ven lienzos pintados por Daniel cuando comenzaba sus estudios de Arquitectura en la Universidad Complutense de Madrid.
Uno de ellos refleja un túnel; otro, un estadio de fútbol, posiblemente el Vicente Calderón. Son los recuerdos de una madre que perdió a su hijo el año pasado por culpa de una muerte súbita. Daniel Garrido vivía en Bruselas, donde trabajaba en el Consejo de Europa. La sorpresa, el hallazgo, reposa en una carpeta de cartón llena de ilustraciones. Con sólo quince años, ¡en 1992!, aquel niño dibujó una Barcelona en llamas, inundada de batallas callejeras. Caracterizó a los políticos nacionalistas como hombres en busca de la independencia. Por aquel entonces, nada de aquello podía preverse. La Barcelona olímpica estaba muy lejos de la sedición.
Tal y como explica su madre, cuando Daniel era pequeño y volvía del colegio, pasaba las tardes dibujando, muchas veces en hojas sucias que a ella le sobraban de las clases que impartía. Toda la familia sabía que Daniel dibujaba bien, "es una de las cosas que ha heredado de su padre y su abuelo paterno, quien se dedicó profesionalmente a ser copista del museo del Prado", explica Milagrosa.
Hasta ahora, ella no había rescatado dichos dibujos ni habían hablado de ellos, pero el fallecimiento de Daniel precipitó la recopilación de todos sus recuerdos. Estos bocetos, nada inocentes, los encontró en Puerto Real, donde pasaban muchos veranos. Le vienen ahora a la cabeza las broncas que tenía con Daniel porque ella tiraba muchos de los dibujos que hacía, "pero es que dónde los iba a meter", se pregunta. "Las casas tienen su límite y sólo me quedaba con los que consideraba los mejores", apostilla.
En la temática de sus dibujos hay Historia, edificios y mucha política. En concreto, se refleja el conflicto independentista en el que ahora está sumergida Cataluña. "¿Cómo puede ser que un niño, porque era un niño, viera indicios de lo que está pasando? ¡Sólo tenía 15 años! ¡Y han pasado casi treinta desde entonces!", se pregunta sorprendida su madre. Y a la vez reflexiona: "¿Por qué nadie más lo vio?".
Así, en uno de los dibujos se lee "¡Visca Catalunya! Independencia!, Visca Cataluña!", al que otra persona, sin ojo, barbudo y con una corbata y un pañuelo que parecen ser los colores de ERC dice "Organicems un ejercit catalán". En otra se aprecia a dos militares, con ametralladora y una cara de no tener muchos amigos, que piden el alto a todo el que busca entrar a Cataluña. "Catalunya empieça aqui", se lee en un cartel. Dentro, Daniel refleja dos Cataluñas: una al fondo, en la que se ven muchos edificios y alguna que otra grúa; y otra, más adelante, de una Cataluña mucho más humilde en la que la gente vive en pequeñas chabolas.
La cosa no queda ahí. En otros de sus dibujos se ve cómo un periodista de TV3 está entrevistando a Pujol, quien pide que "toda España nos pague tan lamentable pérdida (la caseta de su perra), parte de la Historia catalana". ¿El España nos roba adivinado dos décadas antes de que sucediera? Junto a los cámaras, se aprecia a dos militares, uno de ellos lleva consigo la estelada. Al fondo, el Parlament, donde ondea una bandera con algo parecido a un lazo. ¿El lazo amarillo?
Los ejemplos son miles, pero la duda es siempre la misma: ¿por qué pudo anticipar lo que iba a pasar? Su madre explica que en aquella época en su casa se hablaba y se discutía de política como se hace ahora, pero "nada del otro mundo". Lo que sorprende es el nivel de detalle con el que Daniel pudo predecir todo lo que está ocurriendo. "Quién sabía qué era TV3 en aquella época", se pregunta su madre. Daniel no era de ver la televisión ni de escuchar la radio, leía El País y ABC, los periódicos que su madre y su abuela, con quién vivía, leían. La Historia sí que le interesaba, sus amigos "han conocido Madrid gracias a él", dice Milagrosa, algo que todavía le recuerdan.
Milagrosa, catedrática de Francés de Enseñanza Secundaria y Bachillerato ya jubilada, define a Daniel como un "una persona muy curiosa", al que le gustaban mucho los edificios y la naturaleza, por eso en sus dibujos siempre hay algún elemento que humaniza las ciudades.
Reconoce que Daniel tenía don de gentes. De hecho, después de fallecer acudió a Bruselas y sus compañeros le confesaron que mucha gente "se quedó con las ganas" de conocerle. Iba a ser "muy difícil buscarle un sustituto". Milagrosa no busca lanzar un alegato político mostrando estos dibujos. Tan sólo pretende "homenajear la visión tan capaz de Daniel", que "siempre huyó del partidismo". "Eso sí, sentía amor y respeto por la unidad territorial de España y la creación de la Unión Europea".