Alfredo Pérez Rubalcaba dijo del expresidente de la Junta de Andalucía José Antonio Griñán que era un político "solvente". Griñán, condenado a seis años de cárcel y a 15 años de inhabilitación para ser cargo público por el conocido como caso de los ERE, es famoso dentro del PSOE por su honradez y "honestidad", alabada incluso por el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un (nuevo) tuit antiguo que se le volvió en contra este martes.
Griñán, consejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía mientras el esquema de los ERE estuvo en vigor, acabó siendo presidente regional tras la marcha de Manuel Chaves, pero llevaba años retirado de la primera línea.
En 2015 dejó su acta de senador para que Susana Díaz, su propia sucesora designada en la presidencia de la Junta, pudiera optar a su primer mandato tras unas elecciones. Desde entonces, cuentan quienes lo conocen, vivía en la más absoluta austeridad, viviendo de su pensión con su mujer, atosigado por las fianzas del juzgado, sin vicios, grandes ahorros ni, por tanto, grandes gastos. Su "solvencia" no fue económica y eso es, para muchos de sus compañeros, la prueba de que su delito no debe juzgarse con total severidad.
La condena a seis años de cárcel cayó como un jarro de agua fría en el PSOE andaluz. Para empezar, porque el partido ha considerado la sentencia como "muy dura". Fuentes del partido consultadas la víspera del fallo judicial admitían que lo de "Pepe Griñán", como lo conocen todos, no pintaba bien. Pero ahora, o el Tribunal Supremo da un vuelco a su situación o es muy difícil que este inspector de trabajo que no detuvo el esquema por el que se defraudaron cientos de millones acabe en la cárcel.
Es, precisamente, la calidad humana y la austeridad con la que se conduce lo que hace que se le recuerde con más cariño que a Chaves, cuyo peso político, institucional y orgánico ha sido mucho mayor en la historia del PSOE. Griñán se labró una fama de referencia moral, de buena persona sin intereses extraños, que está muy viva en el PSOE andaluz. Su Gobierno fue considerado como uno de tecnócratas por su búsqueda de perfiles cualificados, aunque al final acabó recurriendo a Díaz, con una dilatada trayectoria orgánica, como sucesora.
Hasta este martes era un digno servidor del lema "100 años de honradez y firmeza" con el que el PSOE se promocionó en 1979, cuando el PSOE volvió con fuerza al Congreso de los Diputados tras el entonces vivo y amargo recuerdo de la dictadura. Él es, precisamente, un político de esa época, ya que empezó a ocupar cargos en 1982, como viceconsejero de Trabajo en la Junta que ocho años más tarde pasó a dirigir su íntimo amigo (durante mucho tiempo) Chaves. Después fue consejero, ministro en los últimos gabinetes de Felipe González, y de nuevo diputado hasta que volvió a la Junta para desempeñar un cargo que ha acabado con ese prestigio que algunos siguen reivindicando.
"De esto no nos vamos a recuperar fácilmente", explicaba un diputado andaluz este martes, "porque condenan no sólo a compañeros por sus hechos sino también a referentes por su honradez como Pepe, que no se ha llevado un duro a su casa". La líder del PSOE andaluz, Díaz, evitó comparecer este martes y envió al secretario de Organización, Juan Cornejo, a lidiar con los periodistas, de los que no aceptó preguntas. Tanto ella como los máximos representantes del PSOE tienen una larga hemeroteca en defensa de Griñán, no sólo como reivindicación de la presunción de inocencia de un compañero de partido sino como creencia genuina en su ausencia de mácula.