Podría haber sido la celebración de un acuerdo y el inicio de una nueva etapa conjunta, pero no fue así. Gabriel Rufián se encaminó a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados y, lejos de poner en valor el acuerdo al que su partido, ERC, ha llegado con el PSOE, aprovechó para dejar muy claro que sólo es un paso intermedio en el camino hacia la independencia. Si las exigencias del partido republicano no se cumplen, igual que el martes se dispone a sellar la primera investidura exitosa de Sánchez podrán tumbarle.
No fluía el amor sino la necesidad entre Sánchez y ERC. "Lo que no unió el afecto lo ha unido el espanto", resumió Rufián sobre la posibilidad de que unas terceras elecciones den a la derecha el Gobierno de España y, peor para socialistas e independentistas, que sea con gran protagonismo de Vox.
El portavoz de ERC sabía que estaba ante un discurso importante. Tras varias horas con muchas calvas, el hemiciclo volvía a estar prácticamente al completo. Todos los diputados querían escuchar su intercambio con el candidato socialista.
Con el acuerdo cerrado e incluso reafirmado pese a la inhabilitación por parte de la Junta Electoral Central de Quim Torra como diputado autonómico (lo cual podría costarle la presidencia de la Generalitat) y de Oriol Junqueras como eurodiputado, el portavoz de ERC optó por alzar la voz y subir el listón, consciente de que gran parte de su electorado prestaría desde Cataluña atención a sus palabras.
"El acuerdo que se alcance entre las partes será consultado y refrendado por el pueblo de Cataluña, cual sea este dependerá de la fuerza y la habilidad negociadora de cada cual", dijo. El PSOE y ERC han pactado por escrito someter su acuerdo a una "consulta a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político".
Pero Rufián va más allá y pide que los ciudadanos de Cataluña procedan a un "refrendo". Si una consulta alude a una opinión, un refrendo implica un aval vinculante de una decisión firme. Los paralelismos con la palabra referéndum son obvios.
El portavoz de ERC aseguró que ERC se sentará a la mesa proponiendo la "autodeterminación y la amnistía y que la "desjudicialización" del conflicto es clave, además del reconocimiento de que la mesa de diálogo será "entre iguales".
Para el final dejó la parte clave: "¿Cómo hacemos para que ustedes cumplan? Intentaré ser muy claro [...] Si no hay mesa, no hay legislatura", advirtió. En otras palabras: si Sánchez no cumple, ERC le retirará su apoyo. Sería, en la práctica, como alumbrar la legislatura de lo que los anglosajones llaman un "pato cojo".
Sánchez puede ser presidente, sí, pero a continuación necesitará aprobar unos Presupuestos. Con las cuentas públicas diseñadas por el PP y por Cristóbal Montoro, que son las que están en vigor, difícilmente el Ejecutivo tendrá gasolina para sacar sus políticas y su inestabilidad sería total.
El tono del debate en el Congreso fue tan bronco con los portavoces de partidos de centroderecha e, incluso, con algunos que podrían haber apoyado a Sánchez, como el PRC y Coalición Canaria, que Sánchez está en manos de ERC no sólo para la investidura sino mientras quiera ocupar la Moncloa. De ahí la nueva cara del candidato socialista, al que Rufián no dudó en menospreciar por sus cambios de posición hasta esta última, en la que la música "suena bien". "Forma parte de un contexto de cierta debilidad", reconoció.
Rufián no eludió palabras para el PSOE, al que enmarcó en un "progresismo acobardado" que "a veces" ha abandonado al independentismo. "Señores del PSOE, nosotros no les tenemos manía, les tenemos memoria", le dijo.
Después, Sánchez comenzó dándole las gracias, a él y a los demás negociadores independentistas, y reconociendo que aunque partían de puntos de vista diferente,
es obvio que "la deriva judicial ha hecho imposible hacer política"